Nací en Junín en el barrio del club Sarmiento. Una barriada hermosa, grandes amigos, siempre jugando a la pelota, molestando a los vecinos con los compañeros del barrio y de la escuela.
También jugué un tiempo al básquetbol, de chico, en el club Sarmiento. Estaba el recordado Alemán Naso como entrenador de los más chiquitos.
Pero lo mío fue el fútbol. Arranqué de pequeño. Me acuerdo que me llevaba mi abuelo a la escuelita de Sarmiento a los 5, 6 años.
Pero empecé jugando de delantero, algo totalmente diferente a lo que me dediqué después. Me gustaba. Era muy grato jugar arriba, hacer goles. Es una sensación más linda atacar que tratar de evitar los goles.
Sin embargo, me mandaron al arco en Sarmiento y enseguida me fui a BAP por cuestiones que estaban mis amigos. Acá me dijeron si quería atajar, pero como estaba Andrés Giménez me decidí por seguir jugando.
Y me pusieron de lateral por la izquierda. Estaba Oscar Alfredo Bonnot como entrenador e hice todo el torneo en esa posición. Fuimos subcampeones. Muy linda experiencia.
De ahí me fui a Platense. Resultó que el Longa Romero reclutaba jugadores y me dijo si quería ir a atajar allá. Se hizo una prueba en la cancha de Rivadavia, y ese día me salieron todas. Fui preseleccionado y comencé a viajar a Buenos Aires. Me acuerdo del esfuerzo enorme de mis viejos para bancarme la combi. Fui como cinco veces hasta que pude quedar.
En el mientras tanto me surgió la posibilidad de probarme en River Plate y, para no desaprovechar, hice las dos pruebas.
Tuve la suerte de quedar en Platense, y comenzó otra historia. Una experiencia muy linda. Pasé de ver a los jugadores de primera en la tele a tenerlos al lado mío. Me fue muy bien. Apenas quedé, jugué en quinta, hice buenos partidos y enseguida me subieron a reserva. Me quedé tres años.
De ahí me vine a Sarmiento, que me trajo Hilario Bravi para jugar la B Metropolitana. El profe era Martínez Córdoba. De arquero estaba también Néstor Benedetich. Justo se había ido Arrabal.
Como jugadores estaban Tití Mastrángelo, el Vasco Olavarriaga, Andrés Alonzo, Pablo Zárate. Personalmente me fue muy bien. Me gustó defender los colores de Sarmiento, de mi ciudad.
Primero me costó entrar, pero con el correr del tiempo me gané la titularidad. Gracias a Dios ese año pudimos conservar la categoría. Al año siguiente seguí con Mario Finarolli, donde alterné el arco con Gerardo Fazio.
Me quedó una sensación hermosa de haber podido defender los colores del club del barrio donde nací y viví, de la ciudad, y la verdad que es una alegría enorme.
Después quedé libre. Me dediqué a estudiar Educación Física. No quería jugar más al fútbol, pero los ingresos económicos de la familia no eran de los mejores. Me llamaron para jugar de Defensores de Salto y tuve que decidir. Había rendido el ingreso bien en el Instituto pero no pude hacer la carrera. Me fui a Salto e hice un buen año.
Luego me llamaron de El Linqueño para encarar lo que en ese entonces era el Regional. Enseguida atajé dos penales y clasificamos al Argentino C. Lo jugamos y ganamos. Ascendimos al Argentino B.
Tuve un período en el que me fui a Chile, a probar en el Audax Italiano y Palestino. Me había llevado Horacio Simaldone, que jugó en San Lorenzo de Almagro, pero por cuestiones entre el representante y los clubes no se pusieron de acuerdo y tuve que retornar.
Volví a El Linqueño a jugar el Argentino B. Luego llegué a Junín porque me salió un trabajo en Lombardi. También tuve un paso por La Loba de Junín donde me fue bien.
Me volvieron a convencer de jugar afuera. Me fui a la Liga de Venado Tuerto. Estaba el Pampa Biaggio. Jugué tres partidos, tuve un accidente y no atajé más.
No veo diferencias en el futbol que jugaba al de hoy. Sí noto que se lo prepara más al jugador. Hay más herramientas como nutricionistas, psicólogos deportivos y otras cosas para que el jugador no sufra, llegue bien. Antes no teníamos nada, ni entrenadores de arqueros. Hoy sí están, te enseñan cómo tenés que patear, te hacen trabajar con diferentes pelotas por lo que pesan.
En cuanto a jugadores, hay muchísimos valores en la Argentina. Hay que saber explotarlos desde la parte infantojuvenil hacia adelante. De esta manera se logrará potenciarlos y que peguen el salto de calidad.
Hace trece años que tengo una escuela de arqueros. Llevamos una ideología de formación donde se mezclan los valores de la educación y el compromiso con el entrenamiento. Estas dos cosas tienen que ir de la mano, junto con la familia apoyando siempre.
¿Maradona o Messi? Diferentes épocas y diferentes estilos. Los dos de otra galaxia. No se pueden comparar.<
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