La llama olímpica llegó ayer a Tokio para engalanar una ceremonia en un estadio vacío, después de que Japón y los organizadores de los Juegos Olímpicos prohibieran el jueves la asistencia de espectadores en la mayoría de las pruebas deportivas, ante un aumento de contagios de coronavirus en el país provocado por la variante Delta.
Bajo un cielo gris y lluvioso, exactamente dos semanas antes de la apertura del evento deportivo previsto para el 23 de julio, la llama olímpica llegó en una linterna que fue entregada simbólicamente a Yuriko Koike, la gobernadora de Tokio.
"Estoy feliz de que acojamos el relevo de la llama con este legado que mostramos orgullosos en casa y en el extranjero", declaró Koike, luego de que los organizadores de Tokio-2020 y las autoridades japonesas anunciaron que prohibían a los espectadores asistir a las pruebas deportivas en la capital y limitaban la asistencia a algunos lugares fuera de Tokio, como el departamento de Fukushima.
Una medida sin precedentes
Esta nueva medida, sin precedente en la historia olímpica, llega después de la prohibición de público procedente del extranjero en marzo, y el aplazamiento el año pasado de los Juegos de Tokio a causa de la pandemia.
La disputa a puertas cerradas casi total fue decretada después de una decisión del Gobierno japonés de reinstaurar el estado de emergencia sanitaria en Tokio hasta el 22 de agosto, ante el aumento de los casos de Covid-19 y la propagación de la variante Delta, más contagiosa.
Este dispositivo, que cubrirá todo el periodo de los Juegos Olímpicos, que concluyen el 8 de agosto, establece especialmente restricciones para bares y restaurantes.
El relevo de la antorcha olímpica -algo que inicialmente se suponía que suscitaría entusiasmo- quedó relegado a pequeñas ceremonias de encendido de la llama sin espectadores, después de que se prohibiera el acto en las calles de varios departamentos y en Tokio.
El archipiélago japonés registró comparativamente pocas muertes en relación a su población, 15.000 en 126,3 millones, mientras el registro oficial de contagios llega a 815.785.
Sin embargo, poco más del 16% de la población (20,1 millones) se vacunó por completo y los expertos temen que la variante Delta provoque una nueva ola que podría desbordar el sistema sanitario del país.
Por el evento deportivo se esperan unos 11.000 deportistas de cerca de 200 países, además de 4000 atletas paralímpicos, y miles de funcionarios, jueces, periodistas y sponsors.
Los japoneses se debatían entre la cólera y la resignación, con los periódicos advirtiendo que la puerta cerrada podría no ser suficiente para detener la progresión del Covid-19.
La preocupación por el virus y su propagación
El periódico japonés Nikkei estimó en un editorial que la prohibición de público no bastaría para frenar la propagación del virus.
"Incluso sin espectadores hay temor de que las infecciones se propaguen ya que decenas de miles de visitantes ligados a los Juegos Olímpicos, sin contar a los deportistas, vienen a Japón", escribió el periódico.
En el plano económico, los Juegos a puertas cerradas deberían tener un impacto negativo "bastante insignificante" para Japón, dijo hoy el economista Masamichi Adachi a AFP.
El PIB de Japón, tercera potencia económica mundial, debería incluso crecer en el segundo semestre de 2021, mientras el avance en la vacunación permitirá el restablecimiento del consumo, según Adachi.
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