PALABRA AUTORIZADA

Sergio Lippi: “Me queda la satisfacción de haber contribuido al crecimiento de Sarmiento”

En una entrevista con Democracia, el histórico DT del Verde recordó los inicios en el fútbol, analizó la carrera como entrenador y compartió el presente en Lincoln. También contó cómo conoció a Marcelo Bielsa y el inédito encuentro con Alejandro Sabella antes del mundial de Brasil.

Sergio Lippi habló con Democracia.
Sergio Lippi habló con Democracia.

“Método Monchi” es un libro que aborda y desarrolla el lugar ocupado por Ramón Rodríguez Verdejo en el Sevilla de España. Más conocido como Monchi, en el libro se describe el proceso dirigencial aplicado al fútbol que encabezó el exfutbolista en su función, y reinvención, de Director Deportivo.
Si bien aún no se escribió, tal idea podría aplicarse en lo realizado por un ícono del fútbol local, y sobre todo en el mundo Sarmiento: Sergio Lippi.
El “Método Lippi”, basado en el liderazgo, el estudio del fútbol y el trabajo arduo, serían los pilares del DT que supo dirigir en cuatro categorías diferentes a Sarmiento y escribir la historia grande del representante en la máxima categoría que tiene nuestra ciudad.
En una entrevista a fondo con Democracia, Lippi compartió su presente en Lincoln, en la Academia Javier Mascherano, analizó sus pasos por Sarmiento y recordó sus inicios como futbolista en Jorge Newbery.

-¿Cómo fue que se dio su arribo a la Academia Javier Mascherano?
-Tengo una amistad de años con Walter Tame que es el representante de Javier. Venía saliendo de un problema de salud y me invitó a participar. Yo había trabajado mucho en la formación en mis comienzos, ya que es algo que me gusta y por eso me integré al grupo.

-¿En qué consiste el proyecto?
-En el desarrollo de futbolistas: aceitar esa transición que hay en el futbolista del interior al fútbol profesional. Hay muchos chicos de todo el país a quienes trabajamos con un grupo de profesionales de todas las áreas, como entrenadores, preparadores físicos, psicólogos y nutricionistas, para ayudar y darles todas las herramientas que creemos que son necesarias y, más en estos casos, sin la urgencia de dirigentes para estas etapas de formación. Ahora tenemos la suerte de contar con una casa-club en el mismo predio.

-¿Cuáles son sus tareas diarias?
-Sería un director deportivo: muy cerca de las necesidades de los entrenadores, de la captación, que es fundamental. La idea es que se puedan anexar chicos con condiciones para desarrollar el trabajo con ellos.

-¿Por qué se le dio ese lugar?
-Trabajé mucho en esta área y requiere cierta tranquilidad, algo que no te da el fútbol profesional.

-¿Cómo es el tipo de futbolista que pretenden alcanzar?
-No tenemos un biotipo o parámetro, es decir, tiene que ser alto o tener determinada cantidad de resistencia. Yo creo que la única herramienta es el talento para la elección. Después se verá cómo se va formando y desarrollando. Me da la sensación de que en la Argentina estamos viviendo un estancamiento en el fútbol infantil: al no existir más los potreros y las cuatro o cinco horas diarias que el chico jugaba sin nadie que le diera indicaciones. A eso hay que suplantarlo y el secreto está ahí: que una sesión de fútbol infantil se parezca más a una clase de educación física y no a un entrenamiento del Barcelona. Ahí es donde está el problema, ya que, a medida que el chico va creciendo, aparece el formador y le va diciendo: ´esto sí´, ´esto en este sector de la cancha no´, etcétera. Por eso, en la base de esa pirámide, el adulto tiene que aparecer lo menos posible y el chico tiene que aprender jugando.

-Pareciera que el error es nocivo.
-Al contrario. Es importante en edades tempranas para que pueda aprender: se visibiliza y se trata de solucionarlo. El chico tiene que mostrarse con la mayor naturalidad y el entrenador tiene que participar lo menos posible. Es nocivo en el fútbol de Primera división. Si vas a cometer un error, que sea nuevo. Si un jugador de Primera comete tres veces un mismo error, hay una dificultad ahí.

