El periodista de TyC Sports le avisa a Santiago Lange que el canal repetirá en pocas horas la hazaña de su oro olímpico en los Juegos de Río 2016. Y el regatista de 58 años, que está en Italia para intensificar su preparación con vistas a los próximos Juegos, todavía inciertos, le responde de modo amable que no verá la transmisión. “Tengo que mirar a Tokio”, dice Lange. Optimista y tozudo, como corresponde para un deportista top, Lange ve unos Juegos que, sabemos, deberían haber comenzado esta semana. Pero que la pandemia atrasó para dentro de un año, aunque todavía nadie puede asegurar hoy que la competencia está confirmada.
Aun cuando es uno de los países que mejor está resolviendo la pandemia, Japón (cerca de 27.000 casos y de 1.000 muertes) no podría haber celebrado los Juegos en la fecha prevista. Ni siquiera en una especie de “burbuja” en Tokio, como la que está montando la NBA en Orlando para reiniciar la temporada dentro de cuatro días. La NBA puede hacerlo porque es una competencia nacional. Y, aunque Estados Unidos, a diferencia de Japón, es con Brasil el país que quedó más expuesto con la crisis del Covid 19, parece cierto que los jugadores de la NBA están entonces mejor protegidos en su “burbuja” de Disney que en cualquier otro lugar del territorio nacional. Difícil imaginarse una solución similar para los Juegos de Tokio, con atletas de doscientos países.
El problema no sería entonces Tokio, donde, si bien el Covid impone alertas, hasta comenzaron ya las competencias de sumo, con público en las tribunas.
Aficionados distanciados, con barbijo y con prohibición de alentar. Solo aplausos.
Y ya llegará el fútbol. El problema sería, ante todo, Estados Unidos. En rigor, hoy Japón prohíbe el ingreso a su territorio a ciudadanos de 129 países. Citamos a Estados Unidos no solo porque lidera esa lista con más muertes y contagios. Y no solo porque es el país líder del medallero olímpico. Lo citamos porque los Juegos, además de deporte, también son negocio. Y la TV dueña de los derechos de transmisión es estadounidense. La NBC compró derechos hasta el año 2032 por un total de 8.000 millones de dólares. ¿Cómo no acordar con ella la realización de los Juegos? ¿Cómo pensar que la NBC aceptaría unos Juegos sin atletas de Estados Unidos?
El alemán Thomas Bach, presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), dijo que solo piensa en “Juegos normales”. Es decir, con atletas de todos los países y gente en las tribunas. Pero “Juegos normales”. Lo dijo porque, entre tantas especulaciones, se habla de Juegos sin Villa Olímpica. Más que “burbuja”, una Villa Olímpica podría convertirse en un poderoso foco de contagio. Bach reforzó su optimismo después de que en julio fue reelegida la gobernadora de Tokio Yuriko Koike, firme impulsora de unos Juegos que ya no defienden en cambio todos los japoneses. El candidato opositor directamente quería cancelar los Juegos.
El viernes pasado, decenas de opositores a los Juegos marcharon con barbijo frente al Estadio Nacional de Tokio. Consideran “una locura” que los Juegos hayan sido programados para dentro de un año. Los Juegos tenían antes un setenta por ciento de apoyo de la población. Encuestas difundidas semanas atrás mostraban que el apoyo había caído al 50 por ciento y el diario Japan Today informó el viernes que la cifra cayó a un 25 por ciento, señal más que preocupante para el Comité Olímpico Internacional (COI). Un día antes, Tokio sufrió un récord de 366 contagios y el rebrote hundió al 50 por ciento los fuertes índices de apoyo que tenía el gobierno en el tratamiento de la pandemia.
Japón invirtió ya 12.000 millones de dólares en las Olimpíadas. El retraso de un año significa un gasto extra de entre 2.000 a 6.000 millones más. Cancelar los Juegos, dicen los especialistas, implicaría un costo mucho mayor que celebrarlos.
El problema, entonces, dejaría de ser exactamente económico. El problema sigue siendo el coronavirus. La falta de una vacuna que, se supone, sí debería llegar a tiempo para julio de 2021. Tan poderoso es el símbolo que ofrecen los Juegos -exagerado o no- que el rey Felipe de España citó el viernes a las Olimpíadas de Barcelona 92, como ejemplo de recuperación en su país, como todos, también devastado por la pandemia. Eso quiere Tokio. Que los Juegos de 2021 sean acaso una señal de que la pesadilla del Covid ha terminado.
ENFOQUE
Los Juegos de Tokio abrieron una grieta
Suspensión, reprogramación y la posibilidad de que Estados Unidos no presente a sus atletas.
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