Ayer se inició oficialmente la 25ª edición del Encuentro Internacional de Escuelas de Ajedrez, que tiene su epicentro en el amplio complejo del Centro Empleados de Comercio de Junín, José Hernández e Ituzaingó.
Allí se efectuó el tradicional acto de bienvenida de las delegaciones y la ceremonia inaugural, tras lo cual se iniciaron las partidas en las diferentes categorías, con buen número de trebejistas participantes, como siempre bajo la organización del profesor Celso Rissolo, de la Escuela Mercantil de Ajedrez, con Jonatan Monje como árbitro y con el profesor Marcelo Reides a cargo de las tradicionales jornadas temáticas para los participantes.
Durante el acto inaugural, tras los discursos de rigor y la bienvenida a todas las delegaciones presentes, se reconoció el apoyo brindado al "Peoncito" en sus primeros años, por el ex intendente municipal, Abel Paulino Miguel; lo propio con el recordado secretario General del Sindicato Centro Empleados de Comercio, Julio Henestrosa, recientemente fallecido (recibió Diego, uno de sus hijos); a Hugo Cortés, encargado del área ajedrez del Sindicato Mercantil; al citado Jonatan Monje, quien desde el inicio está colaborando y trabajando en este certamen; y al profesor de ajedrez cordobés, Alberto Cuesta, quien participa con sus alumnos por 24 años consecutivos.
Hicieron uso de la palabra Federico Melo y Hugo Cortés, por parte del Sindicato anfitrión, dando la bienvenida a las distintas delegaciones presentes y auguraron buena suerte a los participantes.
Seguidamente fue el profesor Celso Rissolo quién hizo referencia a los 25 años vividos y agradeció a todos por acompañar tan importante evento, destacándose -en cuanto al torneo-, que los más chicos, categoría Sub-8, jugarán a once rondas; la Sub-10 a nueve fechas y el resto (Sub-12; Sub-14; Sub-16; Sub-18 y Sub-22) disputarán un total de siete rondas, todas por sistema suizo.
"Peoncito", 25 años: "El juego para no dejar de ser niño"
Sergio Gabriel Aboleya, editor de la Agencia Telam, escribió sobre "Peoncito":
"El músico y ajedrecista francés Philidor (1726-1795) escribió “Los peones son el alma del ajedrez” y tal vez siguiendo la huella de aquella máxima que vincula una pieza del juego-ciencia con su propia esencia, es que Peoncito está llegando vigorosamente a sus Bodas de Plata.
La apuesta por reunir a niños y niñas de Sudamérica en torno a un tablero de ajedrez, supone un encuentro que desde Junín ha traspasado el impacto regional para también convocar a interesados que llegaron a la ciudad del noroeste bonaerense desde Estados Unidos, España, Rusia, Ecuador, Perú, Chile, Paraguay y Uruguay (NdR.: a lo largo de las distintas ediciones).
La idea que Celso Rissolo impulsó y sostiene más allá de los avatares políticos, sociales y económicos que se suceden sin dar respiro en este rincón del mundo, confirma al menos dos presunciones: Que el ajedrez es una disciplina capaz de imantar a quienes lo cultivan y que las pasiones impulsan aventuras y coronan los sueños.
El Encuentro Internacional de Ajedrez Infantil es una celebración donde las jornadas se comparten, la vivencia cotidiana es dominada por las partidas de una disciplina donde el aprendizaje va más allá de cada lance, del territorio cuadriculado y bicolor, de las treinta y dos piezas en pugna.
“La belleza de un movimiento no se refleja sólo en su apariencia, sino en el pensamiento detrás de él”, sostuvo el maestro prusiano Siegbert Tarrasch (1862-1934), desentrañando una de las características de una disciplina que, en la pampa juninense resuena también como ámbito formativo, de camaradería, de escuela, superando la anécdota de quién gana y quién pierde y la excusa de alcanzar la cima en el torneo.
Y de esas sensaciones bien pueden dar cuenta los más de 10.000 participantes de una experiencia para la que el saber es un compendio que no se limita a la partida y cumple acabadamente con la máxima expresada por el jugador bosnio Saudin Robovic cuando señaló que “el ajedrez es una manera fabulosa para que los niños aprendan a autovalorarse y a autoestimarse”.
Peoncito hace camino al andar y aunque 25 años podría ser apenas un aniversario para el balance, la celebración o el cierre de una etapa, la mejor señal es la continuidad de un proyecto que parece tomar al pie de la letra la genial frase del escritor español José Luis García Gil que postula que “el ajedrez es un juego. Juega para no dejar de ser niño”, cerró Aboleya.
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