Aquejada por una sequía que a esta altura ya es histórica, con pérdidas en el agro de unos 15.000 millones de dólares, y con una inflación que no da indicios de ceder, la economía argentina podría sufrir en los próximos meses la peor recesión en casi 15 años.
Eso es lo que advierten distintas consultoras privadas que han empezado a revisar sus pronósticos a la baja y coinciden en que el Producto Bruto Interno (PBI) caería por lo menos un 3% (aunque hay quienes calculan una merma cercana al 5%). Sería la mayor contracción desde 2009, cuando a la falta de lluvia a nivel local se le agregó la crisis financiera global.
“La oferta de dólares va a ser muy escasa. Esto es realmente malo”, alertó el economista Andrés Borenstein. En este contexto, los productores agropecuarios de Junín y la zona insisten en la eliminación de las retenciones para que el menor ingreso de dólares, debido a la caída de los rindes y de las exportaciones, no se sienta en las economías regionales, de los pueblos y localidades situadas de la zona rural.
Y es que en un país flaco de dólares como la Argentina, un menor ingreso de divisas por el comercio exterior no solo podría agravar las tensiones en materia cambiaria, fiscal y a nivel precios, sino afectar crucialmente el nivel de actividad económica y el empleo.
Por caso, la prolongada ausencia de precipitaciones, que volverían esta semana, con una cosecha que como mínimo estaría un 25% por debajo de la del año pasado, no solo hace mella en los campos y el agro, sino que también irradia negativamente sobre la venta de tractores, los fletes, la actividad portuaria, la venta de neumáticos y carga de combustibles, por solo citar algunos sectores afectados.
Al respecto, el productor y concejal Rodrigo Esponda explicó a Democracia que “los pronosticadores no son muy alentadores en cuanto los milímetros de lluvias pronosticados y ojalá se equivoquen y sea más abundante”. Y continuó: “Esto va a ayudar a cortar la pérdida que ya hay y para que sean menos de lo que se está pronosticando. Y todos los días, con esta ola de calor y la falta de lluvias, el campo se sigue secando”.
Además, sostuvo que “sin lugar a duda que con la falta de cosecha va a empeorar, y mucho, la falta de divisas en Argentina. Además de la falta de dólares, va afectar a las economías de los distritos como los nuestros, ya que, aunque no tengan una cuestión directa con el campo, la economía de los pueblos se mueve con la cosecha”. También, afirmó que “las localidades que tengan no tantas delegaciones públicas como la nuestra se va a sentir mucho más esta situación. Al no estar el dinero del agro, se van a ver resentidas las cadenas de pago, la comercialización, los prestadores de servicio, las ferreterías, el mecánico o las metalúrgicas. La falta de divisas va a impactar directamente en las economías de los pueblos”.
Por último, indicó: “Esperemos que llueva, que se corte y tener un gobierno que tenga claro que bajen los impuestos y que eliminen las retenciones para poder cosechar lo poco que hay en el campo y que este impacto no sea tan importante para las economías de los distritos”.
En la misma línea, la titular de la Federación Agraria filial Junín, Rosana Franco, afirmó a este diario que “las lluvias no llegan y el panorama es cada vez más crítico. Todo es irreversible”. “Las perdidas van a ser muy significativas para el productor que quedará desfinanciado y el estado perderá mucho dinero por no recibir derechos de exportación”, señaló. “Con estos rindes paupérrimos sería bueno que quiten derecho de exportación”, cerró.
“Un escenario climático sin precedentes”
Los últimos informes de la consultora Invecq y Fernando Marull coinciden en que la actividad caería este año por lo menos un 3%. Pero en Eco Go, por ejemplo, dicen que la retracción podría llegar al 4,8%, la más baja desde 2009, cuando la economía retrocedió al 5,9% por la sequía y la crisis internacional de entonces.
“Argentina sufre un escenario climático sin precedentes en la agricultura moderna”, advirtió al respecto el último informe de la Bolsa de Comercio de Rosario, que traza un cuadro dramático para la producción agropecuaria y el resto de la economía. Allí se observa que entre el recorte de la cosecha de soja y la de maíz, la producción tendrá 15 millones de toneladas menos que las estimadas.
En el caso de la soja, se espera una magra cosecha de 27 millones de toneladas, con lo que quedaría por debajo de la que hasta ahora había sido la peor campaña, la de 2008/2009, con 31,8 millones de toneladas. También la estimación de producción de maíz se revisó a la baja: de 41 millones de toneladas previstas la semana anterior se pasó a 37,5 millones en el nuevo informe, debido a las altas temperaturas. Esta proyección de cosecha de la Bolsa de Cereales significaría una caída de 14,5 millones de toneladas respecto a la campaña anterior.
En este escenario, las pérdidas en dólares ya tienen un piso estimado de 15.000 millones. Mientras que las últimas estimaciones de la Bolsa rosarina agravaron ese pronóstico en 20.000 millones de dólares menos y en CREA, la asociación que agrupa a los productores de todo el país, ya hablan de una cifra cercana a los 25.000 millones de dólares.
Con todo, ni el ahorro de dólares por la compra anticipada de gas licuado ni la inminente puesta en marcha del gasoducto Néstor Kirchner alcanzarían para compensar semejante escasez de divisas. Algo que invariablemente llevará al Gobierno a ajustar más el cepo cambiario y a limitar las importaciones, según presumen especialistas. Con menos dólares, las empresas tendrán más dificultades para comprar insumos importados, lo que podría resentir fuertemente los niveles de producción y empleo y redundar en una mayor recesión.
FMI e inflación
La gravedad de la sequía conmovió incluso al staff el Fondo Monetario Internacional, que accedió a flexibilizar las metas de reservas del Banco Central, reconociendo los problemas de la entidad monetaria para acumular divisas. Una señal que, no obstante, no hará milagros sobre la economía argentina, ni recuperará el salario ni probablemente tampoco baje la inflación al 3 por ciento mensual que el ministro Sergio Massa se había propuesto para abril.
Los precios de febrero siguieron en torno al 6 y el 6,5%, según estimaciones privadas del indicador que el Indec dará a conocer mañana y que, en términos interanuales, acumularía una suba del 102%, cifra inédita desde 1991.
En tanto que para marzo el panorama luce peor, según anticipan en la Rosada: “En marzo habrá además una suba estacional que llevará el índice arriba del 7 por ciento”.
De ahí que la inflación de abril ya no empezaría con el mentado 3% de Massa, sino en el orden del 5 o -en el escenario más optimista- el 4%.
Otro dato a tener en cuenta es que, con la inflación en alza, el Banco Central se vería obligado a aumentar las tasas de interés, lo que sería todavía más nocivo en términos de actividad.
De manera que en el año electoral, el oficialismo llegará a la votación de octubre con una economía a las puertas de una recesión, el poder del salario alicaído y una suba de precios que, de no retroceder, volvería a rozar los tres dígitos.
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