Nací en Sacanta, un pueblo cerca de las Varillas, en la provincia de Córdoba. Estuve hasta los 10 años. Mi padre era Constructor y estábamos viviendo en Cosquín. En aquella época, igual que ahora, no había trabajo. Entonces recorríamos ciudades. Estando en Sumampa, salió una obra grande en Junín. Vino e hizo una casa de dos pisos. Ya nos instalamos acá. Primero estuvimos frente al Sanatorio, en la peluquería de Mémoli, que en la parte de atrás tenía dos piezas, cocina y baño. Luego nos fuimos a Jean Jaures 126.
Nada que ver esa ciudad con la de hoy. Ibamos a calle Chile y se terminaba Junín. Conocí el famoso puente de calle Alsina, que cuando se inundaba no se podía pasar.
Tuve la suerte en esa época de ver la Laguna de Gómez completamente seca. Hasta fuimos con otros tres chicos y en el medio de la Laguna comimos unas naranjas y nos volvimos.
Terminé sexto grado y luego hice hasta tercer año comercial, a la noche, que era lo que exigían en ese momento.
Entré a trabajar a Foto Ridas como cadete y aprendí todo lo referente a la fotografía. Era todo blanco y negro. Se usaba el rollo 120 y el 620. Cuando no había del más chico, al más grande se le hacía un agujero con un clavo y se lo adaptaba para que encastrara en la cámara igual.
Me tocó el servicio militar. Como soy piloto de planeador, pedí como destino la escuela de aviación militar en Córdoba. Estuve doce meses. Fui a grupo Estudio, que era una zona especializada de fotografía. Ahí revelé mi primer diapositivo color. Es que en ese lugar fue la primer parte del país donde se hizo color.
Yo jugué al ajedrez desde los 6 años. Me enseñó mi padre. Antes de venirme acá, en Villa María se había hecho un preselectivo de la provincia de Córdoba y San Luis, para ir a jugar a Santiago del Estero la final del campeonato Argentino. Salí segundo. Luego nos vinimos a Junín y no pude participar. En esa oportunidad salió campeón Oscar Panno, que luego fue al mundial de Helsinski y salió campeón.
Acá jugaba en el Círculo Italiano, en el Centro Español y en el Club Sarmiento, que estaba en calle Rivadavia. En Sarmiento había un jugador muy famoso, de apellido Palmieri, y todos teníamos la meta de ganarle a él.
El presidente del Círculo de Junín era Gregorio Fernández, que tenía las barracas sobre la Avenida de Circunvalación. Y mi primer triunfo sobre un jugador de primera categoría fue contra él.
Luego por cuestiones de trabajo me salió la oferta de ir a trabajar a Semanario. Yo no podía ir a jugar individualmente, pero sí en equipo donde fuimos campeones con el Círculo Italiano. Estando ahí sucedió lo del famoso accidente de los cinco ajedrecistas que iban al campeonato Argentino. Yo tenía una gran amistad con Pepe Vítola, era de San Lorenzo igual que yo.
Luego de dos años de este hecho me llamó Hermenegildo Pietrobón, que era director de Deportes de la Municipalidad, para ver si me quería hacer cargo de la Escuela Municipal de Ajedrez. Me hice cargo y a los tres meses se hizo un congreso de profesores en Nechochea. Fui a perfeccionarme. Estaba Jorge Berguier de Capital, que me apoyó muchísimo con Estancia Educativa, enviando material y otras cosas referentes al Ajedrez.
De la Escuela Municipal salió nada menos que Diego Flores, también Hernán Catelli, Javier Chiponi.
El Peoncito
Fui a Santa Fe a jugar un campeonato iberoamericano con Diego Flores. Lo ganó Diego con 11 años recién cumplidos. El organizador fue Eduardo Tomazzi, de Rafaela que me dio una planificación de la organización del torneo.
Entonces cuando vine acá lo propuse en la Dirección de Deportes. En ese interín llegamos a diciembre y el Ing. Abel Miguel llamó a todos los funcionarios a explicar lo que habían hecho durante todo el año y lo que querían para el año siguiente. No dudé y propuse organizar este torneo acá, totalmente gratuito. Miguel lo pensó un rato me dijo “hágalo”. Fue una tremenda responsabilidad. Se hizo en el Colegio Normal. La primera delegación que llegó fue Necochea al mando del profesor Carlos Hospitaleche con 50 jugadores. Me quería desmayar. Juntamos como trescientos chicos allá por el ´93. Vinieron hasta de la ciudad de Salta.
Durante 25 años solamente una vez no se pudo hacer porque el Regimiento no nos daba alojamiento por problemas internos. El año pasado por el festejo de los 25 años le entregamos una plaqueta al Ing. Miguel, otra al hijo de Julio Henestrosa, una medalla de plata a Hugo Cortés y premiamos a dos profesores: Alberto Cuesta, de Córdoba, que vino 24 años consecutivamente y Jonatan Monje –ahora árbitro internacional- que estuvo presente en los 25 años.
¿Diego Flores? Un fenómeno consagrado. Empezó conmigo en la escuelita participando en torneos de la provincia de Buenos Aires y fue ampliando su espectro a la nación haciendo su carrera propia. Todos los torneos que viajábamos juntos en una Traficc, de ida y vuelta, jugábamos partidas completas a ciegas. Eso le dio una calidad y cantidad informativa y de análisis espectacular. Dos veces lo vi llorar. Una fue en los Torneos Bonaerenses cuando perdió contra Lisandro Lebensohn que le ganó muy bien. La otra en Brasil, en un Sudamericano. Venía invicto y a la noche se fueron a jugar al fútbol. Llegaron como a las tres de la mañana, hasta entraron gritando “Argentina, Argentina”. A la mañana siguiente perdió con un chico de Zárate, que había ganado la noche anterior con una Siciliana y Diego no lo había visto porque se fue a jugar al fútbol.
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