Existen aportes que en materia agropecuaria permiten evolucionar y modifican prácticas y procedimientos que permanecieron inmutables durante décadas. El silobolsa, que permite guardar granos en cualquier campo, es uno de esos elementos que revolucionó el acopio.
Este año, según cálculos oficiales, se utilizarán en la Argentina unas 200.000 enormes bolsas plásticas para almacenar cereales. Permitirán conservar por varios meses hasta 40 millones de toneladas de soja y otros cultivos, cerca del 40% de la cosecha total. Cada una de ellas mide 60 metros. Si estuvieran alineadas, formarían una fila de 12.000 kilómetros, casi todo el perímetro de la Argentina. O el equivalente a la distancia que existe entre Buenos Aires y Berlín, la capital alemana.
En Alemania, justamente, se dio el puntapié inicial a este tipo de tecnología: comenzaron a fabricar bolsas de polietileno para uso agrícola, pero destinadas a guardar heno y otros recursos forrajeros. Aquí, en los noventa, se produjo una vuelta de tuerca y se adaptó el sistema para la conservación ya no de pasto sino de los granos. Como la estructura de silos de chapa era insuficiente para guardar las cosechas en crecimiento, rápidamente los denominados "silobolsa" se convirtieron en un boom.
"En Argentina se comercializan 200.000 silobolsas por año y se estima que este año el 40% de la producción se guardará en este sistema", relató Ricardo Bartosik, un experto del INTA (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria). Hace más de una década, ese organismo firmó un convenio de cooperación con los fabricantes que dio grandes frutos, pues permitió un fuerte desarrollo de esa tecnología.
En pocos años, la Argentina se convirtió en La Meca de los silobolsa. La mejor prueba es que en octubre próximo se realizará en Mar del Plata y Balcarce el primer Congreso Internacional referido específicamente a esta tecnología.
Vendrán expertos de todo el mundo y también compradores de unos 50 países a los que la Argentina ya exporta no sólo las bolsas sino también la maquinaria necesaria para llenarlas y vaciarlas, y otros equipos de desarrollo local. Según Bartosik, ese flujo de exportaciones suma ya 50 millones de dólares anuales. "El invento no fue nuestro, pero toda la tecnología de silobolsa que hay en el mundo es argentina", celebró el especialista.
Hay de todo, como en botica: embolsadoras, extractoras, monitores para conocer el estado de los granos almacenados y hasta termoselladores que convierten las bolsas en herméticas una vez que ya están repletas de granos. Cada una de ellas puede guardar unas 200 toneladas de soja, trigo o maíz. Pero se puede conservar cualquier otro cultivo, como cebada para hacer cerveza y o el maíz pisingallo para los pochoclos. Lo importante es que al guardarlos los granos tengan el menor grado de humedad posible. Cuanto más secos, más aguantan. Una silobolsa bien hecha tranquilamente puede llegar a estar un año entero tirada en el campo.
ACOPIO EN LOS CAMPOS
Los “chorizos” se multiplican
Este año se usarán 200.000 silobolsas para almacenar granos. Cada uno tiene 60 metros de largo y todos juntos podrían dar la vuelta a casi toda la Argentina.
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