-Hace referencia a la palabra ´entrenador´en chicos de edades tempranas. De hecho ¿no le parece que un mal que atraviesa a nuestro fútbol es la abundancia de entrenadores y no de formadores en las categorías juveniles?
-Coincido. El que dirige un partido o un entrenamiento de fútbol infantil no para de dar indicaciones y eso lo que hace es limitar al chico y le quita naturalidad: no gires, jugá a un toque, frenala. Todo eso está mal. Así como lo hacían los viejos formadores. A medida que el chico va creciendo y evolucionando, ya aparece el formador que lo va guiando. ¿Qué dice (Marcelo) Bielsa? Que todo aquel que se dedique a la formación de futbolistas tiene que tener un método: a partir de 12 o 13 años. Otros dicen que hay que jugar porque el chico resuelve jugando. Yo estoy más cerca de lo que dice Bielsa: a partir de una edad y del nivel que tiene el chico, tiene que haber un método porque si los seguís haciendo jugar a grandes edades, el talentoso lo va a resolver, pero hay una gran población de futbolistas a quienes los tenés que guiar un poquito porque tienen menos capacidades y se pueden atrasar. En Primera división el fútbol es en equipo, yo no concibo que se haga de otra forma porque es el soporte de esa capacidad individual.

-¿Qué representa la figura de Marcelo Bielsa para usted?
-Es una persona que dignifica la profesión. Hemos llevado jugadores de Junín a Rosario cuando él llamaba, siendo captador de futbolistas en todo el país para Newell´s, y pedía jugadores en función de un puesto.

-¿Cuándo y cómo lo conoció personalmente?
-Fue cuando trabajaba con Martín y Jorge (Funes), quienes también son grandes admiradores de Bielsa. Siempre hablábamos de que lo teníamos que conocer para charlar de fútbol. Conozco una persona que es amiga de Marcelo y le trasladé esa inquietud. Nos dio el teléfono y lo llamamos durante más de un año. Le pasé el contacto a Jorge para que lo siguiera llamando y un día nos llamó él a nosotros: íbamos a un entrenamiento en Douglas Haig y nos dijo que en quince minutos estaba en el predio. Organizamos todo y nos reunimos en la casa donde vivían los chicos y estuvimos tres horas a puro fútbol. Fue una experiencia brillante. Son esas charlas de fútbol que te enriquecen porque vienen de un tipo súper profesional, súper preparado, de una persona que está varios escalones sobre el resto.

-¿Qué fue lo que le dijo sobre los autos de los jugadores del plantel?
-Nosotros entrenábamos en un predio que está fuera de Pergamino, saliendo como para Salto. Él fue a la cancha de Douglas y nosotros hacíamos un mecanismo de cambiarnos en el estadio e irnos en un micro al predio, es decir, que quedaban todos los autos ahí. Él estaba mirando los autos y, en base al parque automotor, nos dijo: ´Yo ya sé el plantel que tiene usted´. Ya se daba una idea.

-¿Qué balance personal hace de su carrera como entrenador?
-Debería haber empezado antes porque tuve posibilidad y, por distintas situaciones, no comenzó. En especial la decisión de irme a trabajar antes con Héctor Rivoira. Son años que se pierden y después no se recuperan. Si se puede, el entrenador debe nutrirse de una etapa anterior a ser entrenador por primera vez: en etapas inferiores y/o como un entrenador alterno. Ahora, estamos hablando de fútbol que es un deporte que, haciendo todo mal, vos podés ganar. Entonces, eso tira por tierra todo lo que te estoy diciendo. 

-¿Qué análisis hace de sus pasos como entrenador de Sarmiento?
-Tuve la suerte de participar en el crecimiento deportivo del club. Cuando fui por segunda vez, Sarmiento estaba último en el torneo de la Primera B Metropolitana. Tras armar un plantel de jerarquía, logramos ascender. Luego en la B Nacional, terminamos detrás de grandes equipos como Gimnasia y Rosario Central, teniendo en cuenta que, cada vez que Sarmiento había ascendido, había descendido al año siguiente. Esa campaña quedó tapada porque después vino otro ascenso. Me queda la satisfacción de haber contribuido al crecimiento deportivo de Sarmiento. Hoy es un equipo muy respetado, algo que no era así cuando subimos nosotros. 

-De todos los pasos por Sarmiento: ¿Cuál sería el 11 ideal de Sergio Lippi?
-Van a estar todos jugadores que consiguieron algo porque en este análisis también forma parte la eficacia. Partimos de un sistema de 4-3-3: arquero: (Lucas) Ischuck. Defensores, vamos con línea de 4: (Pablo) Aguilar, (Roberto) Tucker, (Daniel) Delgado y (Nicolás) Demattei. Un mediocampo con tres jugadores: (Martín) Andrizzi, (Yamil) Garnier, (Gervasio) Núñez. Y tres delanteros: (Ezequiel) Cerutti, (Héctor) Cuevas y (Nicolás) Sánchez. 
También quiero mencionar segundas opciones en algunos puestos importantes: (Claudio) Flores, en el arco; (Gustavo) Benítez, como segundo central; y (Wanchope) Ábila, como segundo centro delantero.

