La intensificación agrícola sustentable puede resolver buena parte de los problemas que tiene el sistema de producción que predomina en el país, señala Octavio Caviglia, investigador del INTA Paraná y del CONICET.
“El crecimiento de los cultivos durante la mayor parte del año, asemejando lo que sucede en un sistema natural, mejora el suelo y el almacenaje de agua en el perfil”, sostiene el especialista.
El dato es contundente: “en la Argentina se producen sólo 3 kilos de grano por cada milímetro de lluvia, cuando se podrían lograr de 9 a 12 kilos”. Con esta afirmación comienza Octavio Caviglia la segunda capacitación del programa Agricultura Consciente 2015 de Nidera. En cuatro videos publicados en www.agriculturaconsciente.com el especialista detalla las razones por las cuales es conveniente aplicar herramientas de intensificación agrícola. Caviglia sostiene que el sistema agrícola predominante en el país, basado en el cultivo de soja “en muchos casos como monocultivo”, desperdicia recursos. “En la región pampeana se reciben 1.000 milímetros de lluvia anuales, y los sistemas basados en soja sólo aprovechan un 40% a 45%, el resto no sólo se desperdicia sino que el agua disponible que se pierde provoca procesos degradativos como erosión, arrastre de nutrientes y otras situaciones que reducen la sustentabilidad del sistema”, explica el técnico.
Pérdida oculta
El especialista indica que “lo más grave es que el cultivo de soja, al ser muy plástico, no refleja en sus rendimientos esta pérdida de la capacidad productiva, que muchas veces no es percibida por los productores a nivel de rendimientos ni de resultados económicos, lo que hace que la situación continúe agravándose”.
Por lo tanto, a través de la intensificación agrícola lo que se busca es incrementar el uso de los factores determinantes de la producción -tierra, capital, trabajo y conocimiento-, procurando aumentar la productividad y manteniendo o mejorando la calidad de los recursos naturales que están involucrados en el sistema.
Caviglia detalla dos tipos de estrategias de intensificación. Las primeras (Tipo 1) están basadas en aplicar el conjunto de buenas prácticas agrícolas para incrementar la productividad individual de cada cultivo. “Esto incluye elegir la mejor fecha y densidad de siembra, el genotipo adecuado, ajustar la dosis, fuente, forma y momento de aplicación de fertilizantes, y manejar las adversidades con prácticas de manejo integrado”.
En tanto, las estrategias Tipo 2 consisten en tomar medidas a nivel de la secuencia de cultivos, incrementando el número de cultivos que se realizan por año, recurriendo a cultivos dobles o cultivos de cobertura en los períodos de barbecho.
Los distintos tipos de estrategias de intensificación tienen un impacto diferente sobre la eficiencia en el uso de los recursos y sobre la productividad de los sistemas. Las estrategias de Tipo 1 logran incrementar la eficiencia en el uso del agua entre un 20% y un 30% y la eficiencia del uso del nitrógeno entre un 10% y un 20%. Mientras que las estrategias de Tipo 2 logran mejorar la cantidad de recurso que se captura, es decir de agua, de radiación solar que se intercepta o de nutrientes absorbidos.
INTENSIFICACION AGRÍCOLA
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