ENFOQUE

Alimentos medicados para animales

Por medio de la Resolución 1119/2018 del Servicio Nacional de Sanidad y Calidad  Agroalimentaria (Senasa), a partir del 2 de enero pasado quedaron cancelados los registros y certificados de uso y comercialización de alimentos para animales con antibióticos y antiparasitarios. 
En tanto, la buena noticia para la ganadería es que la normativa exceptuó de esta prohibición a ciertos coccidiostatos, entre ellos la monensina, un compuesto de alto impacto en la eficiencia de los sistemas productivos intensivos.
La medida está enmarcada en el Programa Nacional de Vigilancia de la Resistencia a los Antimicrobianos, que busca prevenir la generación de bacterias que resistan la acción de los antibióticos en animales de consumo a fin de preservar la salud humana.
Con esta visión, en forma simultánea a la creación del Programa, se estableció un nuevo marco regulatorio de alimentos para animales (Resolución Senasa 5947/2015), que prohibió, a partir de 2019, todos los preparados que contengan medicamentos, sean antibióticos, antiparasitarios o coccidiostáticos.
Se resolvió retirar estas drogas de los alimentos medicados, aunque el productor puede comprarlas e incorporarlas a la dieta bajo receta veterinaria. 
Esta práctica nunca fue vedada. La medida se dispuso porque, en principio, no había forma de garantizar la estabilidad de la droga en el alimento, debido a cuestiones de farmacotecnia, pero el principal objetivo es prescindir de ese forraje medicado y que el  productor utilice la droga sólo cuando sea necesaria y prescripta por su veterinario.
¿El objetivo? Si las bacterias que desarrollan resistencia en los animales se transmiten a las personas, cuando éstas se enferman, los antibióticos no resultan efectivos.
En cuanto a la monensina, estaba en el ojo de la tormenta ya que en Europa se pensaba que, si bien la droga no se emplea en medicina humana, podía desarrollar resistencia cruzada a otras de estructura similar que sí se usan con ese fin.
Entonces, inicialmente, aquí se optó por limitar el uso de monensina como ingrediente del alimento que se ofrece en la forrajería.
Pasado el tiempo y los distintos estudios, no se encontraron evidencias científicas de que la monensina genere resistencia a otros antibióticos que se utilizan para las personas. 
Y como es una droga necesaria para los sistemas productivos y no resulta de riesgo para la salud pública, se decidió exceptuarla junto a otras drogas similares.
La Resolución 1119/2018 también dio de baja a partir del 2 de enero los antibióticos en los alimentos medicados, dado que son los mismos que se emplean en la salud humana, con lo cual la resistencia que se genera en las bacterias de los animales después puede afectar al hombre.
En el caso de los antiparasitarios, se decidió retirarlos a comienzos de 2022 para que la cadena productiva tenga tiempo de adecuarse. 
Desde el Senasa se considera que la gradualidad es la mejor forma de aplicar una norma para que sea adoptada en forma efectiva.
Ya en 2014 el Senasa comenzó a trabajar en conjunto con el Ministerio de Salud de la Nación en la lucha contra la resistencia antimicrobiana. 
Se tomaron muestras en los frigoríficos de bovinos, porcinos y aves, buscando bacterias comunes a los animales y las personas, y se evaluó el porcentaje de resistencia a diferentes antibióticos, sobre todo a aquéllos que se utilizan en cuidados intensivos en los hospitales.
El estudio científico de la monensina es una muestra de la seriedad con la que se trabaja en el Senasa, aunque la mayor carta de presentación de la Argentina es tener un plan integral de vigilancia de la resistencia antimicrobiana donde confluyen médicos y veterinarios, algo que sucede en pocos países de Sudamérica. Esto está muy bien visto por los mercados internacionales más exigentes.

(*) Médico veterinario. Dirección de Productos Veterinarios del Senasa.