En Bolívar, los productores piden que no llueva por varias semanas: necesitan mucho sol para que se evapore el agua que desde hace seis meses vienen acumulando los campos. Los días cortos de invierno, con bajas temperaturas, no ayudan y tampoco es que los días secos garantizan la solución del problema, pero al menos no lo empeoran.
Esta crisis provoca enormes pérdidas económicas. “Sin contar números invisibles como abortos y pérdidas de preñez, que es difícil de ponerle un número, se pierde alrededor de un presupuesto municipal por inundación, que equivaldrían ahora a 600 millones de pesos”, sostiene Fernando Alzueta, presidente de la Sociedad Rural de Bolívar.
En seis meses ya llovió la misma cantidad que la media anual. Y hay más de 200 mil hectáreas inundadas. Pero la lluvia no es el único problema. El agua no sólo viene del cielo, Bolívar recibe lo que baja de localidades inundadas como Daireaux, Henderson y Guaminí. También llega a la zona el agua de Córdoba, una de las provincias más afectadas por la inundación. Ni el arroyo Vallimanca, ni el canal “La Estrella”, ni la laguna Alsina soportan tanto caudal y desbordan.
A esto se suma otro problema: los canales clandestinos que hacen los productores en un intento de salvar sus campos. Se estima que hay alrededor de 200 y con esta maniobra desvían el cauce natural y se incrementa el riesgo de que se inunden los pueblos y las calles.
“Bolívar tiene aproximadamente 3000 kilómetros de canales legales. En los momentos más críticos, los clandestinos desbordan a esos canales y el agua corre por adentro de los campos”, dice Mariano Ruíz, secretario de Asuntos Agrarios. Esto explica que luego brote de las napas de la tierra.
“Ahora dejó de llover. Esperemos que siga así hasta la primavera. Estamos tratando de bloquear la entrada de agua de otras localidades y de limpiar los canales para enfrentar la emergencia. Pero se necesita de trabajos a mediano y a largo plazo”, manifiesta el funcionario.
“Lo que pasa es que no se hicieron obras hidráulicas desde hace muchos años. Y ahora se ha perdido mucha plata y vamos a tener un año muy duro”, se queja Pedro Cisneros, criador de pollos y de cerdos, y agrega: “Cosecha de trigo no va a haber prácticamente. Y estamos a dos meses de sembrar la cosecha gruesa, que es la soja y el maíz, y está todo inundado. No se va a poder hacer nada”.
Hasta el momento se estima que se perdió entre un 35 y 40% de soja, un 30% de cereal, un 10% de girasol (la mayor parte se cosechó antes de la inundación), entre un 15 y un 20% del maíz y casi toda las pasturas para alimentar al ganado.
FUERTES PÉRDIDAS
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