Pese a que la atención estaba centrada en el cierre de las listas de candidatos para las elecciones legislativas, un movimiento inesperado sacudió ayer al mundillo oficialista y tampoco pasó inadvertido para los opositores: la designación del “lilito” Fernando Sánchez para sumarse a la Jefatura de Gabinete, comandada por Marcos Peña y considerada como el corazón político del Gobierno.
Sánchez, que concluirá en diciembre su mandato como diputado nacional y que originalmente estaba en la lista oficialista para ser reelecto por la Capital, pasará a formar parte de la mesa chica de la Casa Rosada, pero no será los “ojos” de Mauricio Macri -como definió el Presidente al trío Peña-Quintana-Lopetegui- sino los de Elisa Carrió, que pondrá así un pie en el núcleo del poder.
La designación de Sánchez puede ser interpretada como un premio de Macri a la Coalición Cívica por la lealtad de Carrió -que suele incomodar al Gobierno con sus denuncias pero que se puso espalda con espalda con el Presidente en los asuntos centrales- y también como una demostración de que los “lilitos” tendrán en lo inmediato más peso político que el radicalismo en Cambiemos.
La incorporación del dirigente que es identificado como la mano derecha de Carrió responde a la estrategia que seguirá el Gobierno en la próxima campaña electoral, que pivoteará en la denominada “lucha contra las mafias”. Se trata de una consigna diseñada para enfrentar a la ex presidenta Cristina Kirchner.
La conformación de las listas oficialistas resultó un claro indicador en ese sentido. La propia Carrió -cuya bandera política fue siempre la lucha contra la corrupción- encabezará la nómina para diputados nacionales por la Capital, mientras que Graciela Ocaña -otra cruzada en el campo de la transparencia, aunque con más piruetas partidarias- estará al frente de la lista bonaerense.
Esa lógica perjudicó a Facundo Manes, el prestigioso neurocientífico que durante meses fue número puesto para liderar la lista de diputados y a quien María Eugenia Vidal intentó convencer, sin éxito, de aceptar el segundo lugar. La Gobernadora también impulsó a Gladys González –titular de Acumar y ex interventora del SOMU- pero ahí terció Macri y puso primero a Esteban Bullrich.
El ministro de Educación encabezará la lista de senadores por expreso pedido del Presidente, de quien actuó como ejecutor Marcos Peña en las reuniones definitorias con Vidal, el alcalde porteño Rodríguez Larreta y el jefe de Gabinete bonaerense, Federico Salvai. Bullrich es considerado, en la interna del PRO, como un hombre de Macri, quien busca aumentar la tropa propia en el Senado.
Tan de cerca siguió Macri la integración de la lista bonaerense para el Senado nacional que el primer suplente de Bullrich y González será José Torello, uno de sus principales asesores en la Casa Rosada. El funcionario no es conocido para el electorado, por lo cual no hará campaña, pero con certeza ocupará una banca en la Cámara alta si alguno de los titulares es convocado a otro cargo.
“La gente no es tonta. La ex presidenta armó un partido nuevo, pero con caras viejas”, deslizó Torello en la sede gubernamental, donde Peña se convertía en el jefe de campaña de Cambiemos y utilizaba la lapicera para subir y bajar candidatos de todos los rincones del país. La definición del asesor presidencial tuvo lugar tras el acto de Cristina Kirchner en la cancha de Arsenal de Sarandí.
Ese mismo día, el miércoles pasado, era detenido el polémico jefe de la feria La Salada, Jorge Castillo, en su mansión de Open Door, cerca de Luján, no sin antes resistirse a los tiros ante un grupo de efectivos de la Policía bonaerense. El escándalo que se desató en las jornadas siguientes fue de tal magnitud que Castillo se convirtió en una suerte de mancha venenosa para los políticos.
