La demora en concretarse la reactivación empezó a alterar los nervios en el amplio y complejo equipo económico diseñado por Mauricio Macri, en medio de marchas y contramarchas que confunden a los consumidores y postergan decisiones de compra.
La caída del consumo pareció consolidarse en los últimos meses a pesar de los anuncios oficiales y una inyección de plata en la economía que se espera ronda los 20.000 millones de pesos mensuales desde abril.
Esa cifra incluye los aumentos de las jubilaciones y planes sociales, las paritarias en algunos gremios como Comercio y el alza del crédito para familias.
Un reporte elaborado por el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, dice que la inyección de fondos en la economía aumentará un 5%, y que la mayoría se volcará al consumo.
El ministro de Producción, Francisco Cabrera, aseguró que las ventas subieron 3%, pero un relevamiento de las operaciones con tarjeta Visa habría arrojado una caída del 24% durante enero y febrero interanual.
Cabrera dice que eso puede haber ocurrido pero que se compensó por el aumento de las ventas en efectivo.
En los comercios sostienen que la caída de ventas persiste, pero apuestan fichas a la marcha atrás oficial que repuso los planes en cuotas para sectores sensibles como indumentaria, calzados y juguetes.
Según la CAME, las ventas cayeron más del 3% en el primer bimestre, aunque mantiene un pronóstico optimista que recién se reflejaría a partir del segundo trimestre.
Para Miguel Bein, ex asesor de Daniel Scioli, la economía comenzará a mostrar un repunte en abril, pero será menor al esperado.
El especialista esperaba un alza del Producto Bruto superior al 4% para este año y redujo su pronóstico al 3,5%, en línea con la estimación oficial.
Distintas consultoras responsabilizan a las altas tasas de interés por el hecho de que la economía no repunte, y existen fuertes quejas de sectores productivos por los elevados intereses que deben pagar por descubiertos en cuenta corriente y cambio de cheques.
También advierten que el dólar se volvió a retrasar, en parte por los fondos del blanqueo de capitales, pero también por manejos del Banco Central que empiezan a ser cuestionados.
El dólar retrasado siempre terminó siendo contraproducente para el aparato productivo argentino, si se repasan las distintas etapas económicas del país.
Federico Sturzenegger, el presidente del Banco Central, mantiene su política de metas de inflación y envía señales muy claras al mercado de que las tasas altas llegaron para quedarse.
“Hasta que la economía no dé señales claras de que la inflación cae, mantendremos esta posición”, sostuvo el jefe del BCRA.
Mientras sea más negocio poner plata a plazo fijo que invertir en el sistema productivo, la salida de la crisis asomará cada vez más lejos.
Por ahora, el presidente Mauricio Macri no cuestiona la marcha de la política monetaria, pero frente a sus ministros de la esfera económica se lo nota impaciente y cada vez más “exigente” de resultados.
Dicen que suele preguntar por qué la economía no se recupera a un ritmo más notable, si se han hecho todas las reformas previstas.
También cuestiona que el ritmo de inversiones no vaya a la velocidad esperada, en especial en los sectores que generan más empleo.
Las respuestas son de variada gama, pero cada vez convencen menos a un mandatario que necesita mostrar resultados y pronósticos optimistas ante una sociedad que se puede ir desilusionando y mostrar su descontento en las legislativas de octubre.
Una derrota amplia del oficialismo en esos comicios, en especial en el conurbano bonaerense, encendería señales de alarma y obligaría a corregir un rumbo que, encima, no está del todo claro.
También alentaría las protestas callejeras: en la marcha de las CTA a Plaza de Mayo quedó claro el objetivo de esos reclamos.
“Queremos que caiga el plan económico”, dijo Hugo Yasky, en un acto donde hubo una llamativa reivindicación permanente del histórico líder cegetista Saúl Ubaldini, férreo opositor al gobierno de Raúl Alfonsín, al que le hizo 13 paros generales.
La falta de resultados en la esfera económica provoca miradas de desconfianza entre los seis ministros del área, sumados al presidente del BCRA, el jefe de la AFIP, y los dos súperministros de Jefatura de Gabinete, Mario Quintana y Gustavo Lopetegui.
“Muchas manos en un plato hacen mucho garabato”, sostiene un antiquísimo refrán.
Demasiados para opinar en una economía que necesita intervenciones quirúrgicas en distintas áreas.
Algunos ministros que deben recibir a diario las quejas de los sectores productivos vienen mencionando la necesidad de flexibilizar la política monetaria para hacerla más expansiva.
Dicen que la estrategia del BCRA no aporta a reanimar la economía y elevan el costo financiero.
“Cada vez que lanzamos un plan para reanimar el consumo, la señal del Banco Central es enfriar la economía”, se quejan cerca del Ministerio de Producción.
Las quejas contra Sturzenegger tal vez tengan sustento, pero también es cierto que el presidente del BCRA es el único que mantiene el rumbo fijado desde el principio. El resto no puede jactarse de lo mismo.
No se puede decir lo mismo de la variedad de planes lanzados por otras áreas del gabinete económico, que reflejan marchas y contramarchas, confundiendo al consumidor.
Las ventas ya venían en picada cuando al secretario de Comercio, Miguel Braun, se le ocurrió lanzar “Precios transparentes”, pensando que el consumidor reaccionaría en forma positiva a la supuesta baja de precios por vender al contado.
Ocurrió lo contrario: la desaparición de los planes en cuotas, sobre todo a largo plazo, provocó una retracción aún mayor en las compras.
A la gente no le importaba comprar en efectivo porque no tenía la plata para hacerlo. Quería seguir haciéndolo en cuotas y, más allá de lo que creía el gobierno, sabía muy bien que estaba pagando un recargo.
A veces, los funcionarios subestiman a los consumidores y pretenden inventar la pólvora.
ANTICIPOS ECONÓMICOS
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