Confieso que, cuando en el primer tiempo vi a Matías Moroni lanzado a un metro del try lo di por hecho. Es tan brillante Moroni, mezcla ideal de coraje y talento, tan disciplinado además, que celebré antes de tiempo. No conté con el manotazo desesperado de Bryn Hall que le hizo perder la pelota a Moroni ya dentro del in goal. Iban 36 minutos. De un posible marcador de 10-7, Jaguares terminó yéndose al descanso 3-10. En el segundo tiempo Moroni fue también protagonista en las otras dos únicas chances que tuvo Jaguares. Pero el partido ya era de Crusaders, dominador sicológico. Curioso, la mejor franquicia neocelandesa fue superada en casi todas las estadísticas por Jaguares. No en la más importante: el marcador final de 19-3.
En aquella jugada clave, Moroni podría haber elegido tal vez deslizarse sobre el césped húmedo para llegar con más chances de try al in goal. O pasarle a Matías Orlando que venía a su lado. Qué fácil decirlo desde la cama. Es cierto, es ridículo quedarse fijado a una jugada. Pero sucede que hubo apenas un try en todo el partido. El resto fueron penales. Y la final, más allá del engañoso marcador final, fue cerradísima. Demasiado pateada (no siempre con acierto). Y con Crusaders obligado a cambiar de estrategia y a ceder iniciativa para esperar el error rival. Por eso el lamento. Pero las lágrimas de Jaguares, a no dudarlo, pasarán con las horas.
Política y simplificaciones al margen, Jaguares, es cierto, es fruto de un proceso
Crusaders, todopoderoso campeón por décima vez, demoró ocho años en ganar su primer Super Rugby. Jaguares llegó a su primera final en cuatro. Hay futuro por delante.
Crusaders, está claro, era el superfavorito. Defensor del título e imbatible en casa. Pero era imposible no ilusionarse con el milagro después de la formidable victoria de Jaguares ante Brumbies en la semifinal de Vélez. Lo hizo hasta el presidente de la nación, Mauricio Macri, en plena campaña por la reelección. “En los primeros tiempos nos mataron, perdíamos todos los partidos”, dijo Macri, hablando de Jaguares, al inaugurar el martes un tramo de autopista de la ruta 3. “Pero pasaron cuatro años y ahora estamos en la final, jugando de igual a igual. Significa que los argentinos podemos. Esto que hicieron ellos (Jaguares) lo vamos a hacer en cada rincón del país”. Política y simplificaciones al margen, Jaguares, es cierto, es fruto de un proceso.
El crecimiento al profesionalismo comenzó tras el tercer puesto de Los Pumas en el Mundial 2007. Plan de Alto Rendimiento (Pladar). Cinco Academias distribuidas en todo el país (Buenos Aires, Noroeste, Oeste, Centro y Litoral) que reciben semanalmente a más de 280 jugadores. Diecisiete Centros de Rugby repartidos también en toda la geografía argentina que mejoran a mil chicos de entre 15 y 18 años. Capacitación en clubes a partir de la categoría Menores de 15. Y el alto rendimiento que suma 314 jugadores, una lista que incluye a Jaguares, Pumas 7s y mujeres, entre otros. De los 40 jugadores que actuaron esta temporada en Jaguares, contó días atrás Infobae, 29 están en el proyecto de la Unión Argentina de Rugby (UAR) desde que son menores. El ejemplo más concreto, es el promisorio pilar de 21 años Mayco Vivas, detectado inicialmente en CRAR, su club de Rafaela.
Imposible no citar a Pampas XV, un seleccionado B que debutó en 2010 en la Vodacom Cup, tercera competición más prestigiosa de Sudáfrica, el país del Hemisferio Sur que más impulsó y que (desde aquella gira histórica de 1965) más ayudó al crecimiento del rugby argentino. Pumas en el Rugby Championship a partir de 2012 y Jaguares en el Super Rugby a partir de 2016. “El éxito -dijo a La Nación Agustín Pichot horas antes de la final- es injusto porque te hace olvidar del día uno”. De cuando comenzó todo.
Vicepresidente de World Rugby, Pichot, padre de la criatura, inició todo conciente de los riesgos de buscar el crecimiento ante potencias que, inevitable, provocarían derrotas y derrotas. Conciente del exitismo que podía jaquear proyectos. Y consciente también que, consolidar un sistema profesional, abriría un debate con la histórica estructura amateur en los clubes del rugby argentino.
Las nuevas competencias internacionales (Super Liga Americana) demandarán más jugadores. Crecerá el debate de clubes que reclaman derechos de formación. Es un tema clave, aunque los principales espacios los ocupen las figuras. El sábado 20 de julio Los Pumas reciben a los All Blacks en el debut en el Rugby Championship. Super Rugby y Championship componen el 90 por ciento de los ingresos de la UAR. Y a partir de setiembre Los Pumas jugarán el Mundial de Japón, en dificilísima primera fase con Inglaterra y Francia. La posta de Gonzalo Quesada, técnico Jaguar, pasa a Mario Ledesma, técnico Puma, que recibe a Jaguares entonados y suma refuerzos como Nico Sánchez, Facundo Isa y Juan Figallo, entre otros. Es un momento impensable dos décadas atrás, cuando Los Pumas caían en Wellington ante los All Blacks por 93 a 8 (sí, 93-8) y el árbitro, a pedido del piadoso capitán neozelandés, Sean Fitzpatrick, terminaba el partido antes para que la cuenta no llegara a cien. Algo ha cambiado desde entonces.
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