De carne somos, pero siempre y cuando el bolsillo aguante, porque la fuerte suba que tuvo el producto como consecuencia de la inflación, de la quita de retenciones y la devaluación, generó una fuerte caída del consumo: la demanda cayó al peor registro de los últimos cinco años, según se desprende de un informe que a difundió la Cámara de la Industria y el Comercio de Carnes (Ciccra).
Entre enero y mayo pasados, el consumo por habitante retrocedió un 6,3% y quedó en un nivel de 55,7 kilos/año. Hay que remontarse a los primeros cinco meses de 2011 para encontrar un indicador más bajo que ese, cuando el consumo fue de 53,2 kilos/año en medio de un fuerte repunte de los precios al público.
Según Miguel Schiariti, presidente de Ciccra, el aumento del precio de la carne a principios de 2016, sumado a que "más del 50% de la población sigue con salarios del año pasado", son los factores que golpearon el consumo. "Hay un fuerte cambio a cortes más baratos, pero no sólo se compran cortes más baratos, sino otras carnes como pollo y carne de cerdo", indicó.
En precios, Ciccra relevó que en mayo hubo un alza del 3,1% en el valor promedio de este producto. Y que el acumulado desde enero reflejó un salto del 46,6%, bien por encima de la inflación. En cambio, de acuerdo con esa entidad, en el acumulado de 2016 el kilo de pollo disminuyó 5,4%, mientras la carne porcina subió un 7,4% respecto de comienzos de año.
Según un empresario de la industria avícola, pese al menor precio en los primeros cinco meses del año el consumo de pollo retrocedió cerca de un 15%. En tanto, en el sector porcino destacan que la carne de cerdo está 25% más barata que la de vaca, pero con un mercado saturado. Subió en 25.000 toneladas la faena y, además, hay mayor oferta generada por el aumento de las importaciones, que los primeros cinco meses fueron de 8549 toneladas contra 4044 toneladas de 2015, una suba del 100 por ciento. En este contexto, hay un atraso en la demanda de animales en pie.
Ausente en la mesa
La falta de un plan económico integral que ataque a la inflación como primera medida se hace evidente y en esta difícil coyuntura, hay una imagen palmaria: la carne, el alimento tradicional y casi insustituible en la mesa de los argentinos, poco a poco, comienza a ser eliminada de la canasta básica. Es en este contexto que un informe de la Cámara de la Industria y Comercio de Carnes y Derivados (Ciccra) advirtió que en el cuarto mes del año se faenaron cerca de 900.000 animales, lo que representa un descenso en la producción bovina del 10,9% con respecto al mismo mes del 2015.
Frente al ajuste de la producción de carne, se mandaron a los mataderos menos animales que hace un año, mientras el consumo per cápita de carne vacuna retrocedió entre los primeros cuatrimestres de 2015 y 2016, ubicándose en 56,2 kilogramos/año, la cifra más baja desde 2012 y un 5,2% menos con respecto al año pasado. Ajustada como está la ganadería, el valor promedio de la hacienda bovina se incrementó en las góndolas en un 60,4%, con respecto a 2015, y para los consumidores, comerla comienza a ser un lujo.
"Tras la devaluación, la carne nunca volvió a sus valores naturales. Esto es así porque no hay suficiente control en la comercialización ni en la intermediación, y porque los consumidores, que continúan con el mismo poder adquisitivo que el año pasado, hoy acceden a menos kilos de carne y optan por productos más accesibles", explicó el Secretario General del Sindicato de Trabajadores de la Industria de la Carne, Silvio Etchehun.
La crisis golpea
Con una inflación interanual que los especialistas ya proyectan en un 42%, con el poder de compra de la gente reducido en un 60%, "se consume cada vez menos y esto se ve reflejado, sobre todo, en la producción vacuna, pero también en otras que no escapan a los tarifazos, al incremento en los alquileres y al factor climático, por ejemplo, que afecta la provisión de suficiente ganado para la oferta y encarece el alimento", aseguró el referente sindical.
En este marco, el sector, advirtió Etchehun, no escapa a las dificultades para mantener el empleo y evitar el cierre en los frigoríficos: "En Quilmes, en el ex Finexcor, hay 800 trabajadores que luchan por mantener su trabajo", y lo comparó con "lo que viven la mayoría de los trabajadores en la Argentina. El Gobierno tiene que tomar medidas directas para generar poder adquisitivo en la gente; si la capacidad de compra baja mes a mes, mientras la inflación aumenta, no hay consumo, se compra menos carne y se vende más cara, porque el productor tiene cada vez mayores gastos fijos".
Lo enumerado, más las imprevistas inclemencias climáticas, que matan al ganado y anegan caminos, encareciendo aún más el traslado, inciden negativamente en la oferta bovina: "Todo configura un cóctel que termina perjudicando al productor y al consumidor, que ve cómo la canasta básica se va por las nubes mientras su salario sigue por el piso", concluyó Etchehun.
CAMBIO DE HÁBITOS
La carne sube y el consumo baja
Por la inflación y el fuerte aumento del precio, la demanda cayó 6,3% en los primeros cinco meses del año.
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