El primer señalado fue el intendente de Lomas de Zamora, Martín Insaurralde, uno de los baluartes de Cristina Kirchner en la Tercera Sección electoral. El jefe comunal quedó en medio de la tormenta por una gravísima oleada de inseguridad y el bombazo que cayó sobre La Salada, que está ubicada en ese distrito sobre la ribera del Riachuelo, a pocos metros del Puente La Noria.
En el municipio del sur del Conurbano están convencidos de que Insaurralde está pagando el costo político de haber anunciado –en distintos ámbitos de poder- que jugaría con Florencio Randazzo en detrimento de la ex presidenta y luego faltar a esa palabra por razones de taquilla electoral. Es que Cristina Kirchner mide en Lomas cinco veces más que su ex ministro del Interior y Transporte.
Insaurralde tiene otro problema: el jefe de la Policía bonaerense, Fabián Perroni, tuvo un paso por el distrito lomense y se fue peleado con el jefe comunal. Algunos dirigentes deslizaron que el intendente jugó a favor del ex jefe Pablo Bressi en la interna policial, que fue fuerte aunque no estuvo blanqueada por el Gobierno provincial. Un agregado: Perroni sabe lo que pasa en Lomas.
Por eso no debería esperarse que la investigación judicial sobre La Salada termine en la figura de Castillo, sino que también avanzaría sobre su socio Enrique Antequera, quien aparece en una colección de fotografías políticas con dirigentes como el propio Insaurralde, Carrió, la ministra Patricia Bullrich y Margarita Stolbizer, de la época en que las tres damas eran socias políticas.
Eran tiempos en los que a los opositores al peronismo se les hacía prácticamente imposible armar espacios propios en el Conurbano, por lo que se les acercaban dirigentes que no podían ingresar al peronismo hegemónico. Pero con el paso del tiempo, Carrió denunció a Castillo y a Antequera ante la Justicia bonaerense y la investigación ya tiene casi un año y medio.
La oposición K
Cristina Kirchner no hablará de corrupción en su campaña. Podrá aludir a los múltiples conflictos de interés que existen en el Gobierno –como en el caso del Correo-, pero su estrategia de campaña será poner en foco el rumbo de la economía bajo la administración de Cambiemos. Por eso su primera candidata a diputada nacional será la economista heterodoxa Fernanda Vallejos.
El kirchnerismo cuestionó en duros términos la colocación de un bono a 100 años de plazo, con el argumento de que se está endeudando a varias generaciones de argentinos, pero ni se inmutó con otra noticia que cayó mal en el Gobierno: la calificadora de Morgan Stanley dejó al país como mercado fronterizo y no lo pasó a emergente, como esperaban el Presidente y sus economistas.
De acuerdo a los especialistas, la decisión contuvo dos factores: en el centro del poder financiero dudan de que el proceso político que encarna Cambiemos sea irreversible –sobre todo ahora que Cristina Kirchner es candidata en la Provincia-, al tiempo que no ven con buenos ojos aspectos estructurales de la economía argentina, como el abultado déficit fiscal que el Gobierno no baja.
Pero la lógica de Cristina Kirchner es absolutamente inversa a la de Cambiemos en materia económica. De hecho, colocó en el tercer lugar de la lista de diputados nacionales a Roberto Salvarezza, ex titular del Conicet, organismo en el que denuncia la caída de becas para cientos de investigadores. Por otra parte, relegó de la nómina a figuras de La Cámpora y del kirchnerismo.
El mensaje político que busca dar la ex presidenta es que decidió iniciar una nueva etapa de renovación entre la dirigencia que la acompaña. Así planteado el escenario, tanto Cristina Kirchner como el Gobierno buscarán otra polarización.
En la Casa Rosada esperan que Randazzo le reste caudal electoral a la ex presidenta, pero no bajan la guardia. “No nos sobra nada”, admitió un funcionario. Los terceros en discordia serán Sergio Massa y Margarita Stolbizer, quienes pescarán entre los desencantados de Cambiemos, los progresistas y los peronistas no K, una franja del electorado que es reacia a caer en la grieta.
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