-Crucero del Norte de Misiones, Douglas Haig de Pergamino, Sarmiento de Junín, Instituto de Córdoba: ¿Por qué no se dio la posibilidad de dirigir técnicamente en Buenos Aires?
-Cuando tuve las posibilidades eran los momentos en los que estaba en Sarmiento y entendí que no eran los momentos para ir. La carrera te lleva por subes y bajas.

-¿Es real la pica que existe entre hinchas de Sarmiento y Douglas?
-Es más de la gente de Pergamino que de la gente de Junín. Pasa que la situación de Sarmiento ha ido cambiando mucho con una gran evolución y estabilidad en categorías importantes. Esto tiene que ver con la capacidad dirigencial de Sarmiento, traduciendo los logros deportivos en infraestructura. Viene un jugador de hace veinte años atrás y no tengo dudas de que se va a asombrar por lo que es hoy en día el club. De hecho, me parece que eso es algo no reconocido en su dimensión real. 

-¿Qué le genera a usted eso?
-Hoy no estoy cerca del club como para tener una opinión. Sí estuve y lo he hecho. Hoy se le puede criticar por el aspecto deportivo, pero hay que englobar todo. Veo demasiada histeria en la gente. El tránsito de Sarmiento en Primera siempre va a ser difícil. 

-¿Cómo planteó el debut de Sarmiento ante Rosario Central, en el Gigante de Arroyito, en el regreso a la Primera B Nacional?
-Mantuvimos la base del torneo anterior y se anexaron jugadores importantes. Sabíamos que, si manteníamos la tranquilidad y el orden, teníamos a Cerutti en un momento desequilibrante. No era un jugador conocido y en frente había un equipo de la “A”. Tras una jugada personal de él y el centro a Cuevas vino el gol y el orden lo llevó adelante. Nos motivó mucho la mañana el diario de Rosario que decía: ´El rival no es Sarmiento. Es la camiseta de Central´. Hicimos bastante hincapié en ese título y sabíamos que nos podíamos llevar algo.

-¿Y el debut en Primera ante el River de Marcelo Gallardo?
-No llegamos de la mejor forma y había jugadores que se habían anexado a último momento. Además, fue una noche de Teófilo (Gutiérrez) imparable. En el otro torneo nos toca arrancar contra Boca y fue mucho más parejo, en el que perdimos por un gol.

-¿Volvería a trabajar en Sarmiento?
-Estoy muy cómodo donde estoy. Sé que las cosas están muy bien, pero no tendría ningún problema en hacerlo en algún momento. Lo que no me gustó fue el manejo que tuvieron con Martín (Funes), quien tuvo más de diez años en distintas áreas del club. Esas son las cosas del fútbol profesional que no me gustan. Si sus enormes condiciones están supeditadas a lo que ocurra en cinco partidos, me parece que no es justo.

-¿Qué cree que le puede aportar un jugador como Lisandro López en Sarmiento?
-Despierta ilusión. Un jugador de semejante trayectoria, tenerlo acá, genera eso. Rápidamente hay que ponerlo en modo descenso. A veces escucho que hablan de una copa internacional y no lo creo así. Acá hay que sumar puntos porque el objetivo es salvarse del descenso. Aspiro a que le vaya bien tanto a él como al nuevo cuerpo técnico.

-¿Qué recuerdos tiene de Raúl Azconzábal?
-Fue técnico mío en Newbery donde tuvimos la suerte de compartir muchos torneos y finales felices. Una época muy especial para el club. Después estuvimos en Moreno, también con otro ascenso, y después yo trabajé como preparador físico en Sarmiento, en el año 87, con Raúl de técnico. Por eso, cuando se critica tanto al club, habría que darse una vuelta por el pasado para ver cómo estaba años atrás. Tengo una relación muy cercana a Raúl y siempre lo valoré mucho. Vi crecer a Juan Manuel que lo tuve en la escuelita de fútbol, en divisiones inferiores de Moreno y siempre tuve una relación.

-¿Qué le genera ver el crecimiento de Juan Manuel y que esté en la elite del fútbol nacional?
-Ya de chiquito mamó mucho fútbol porque el padre lo llevaba a todos los entrenamientos y estaba todo el tiempo con los jugadores. A medida que fue creciendo se perfilaba como un futbolista con capacidad de liderazgo, así que no me sorprende su carrera ni tampoco lo que está haciendo como entrenador. Recuerdo que una vez nos enfrentamos, yo dirigiendo a Patronato y él a San Martín de San Juan, y era medio raro. Qué cosa las vueltas del fútbol y de la vida.

-¿Y Chacho Villafañe?
-Otro entrenador muy cercano por lo de Newbery. Un adelantado. El primer ascenso al Nacional viene de la mano de él. Ganarle Newbery a River fue de la mano de él. Son cosas que, estoy seguro, no se valoraron y dimensionaron en la medida que tendría que haber sido. Había estado mucho en el fútbol profesional, había trabajado con Griguol y nos posibilitó un gran acercamiento a él. Inclusive la escuela de técnicos se crea con una gran ayuda de Griguol que es el padrino. Nosotros tuvimos tres entrenadores referentes, distinto entre ellos, pero muy valiosos, en la época de éxito de Newbery: Omar Valdez terminaría el triángulo.

