Cuando el Gobierno de Donald Trump anunció la imposición de aranceles a la importación del biodiésel proveniente de la Argentina, en un nivel que en la práctica nos impedía ingresar a dicho mercado, no se imaginó el efecto dominó que iba a provocar en el resto de las grandes potencias.
Casualidad o causalidad, nunca lo sabremos, sólo tenemos los hechos concretos que nos permiten analizar el efecto y reacciones que produjo en la Unión Europea y en China.
A las 48 horas del anuncio de Trump de la imposición de aranceles a nuestro biodiésel, el Gobierno chino anunciaba la apertura del mercado de aceite de soja proveniente de la Argentina.
China llegó a ser el primer importador de aceite de soja de nuestro país, algunos años atrás, y hoy ese lugar lo ocupa la India. Los chinos se han dado cuenta que si procesan más poroto de soja para abastecer su demanda de aceite doméstico, van a tener una mayor producción de harina de soja que no podrán colocar fácilmente en su mercado interno.
Todo se reduce a una cuestión de análisis económico en cada una de las etapas del proceso, y en este análisis nuestro país ha demostrado ser el más competitivo para producir y exportar aceites y subproductos de la molienda de soja.
A poco de conocerse el anuncio de China, se conoció la apertura del mercado europeo al biodiésel procedente de la Argentina, en cumplimiento de un fallo favorable a nuestro país, al que se había acusado de maniobras de dumping.
Hasta el 2013, la Argentina fue el principal exportador que abasteció de biodiésel a la Unión Europea, y ahora estamos a pocas semanas de poder confirmar la reapertura de dicho mercado, luego que se aprobara la readecuación de aranceles conforme al fallo de la Organización Mundial de Comercio (OMC), que determino la inconsistencia de los derechos anti-dumping aplicados a las importaciones de biodiésel argentino.
Fuentes de agencias marítimas dieron cuenta la primera semana de septiembre que había un barco nominado para la carga 30,000 toneladas de biodiésel en los puertos del Up River, con destino a España.
Todo indica que el ingreso del biodiésel argentino al mercado europeo ya es un hecho, y en las próximas semanas, definidos los nuevos aranceles de importación, comenzarán a llegar nuevos vapores que volverán a embarcar biodiésel con destino a la Unión Europea.
La primera duda que surge es si fue estrategia de Estados Unidos eliminar a la Argentina como su principal proveedor de biodiésel, a precios supercompetivivos, para reemplazar el volumen de importaciones por mayor biodiésel de producción nacional a precios muchos más caros. O fue una estrategia previamente pensada y estudiada para favorecer a las empresas con mayor capacidad de procesamiento y concentrar aún más la industria de biodiésel en su país.
El análisis sectorial nos muestra que en los Estados Unidos existen 119 plantas que procesan biodiésel contra 33 plantas que tiene la Argentina.
En Estados Unidos existen 63 plantas de biodiésel que representan el 53% del total existente, con una capacidad de procesamiento de 3,750 toneladas al mes, pero que aportan solamente el 7% de la producción de biodiésel total. Y existen 12 plantas que representan el 10% del total existente, con una capacidad de proceso de 31,550 toneladas mensuales y aportan el 62% de la producción total.
Entre medio existen 43 plantas medianas que representan el 36% del total existente, con una capacidad de 15,800 toneladas al mes y generan el 31% de la producción total.
Una evaluación muestra que la sustitución de importaciones que busca aplicar los Estados Unidos favorecerá en una primera aproximación a 12 principales empresas que concentran el 62% del mercado.
Sin embargo, el análisis económico interno en Estados Unidos indica que no pueden producir su biodiésel local a precios competitivos, o dicho de otra forma reemplazar el biodiésel argentino por el de producción nacional significa que los ciudadanos americanos tendrán un combustible mucho más caro, con esta medida "pseudo-nacionalista" del Gobierno americano.
De lo contrario, porque los americanos no producen más biodiésel siendo el mayor productor de soja del mundo, con 120 millones de toneladas y el segundo exportador de poroto de soja por 61 millones de toneladas. No hay dudas de que si fuera negocio, los americanos lo harían.
Los norteamericanos han dejado de ser pragmáticos a la hora del comercio global, como lo han sido siempre y de alguna forma se habían anticipado a los cambios que ha sufrido el trading de commodities, esto es comprar donde más convenga si el precio es menor que el producido localmente.
Pero ahora han dado un paso atrás, y no han tenido en cuenta que ya no están solos en la aldea global, donde China e India aparecen como las sombras más poderosas del nuevo orden mundial.
En el caso de la Argentina existen 33 plantas que procesan biodiésel de las cuales 11, el 33 % del total existente producen el 75% del volumen total. Hay otras 22 plantas que representan el 67% del total existen pero en volumen realizan el 25% del total producido en el país.
A las primeras empresas, las podemos denominar de "gran escala" tienen su producción orientada casi en su totalidad a la exportación. En cambio las empresas menores, localizadas más en el interior del país, orientan su producción al mercado interno para cumplir con el corte obligatorio del 10% dispuesto por el Gobierno.
Por este motivo la medida de Trump, hasta que aparecieron China y la Unión Europea en escena, afectaba más a las grandes empresas exportadoras (AGD, Bunge , Cargill, Explora, Louis Dreyfus, Molinos Río, Noble Argentina, Renova , Unitec Bio y Vicentín) impactando en su negocio, afectando el ingreso futuro de divisas y poniendo en riesgo la mano de obra de un sector que supo desarrollar el principal clúster de producción y exportación de biodiésel de soja del mundo.
Por lo pronto, Estados Unidos se está rezagando en su participación en el comercio agrícola global, dando paso a otras grandes potencias, como China e India por el lado de la demanda , y Rusia como principal exportador de trigo, girasol y segundo exportador de maíz del mundo.
Y las empresas chinas están ahora como exportadores radicadas en Brasil, la Argentina y hasta dentro mismo de Estados Unidos.
(*) Analista de mercados.
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