Al momento de describir la carrera profesional de Lionel Messi, cualquier adjetivo peca de injusticia. El sobrado talento, la eterna dedicación y sobre todo la vigencia que demostró a lo largo de sus últimos años, ya alejado del Barcelona, son un clarísimo ejemplo de ello.
Sin embargo, los números sirven para eso que tan difícil se hace como describir una carrera a la que aún todavía le quedan muy buenos y grandes capítulos por escribir. De hecho, con el del jueves pasado, frente a Canadá, el rosarino rompió un nuevo récord.
En el marco de su séptima Copa América vistiendo la camiseta Selección Argentina, el zurdo se convirtió en el jugador con más partidos disputados en la historia de la competencia, con 35. Desde aquel debut en 2007 en Venezuela con el equipo entonces dirigido por Alfio Basile, pasando por las ediciones del 2011 en Argentina, con Sergio Batista al frente, a las más dolorosas: la de 2015 en Chile y la Centenario, en Estados Unidos, ambas con Gerardo Martino como DT y con final triste por las consagraciones trasandinas.
Su historia con el trofeo comenzó a cambiar en 2019, con el tercer puesto en Brasil ante los chilenos y la consagración dos años después en el Maracaná y ante el anfitrión. El principio del período más dorado también de esta nueva generación, con Lionel Scaloni al mando. Lo concreto es que en esas 34 ocasiones previas, los números ya reflejaban la influencia de Messi con la de Argentina: 13 goles y 17 asistencias.
Es decir que participó directamente en 30 goles en 34 encuentros. Ayer sumó uno más. Una verdadera locura. Un distinto, sin ningún tipo de precedentes. Realmente indescriptible. Como ha sido y sin dudas lo seguirá siendo, una carrera a la quedan algunas historias más.
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