Aplicar la bioseguridad no debe ser una medida emergente, sino permanente. Se debe pensar como un proceso continuo de inversión y no como un gasto.
Entre las enfermedades que afectan a las aves, existe un grupo que por su impacto comercial, productivo y/o zoonótico son reguladas por el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa), que es la autoridad nacional en la materia, a través de programas de prevención, control o erradicación según corresponda.
El Programa de Sanidad Aviar implementa actividades enfocadas al mejoramiento de la situación sanitaria nacional, la prevención de enfermedades exóticas como la influenza aviar (IA) y otras erradicadas del país como la enfermedad de Newcastle (ENC) y el control de enfermedades de impacto pecuario como la salmonelosis y la micoplasmosis.
Todas estas actividades se enmarcan en tres pilares fundamentales del Programa: la prevención, la detección temprana, el control y la erradicación, basados en la situación sanitaria en el país de las enfermedades aviares de mayor impacto en la producción y el mercado mundial, que son las mencionadas IA y ENC.
Entre las principales medidas sanitarias de prevención, el Senasa adopta controles en las importaciones de aves, fiscaliza las medidas de bioseguridad en las granjas, el sistema de identificación, la trazabilidad y los movimientos de animales.
Cabe destacar que cuanto más rigurosas sean las medidas de prevención, menores serán los costos de producción, ya que se invertirá menos en los tratamientos de las aves.
Si bien todas estas medidas son necesarias, resulta imprescindible que las normas de bioseguridad se mantengan estrictas en relación a las medidas de manejo destinadas a eliminar, disminuir y evitar la entrada y salida de virus, bacterias o parásitos (agentes patógenos), así como también a las acciones de manejo cotidiano en la granja.
Cualquier persona que ingresa a una granja debe conocer las medidas sanitarias que se implementan en todas sus áreas, ya que de lo contrario puede provocar la entrada de agentes patógenos que provoquen el desarrollo de alguna enfermedad en los animales.
Cabe destacar que cuanto más rigurosas sean las medidas de prevención, menores serán los costos de producción, ya que se invertirá menos en los tratamientos de las aves.
La Resolución Nº 542 del 11 de agosto del 2011 y su modificación mediante la Resolución Nº 106, del 13 de marzo del 2013, ambas del Senasa, establecen los requisitos que deben cumplirse en relación a las instalaciones, la bioseguridad, la higiene y el manejo sanitario, para el registro y la habilitación sanitaria de establecimientos avícolas de producción comercial.
Se trata de las plantas de incubación, los establecimientos de reproducción, de producción de aves para carne, de huevos para consumo; de pollos, gallinas, patos, pavos, faisanes, codornices, u otras aves criadas con fines comerciales.
Con el objetivo de detectar rápida y tempranamente la circulación de los virus de influenza aviar y de la enfermedad de Newcastle, el Senasa lleva a cabo anualmente una vigilancia epidemiológica.
La misma está destinada a detectar la posible presencia de virus o aves infectadas con cepas de ENC o IA, e involucra la atención de las notificaciones de mortandad, un muestreo anual, sistemático y dirigido a zonas y subpoblaciones de aves de mayor riesgo.
Los resultados de la vigilancia epidemiológica de los últimos años permiten demostrar con validez estadística y científica la inexistencia de actividad viral para ambas enfermedades y por lo tanto, el mantenimiento del estatus de país libre de enfermedad de Newcastle y de influenza aviar de declaración obligatoria.
(*) Veterinaria Programa Nacional de Sanidad. Aviar del Senasa.
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