Argentina logró ayer levantar por tercera vez la Copa del Mundo. Fue en Qatar, en el primer mundial disputado en territorio árabe. Allí, en esas coordenadas lejanas para la vida cotidiana argentina, un hombre se vistió de héroe: Lionel Messi.
La Pulga, que había logrado todo vistiendo la camiseta del Barcelona FC, cumplió con el mandato que le exigía la estatura de su carrera: ganar el mundial, para sentarse definitivamente en la mesa de los más grandes del fútbol argentino y de todo el planeta.
El guión estaba escrito: así como Mario Kempes, el ídolo de la conquista de la primera, en Argentina 1978, le pasó la posta a Diego Armando Maradona, para repetir la proeza en México 1986, el rosarino estaba llamado a escribir su nombre en el máximo trofeo del fútbol internacional. El más codiciado.
La relación entre Messi y los mundiales comenzó en 2006, cuando el por entonces juvenil futbolista era la joya del Barcelona, pero ya había dado muestras de su potencial en el Mundial Sub-20 de Holanda, un año antes, cuando lideró al equipo de "Pacho" Ferraro directamente a la gloria.
Su primera experiencia mundialista no fue la mejor. El DT José Pekerman prescindió de él en el partido de cuartos de final, que terminó con derrota por penales frente a Alemania.
Cuatro años más tarde, en Sudáfrica, con Diego Maradona como entrenador, todo hacía pensar que la gloria estaba al alcance de la mano.
Pero nuevamente Alemania se interpuso en el camino y sacó al conjunto albiceleste en la ronda de ocho mejores, con una inapelable goleada, 4 a 0. En Brasil 2014, Messi comenzó brillando en la fase de grupos pero luego se fue eclipsando en las rondas finales, frente a la figura del volante central Javier Mascherano, erigido como el gran abanderado de aquella Selección que perdió la final frente a Alemania, en tiempo suplementario.
El paso fallido por Rusia 2018 aparece, en una visión retrospectiva de la historia, como un paréntesis de crisis, anarquía y desorganización, en el rico historial de la Selección nacional. Conducido por Jorge Sampaoli, el equipo argentino se marchó temprano, en octavos de final, con un Messi que nunca tuvo a disposición un contexto favorable para explotar su potencial.
Ya con 35 años, Qatar 2022 era la última chance realista para cumplir con el legado de Kempes y Maradona. De la mano de Lionel Scaloni como DT, un grupo renovador, futbolistas jóvenes que comprendieron el rol de uno de los mejores jugadores de todos los tiempos, Argentina alcanzó el tan ansiado título, luego de un camino plagado de altibajos, pero con sobradas muestras de capacidad para sobreponerse a la adversidad.
"Que la gente se quede tranquila, que este grupo no la va a dejar tirada", había prometido Messi, luego de la sorpresiva derrota en el debut, ante Arabia Saudita. Veinticinco días después de aquella declaración, la Selección se alzó con la Copa del Mundo. El "10", al final del recorrido, cumplió su promesa.
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