Nací en Junín en el barrio de las Morochas. Calle Alsina, a pocas cuadras de la cancha vieja de Argentino. Iba a colgarme arriba para ver los partidos. Era la época dorada del básquet de Junín, donde se llenaban las canchas. Yo me trepaba al paredón para ver los juegos si no había lugar. Estaban los Biurrun, los Chemile... cada club tenía un par de hermanos en sus filas.
La cancha de Ciclista era de polvo de ladrillo y flejes de chapa. Por ahí saltaba un fleje y paraban el partido para clavarlo.
Ya en el barrio estaba el empedrado y pasaba el colectivo blanco por una esquina y el rojo por la otra, había dos líneas y luego se agregaron el azul y el verde.
Me tocó vivir una gran pedrada en Junín, que estuvo un largo rato para irse el hielo porque ni máquinas había para sacarlo. Estábamos jugando con los chicos y comenzaron a caer baldes de piedra. Salimos de raje cada cual a su casa. Fue aproximadamente en 1951.
En el barrio jugábamos a la pelota. Se hacía con una media y papel adentro.
La primer pelota que conseguí de goma, la agarré cuando pasaron por Junín Perón y Evita, que iban tirando juguetes. Alcancé a manotear una. Yo tenía 6 años. Y jugábamos en la calle donde pasaba el colectivo, que era de empedrado. A las cuatro o cinco semanas se nos escapó la pelota y venía el colectivo: la hizo pomada. Estuvimos llorando un mes más o menos.
Fui a la escuela 7, al lado de casa. Fui con Lamelza, Traverso, De Benedetto y Larrory, que afinaba los pianos.
A los 12 años nos fuimos del barrio, porque le alquilábamos a los Horane. Mi viejo fue protocolista en la escribanía Ordiales. Había hecho una moneda e hizo una casa en Aparicio y Garibaldi. Ahí comencé a frecuentar el club Junín, me hice socio. Ahí tenías que jugar a las bochas, a la paleta, al básquet...y tenías que saber nadar. Pero al tenis no se podía jugar porque estaban los viejos de antes. Era la época que todavía existía el ligustrín. Justo en ese entonces explotó Vilas. Y sacaron el ligustrín y podíamos espiar como jugaban. Estaba el Pato Albarello, Marcelo Batac, el Mono Espila. Pero los que mejorcito andaban eran Omar Valdéz –que todo lo hizo bien, porque hasta que no era el N° 1 no dejaba de jugar- y el Negro Campos, que era el hijo del canchero.
A mi viejo le habían mandado de la Fundación Evita pelotas y raquetas de madera. Me regaló una raquera pero la dejé colgada en casa. Hasta que un día fui a probar. Me senté en el banquito y los viejos me miraban. Cuando terminaron de jugar los encaré a Omar Valdéz y al Negro Campos para ver si podía pelotear un rato. A regañadientes accedieron. Y comencé a hacer lo que me dijeron y les gustó. Ahí me largué a jugar.
Luego me fui a estudiar abogacía a Buenos Aires y directamente me fui a River. Ahí conocí a Gabriela Sabatini, que tenía 6 años. Estaba Daniel Fidalgo de entrenador y un día me invitó a ver qué me parecía. La chica le pegaba con las dos manos. Hacía frontón y jugaba sola, le pegaba con una y la recibía con la otra. Me acuerdo que le dije: “esto es una cosa de locos, a esa edad ya le pega con las dos manos… increíble”.
Lo que sucedió fue que me casé, vinieron los hijos y me volví a Junín. Peró allá había conocido a Mabel Vrancovich y la traíamos los sábados a dar clases acá. Y me fui profesionalizando.
En el club Junín arrancaba a las 7 de la mañana porque a las 12 venían los grandes. Hice una escuela grandísima. Estuve 21 años. Había sumado a la gente de Nan, que daba clases en Vélez Sarsfield y se había venido al Golf, al Social y después dejó a todo el mundo en banda.
Llegué a dar clases en las dos canchas de tenis, en las de paleta y en la cancha de básquetbol. Tenía tres ayudantes.
Fue la única escuela de tenis de Junín que tiene campeones provinciales y nacionales en distintas categorías: Martín Torretta, Victoria García Lusardi, Andreína Rossi, Malena Galván, Florencia Minervino, Clarisa Rossi. Es más, Lusardi-Rossi ganaron el torneo Gran Premio de la Manzana en Mendoza. Y además los Torneos Bonaerenses. Victoria ganó seis torneos en Florida (EE.UU.) a mejicanas, colombianas, rusas, venezolanas, y entró al torneo mayor. Melisa Cansado llegó hasta el final en un gran torneo, pero no alcanzó a clasificar. Fue un torneo donde se juntaban las mejores tenistas menores del mundo.
Un año cambió la comisión directiva del club Junín y me rajaron. Eso que el tenis era uno de los poquitos deportes que les dejaba plata. Tenían trescientos y pico de adicionales que le pagaban al club arriba de la cuota mensual.
Me fui a BAP, que tenía una cancha hecha y construí dos más. Estuve 15 años y se fueron conmigo un montón de jugadores. Estuve quince años. En el medio me otorgaron el título de profesor y me invitaron al Cenard para potenciar un grupo de chicos. Fue maravilloso porque a los pibes le hacían todos los estudios en un mismo lugar, tenían dietista y dormíamos en los hoteles ahí.
Ahora estoy en el club Rivadavia.
El mejor tenista de la historia argentina fue Guillermo Vilas. El inventó el Top, que ahora lo usa Nadal. Raspa la pelota para que acelere. Fue el mejor drive de la historia del tenis.
COMENTARIOS