ENFOQUE

Nueva edición del Congreso anual de CRA

Una nueva edición del Congreso Anual de CRA nos convocó esta vez en Gualeguaychú, un escenario natural privilegiado que terminó dándole el marco a un encuentro fructífero.
Más de 500 productores, dirigentes y profesionales de todo el país participaron del encuentro que fomentó el diálogo y el debate con la mirada puesta en el futuro de la mano de disertantes prestigiosos.
Entre las conclusiones de este Congreso 2014 salió a la luz, más que nunca, que debemos hacer un concienzudo trabajo en cuanto a la importancia de acordar las bases imprescindibles para una República sana, vigorosa y democrática.
Hemos vivido una década por demás difícil, donde el enfrentamiento y la dicotomía amigo- enemigo reemplazaron el debate y la sana e imprescindible divergencia democrática.
En otras palabras, el Gobierno vio en quien pensó diferente a un enemigo al que hostigó por todos los medios posibles. El diálogo – oxígeno que nutre la democracia- estuvo ausente y nos hemos sentido parias en nuestra propia patria.
La democracia necesita de la virtud, y se basa en una virtud: la confianza. Hoy la confianza está carcomida por tanta mentira acumulada. Está claro: no hay década ganada y la realidad cae con todo su peso sobre la falacia del relato oficial aplastándolo.
Para los que hace años desde el agro venimos pidiendo sinceramiento y diálogo esto no es ninguna novedad. Tenemos la honestidad intelectual de haberlo dicho siempre, con firmeza y valentía, sin haber cedido a la obsecuencia ni al aplauso premiado por la dádiva.
Una sociedad civil responsable y participativa es la garantía de que un sistema democrático no se someta a las tentaciones autoritarias del poder. Formamos esta sociedad responsable y participativa, y es esta sociedad la que desde el compromiso y la  institucionalidad está llamada a mejorar la calidad de la democracia.
Una democracia que requiere políticas públicas consensuadas y diseñadas para garantizar a presente y futuro una sociedad de verdad más inclusiva, y que necesita de hombres –capaces y comprometidos garantes de esas políticas de Estado- que entiendan  la política como vocación de servicio, con honestidad y transparencia.
Esa democracia deberá privilegiar los valores, apreciar el trabajo y premiar el esfuerzo. Requerirá de una política educativa con alta calidad de aprendizaje, que promueva el  pensamiento crítico y disminuya la brecha entre pobres y ricos rescatando la excelencia como base sólida para afrontar los cambios que se avecinan.
Hoy la agenda de los argentinos se debate lastimosamente entre prioridades como la inseguridad, la inflación y el desempleo. Son tantas las preocupaciones cotidianas y tan prepotentes sus urgencias que vivimos el día a día con agobio, en la dañina nebulosa de la desinformación. Y cuando en el país suenan las alarmas paradójicamente el Gobierno lo único que aporta es más incertidumbre. No hay inversiones, sólo especulación financiera.
La emisión monetaria sigue su carrera imparable y el ajuste fiscal brilla por su ausencia. La inflación, como un cáncer silencioso se traga día a día el ajuste cambiario y devora el salario de los trabajadores, ven peligrar sus puestos en empresas que hacen malabares frente al aumento de los costos. Mientras tanto, el Gobierno insiste en que no hay pobreza, cuando lo que no hay son cifras ciertas de pobreza. Será que sincerar esas cifras implicaría reconocer que en este punto la década también está perdida.
Desde CRA defendemos el sistema federal adoptado por la Constitución Nacional, basado en el respeto a las autonomías provinciales preexistentes evitando la concentración de poder en un mismo centro geográfico.
Sabemos que hoy el federalismo argentino es una ficción a la que el Gobierno echa mano sólo para sostener el relato, y la realidad nos demuestra que se ha impuesto un verdadero régimen unitario por sobre un federalismo totalmente avasallado.
Frente al escenario que empieza a desmoronarse, la Presidenta, enfundada en su clásico autismo, sigue disfrazando la realidad para mostrarla estupenda. Mientras convoca a la unidad nacional en Plaza de Mayo descalifica y enfrenta a los que piensan distinto.
Sería oportuno recordarle que pensar distinto y disentir no implican volver atrás, sino todo lo contrario: está en la base del sano ejercicio de toda democracia madura y vigorosa.
Por eso son tan importantes encuentros como éste. Porque juntos, en un espacio de información y concienzuda reflexión nos podemos dar el lujo de pensar en el mañana, en cómo construir una Argentina más habitable y más próspera, una Nación soberana sobre la base de ciudadanos tolerantes entre sí y respetuosos de la ley.
Al diagnóstico adverso lo contrarrestamos con propuestas capaces de diseñar un futuro diferente para las generaciones que vienen.
(*) Presidente de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA).