El mal clima no da respiro a numerosos productores agropecuarios, en especial a los que sufren los malos caminos rurales y están en campos bajos, quienes no pueden sembrar los cultivos de invierno como el trigo, la cebada o centeno y terminar de levantar los de verano, soja, maíz y sorgo.
Tal es la situación que el Panorama Agrícola Semanal (PAS) de la Bolsa de Cereales porteña se vio en la obligación de reducir sus estimaciones de siembra de trigo de la actual campaña 2017-2018 en 100 mil hectáreas.
De este modo la superficie triguera a implantar sería de 5.4 millones de hectáreas, un 1,8 % inferior a lo previsto anteriormente, disminución causada por anegamientos y los excesos de humedad que se concentran en las regiones del sur y norte de La Pampa, oeste, centro y sudoeste de Buenos Aires y Cuenca del Salado.
En medio de esta situación, el especialista en agro-clima, Eduardo Sierra, elaboró un informe estacional para la Bolsa porteña, en el que señaló que “a dos años de iniciado el intenso episodio de El Súper El Niño 2015-2016, el sistema climático comienza a presentar signos de evolucionar hacia un estado más cercano a la normalidad”.
Mientras que reconoció a esta columna que los dos años de El Niño fue “de una perturbación muy grande” y su salida “deja el sistema climático perturbado cuatro o cinco años”.
Sierra explicó que “el peor año es el segundo, el período 2016-2017” y que “esta limitante va a estar presente en las dos próximas campañas agrícolas”.
Para el analista, el gran problema actual “son los caminos rurales que no existen, ya que después del tercer año de lluvias son arroyos, además de las obras mal concebidas y mal hechas y otros factores como la falta de puentes”.
“Es un sinsentido decir que teniendo cosechas récord estamos cercados por el mal clima, ese capital agua que vino permitió muy buenos rindes, pero se perdieron 1.2 millón de hectáreas sembradas en terrenos muy bajos, una inversión muy grande de mucho riesgo que se fue”, dijo.
En la campaña 2016-2017 que no logra terminar se sembraron 25 millones de hectáreas de gruesa, lo que significó 110 millones de toneladas de granos, cereales y oleaginosas.
Otro de los conceptos que Sierra aclaró es que “no estamos en un impacto productivo, es decir una merma, como causó La Niña 2008-2009, cuando la producción bajó el 30 por ciento y fue una de las causas del conflicto entre el campo y el Gobierno de Cristina Kirchner que comprendió que no iba a recaudar lo que esperaba”.
Lo que ocurre en estos momentos es que el mal tiempo persistente aumenta mucho los costos: “no sembrar es el efecto colateral malo de una cosa buena que es tener agua, los norteamericanos darían dinero por estas lluvias ya que atraviesan un período de sequía”.
Los años Niño son buenos para la campaña de granos gruesos y sólo son buenos para la fina en el Oeste.
El agroclimatólogo abrió una puerta de esperanza al prever que despeje en los próximos días y en la semana se pueda sembrar.
Alcanzar la normalidad, en resumen, va a tardar tres años más: “los procesos de este tipo son como una enfermedad, estamos en la convalecencia de El Niño y las cosechas van a ser buenas, pero va a haber problemas de siembra, por los caminos intransitables y la falta de maquinaria adecuada”.
Mientras que desmitificó que la Tierra transite por un cambio climático malo, la producción agrícola mundial se ha duplicado mientras que no pasó lo mismo con el número de población, pero reconoció que hay medio grado más de temperatura respecto de lo que sería un promedio normal.
Sostuvo también que hay más dióxido de carbono en la atmósfera que es un fertilizante, “un poco más de lluvia, de calor, estamos en el paraíso de las plantas” consignó al destacar que seguirán en la Argentina las cosechas récord.
Además precisó que, a medida que transcurra el invierno 2017, se observará una moderación de los procesos atmosféricos, que posibilitará el camino a la estabilización del sistema climático.
No obstante, se producirán frecuentes situaciones de tiempo nublado y húmedo que, aunque no aportarán grandes cantidades de agua, dificultarán el avance de las labores, a la vez que retardaran la reducción de los excesos hídricos existentes.
La primavera experimentará una gradual reactivación de las precipitaciones, que aumentarán, desde valores moderados en su inicio, hasta registros abundantes, en su parte final.
No obstante, la Región Núcleo productiva, que abarca gran parte de Santa Fe y Córdoba y el norte de la provincia de Buenos Aires, apunta a sumar 100 mil hectáreas con maíz, que significará la afirmación del cultivo con un 10% más que el año pasado.
Se trataría de un total de 1,1 millón de hectáreas de la campaña de granos gruesos 2017-2018 que empieza en primavera, informó la Guía Estratégica para el Agro (GEA) de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR).
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