-¿Qué cosas destaca de cada uno?
-De Villafañe: el trabajo en el campo. Bastante esquemático producto de aquella época. De Valdez: su capacidad conceptual y lectura de juego. No tanto trabajo de campo, pero mucho concepto. Quizás lo opuesto a Villafañe. Y Azconzábal: la parte organizativa. Muy vivo para armar planteles y elegir jugadores. Hoy tenés muchas ventajas para ello que antes no había.

-¿Cómo era el Lippi jugador?
-Tuve una lesión en la rodilla a los 19 años que me cambia un poco el rumbo de mi carrera. Atravesé una cirugía importante con una rehabilitación con todo lo que implicaba en aquella época. Yo en el año 77 jugué tres partidos en un año. En dos años tuve tres cirugías y eso genera una no continuidad en la carrera. Era un volante central que Villafañe me pasa a marcador central. Me hubiera desarrollado mejor en esta época, ya que, antes, los defensores centrales eran más bien fuertes, expeditivos, sólidos y muchas veces al borde de la mala intención porque se permitía más la fricción física. En cambio, yo, como era volante, tenía otra característica. 

-¿Qué tenía ese Newbery?
-Ese equipo estaba plagado de jugadores que, no tengo dudas, jugarían en cualquier equipo de Primera división. Molina, Traverso, Morán, Pondal, López, Tomino, Massari o Cabañas; jugadores que marcaban una gran diferencia y, por esas cosas del fútbol, quedaron en Junín. Ellos pasaban a jugar el Nacional y jugaban como uno más. Vale aclarar que antes costaba mucho: el jugador del ascenso solo jugaba en el ascenso y tenía un mayor roce cuando se jugaba el torneo Nacional. Así apareció Talleres o Instituto que venían del interior. El secreto de Newbery fue una camada de muy buenos jugadores que llegaron y quedaron todos juntos.

-¿Qué lugar les da a los jugadores de las inferiores del club?
-Siempre tiene que haber espacio para los futbolistas surgidos del club, pero eso tiene que formar parte de un proyecto. El fútbol profesional que se ha híper-profesionalizado tanto necesita una Secretaría Técnica con, mínimo, tres personas. La misma debería elegir al entrenador en base a un proyecto y, a partir de ahí, empezar consensuar con él. Si él dice: ´Quiero traer a tal 9´. Explicarle: ´Mirá, tal 9 no porque tenemos a este delantero en la Reserva y queremos darle minutos´. Ahí es cuando se empieza el proceso. 

-Es un poco complejo considerando el fútbol que tenemos.
-El dirigente tiene que tener una gran capacidad de liderazgo y confianza en la Secretaría Técnica. Si la vas a tener y después a los jugadores los elige el Presidente, ¿para qué tenés a la Secretaría? Hay que dejarle espacio para que desarrolle sus acciones en función de un proyecto. Además, hay que disminuir el margen de error, que siempre lo hay.

-¿Cómo se construye el liderazgo de un grupo?
-Es un tema que me apasiona. Estoy permanentemente analizando a los entrenadores y las conducciones. El paradigma de la conducción cambió porque el fútbol cambió. Ahora es necesario explicar los fundamentos de las decisiones y habilitar a que el futbolista consulte. El jugador valora que lo que vos decís se alinee con lo que haces: no poderoso con los débiles ni al revés. Todas esas situaciones generan un compromiso hacia el entrenador. La injusticia con un integrante del grupo, desmorona toda la confianza.

-¿Cómo fue el encuentro con Alejandro Sabella previo al mundial de Brasil 2014?
-Nicolás Morente hizo el contacto para que pudiéramos ir con el profe Jorge Funes al predio de AFA a tener una charla de fútbol. Nos organizamos y fuimos en el marco de una pretemporada que estábamos haciendo con Sarmiento en Buenos Aires. Jorge se fue con el profe Blanco y yo con Alejandro. Habremos estado dos horas y pico y se corta cuando Diego Simeone va a saludar a Sabella porque estaba el Atlético Madrid en Buenos Aires. Fue impresionante: una capacidad y una sensibilidad única. Siempre la gente de Estudiantes, cuando se menciona a alguien de Junín, se sensibiliza aún más por Osvaldo Zubeldía.

-¿Algo que le haya quedado de aquella charla?
-Que siempre era importante tener un enganche en el armado de un plantel. Es un rol específico, puro, y que se puede llegar a usar o no, pero que él lo tendría a disposición.

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