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ENFOQUE

Continúa la saga del biodiésel con EE.UU.

Esta semana el Departamento de Comercio de los Estados Unidos aplicó derechos antidumping contra el biodiésel argentino en un rango de 54% al 70%, que se suman a los derechos compensatorios anteriores que llegaban del 50% al 64%. 
Es totalmente irracional aplicar dos veces un arancel de ingreso, vía derechos antidumping y otro arancel vía derechos compensatorios, llevando la protección o barrera arancelaria  superior al 120% . 
Esto equivale a matar a un muerto, si con los derechos antidumping aplicados previamente ya era suficiente para "prohibir" el ingreso del biodiésel de nuestro país. 
Las autoridades de nuestro país deberían hacer un fuerte reclamo ante una medida totalmente irracional y considerarse algún tipo de "actitud hostil contraria a los intereses comerciales de la Argentina basados en reglas y normas dentro del comercio global". 
En la medida que el proceso de reclamo por parte de la Argentina y se demuestre la inexistencia de ventas con práctica de dumping y menos aún una relación de causalidad de daño entre las exportaciones y la producción norteamericana. 
No hay dudas de que se trata de un artilugio legal para ir preparando el terreno para cuando la Argentina, a partir de enero 2018, pueda hacer el reclamo formal ante la OMC (Organización Mundial de Comercio). 
Esta nueva medida aplicada por el gobierno americano ha tenido un doble impacto dentro de su mercado interno. Por un lado ha quitado del medio a un jugador muy competitivo como lo es la Argentina, por otro lado ha ido desapareciendo la competencia externa dejando a la industria de biodiésel local en EE.UU con un mercado cautivo y además han aumentado los precios de la gasolina justamente por la falta de competencia ya que ahora monopoliza el mercado
Al no contar con el biodiésel importado la industria de biodiésel americana se ve obligada a recurrir a un aumento en el costo del transporte interno, tanto del aceite de soja crudo como  del transporte para entregar el biocombustible en las distribuidoras de combustibles. 
Se ve favorecida entonces la industria local pues ante un mercado cautivo y monopolizado por muy pocas empresas pueden trasladar el aumento del costo de transporte y producción  interna, aumentando de esta forma el precio final de la gasolina. 
El mayor costo por la ineficiente producción y transporte del biodiésel americano lo terminan pagando el consumidor en el surtidor, los transportistas y el farmer americano que ve reducida su competitividad de los cultivos por aumento en su costo de producción.
Carbio, la Cámara Argentina de Biocombustibles, considera que las autoridades en Estados Unidos han contemplado erróneamente los costos reales en la Argentina, en una forma similar a lo que en su momento hicieron en la Unión Europea (UE). 
Como se sabe, la Organización Mundial del Comercio ya declaró a esa metodología como injusta y contraria a las reglas.

Houston, tenemos un problema
Luego de los aranceles impuestos, en forma provisoria y ahora duplicada por la aplicación de derechos compensatorios, los americanos están comenzando a darse cuenta que la medida no ha sido muy acertada y todo indica que se ha tomado sobre la base de un ataque repentino de nacionalismo americano, sin un análisis previo de la economía del negocio. 
Con la nueva impronta que Mr. Trump le está imprimiendo a su gobierno, los americanos han dejado de ser pragmáticos a la hora de hacer negocios y se han contagiado de un nacionalismo que terminará por afectar la competitividad de los Estados Unidos a algunas áreas de su economía nada menores, el transporte y su producción. 
En primer lugar, los Estados Unidos no pueden reemplazar con producción de biodiésel nacional, el volumen de importación de biodiésel que era abastecido por nuestro país, 1,5 millones de toneladas durante todo el 2016. 
Veamos: los Estados Unidos exportan 1 millón de toneladas de aceite crudo de soja por año. En la teoría, ni derivando el 100% de sus exportaciones de aceite de soja para ser utilizadas para biodiésel en su mercado interno es suficiente para compensar la caída de 1,5 millones de biodiésel importado. 
En la práctica los americanos mantienen su mercado de exportación de aceite de soja y no derivan un solo litro para su mercado interno. Las proyecciones del USDA para el 2017/18  muestran un aumento de la molienda de soja americana de 1,23 millones de toneladas de soja. 
Este volumen de molienda equivale a una producción de aceite de soja con destino a biodiésel de 221 mil toneladas, muy lejos de los 1,5 millones de toneladas importadas. 
En el mismo informe, el USDA proyecta un aumento en el consumo de aceite de soja (uso comestible y biodiésel) de 500 mil toneladas para el 2018, que no concuerda con las 221 mil toneladas de aceite de soja resultantes del aumento de su molienda de soja interna, algún cálculo parece estar mal hecho. 
El dato más preocupante de todos es que el gobierno americano, a través de su agencia de medio ambiente y energía, estaría por reducir el porcentaje de corte obligatorio de sus  combustibles fósiles con base en combustibles vegetales y renovables. 
De esta forma, EE.UU. borra de un plumazo su política de aire libre y utilización de combustibles no fósiles.


(*) Analista de mercados.

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