Iván Delfino y Sebastián Becaccece tuvieron un duro cruce en Paraná.
Iván Delfino y Sebastián Becaccece tuvieron un duro cruce en Paraná.
ENFOQUE

El fútbol argentino, una cosa de locos

Un papelón que adquiere mayor dimensión porque los protagonistas principales, se supone, deberían dar el ejemplo. Lo ocurrido en Paraná, con el escándalo derivado de la pelea entre los técnicos Iván Delfino -exDT de Sarmiento- y Sebastián Beccacece, le hace muy mal a Patronato, a Defensa y Justicia y al fútbol todo.

No queda espacio para ningún tipo de explicación cuando se observan las imágenes. El director técnico del dueño de casa tomó del cuello a su par de Florencio Varela y lo introdujo a la zona de vestuarios en forma violenta cuando el juez había marcado la finalización de la primera mitad del encuentro. 
No hubo que esperar mucho para que a la refriega se sumaran jugadores y auxiliares de ambos planteles generalizándose la gresca. Todo muy lamentable e inexplicable. ¿El desencadenante de tamaña reacción? En el banco de suplentes local, se habría tomado de mala manera la eufórica celebración de Beccacece -fuera de la zona que le corresponde del otro lado de la línea de cal-, con gritos de desahogo y bronca. Malas decisiones de ambos. El festejo desmedido de uno y la reacción injustificable del otro.

El entrenador de Defensa y Justicia pensó que Delfino le iba a dar un abrazo para hacerle un comentario y este último se acercó, minutos después del escándalo, al vestuario rival para pedir disculpas. Ninguno de los dos pudo volver en el complemento a sus respectivos puestos de trabajo en la línea de cal porque el árbitro Falcon Pérez ya les había aplicado la tarjeta roja.

Cuanto más se está reclamando por la normalidad en los espectáculos futbolísticos esgrimiéndose todo tipo de rechazo a las expresiones violentas, dos entrenadores profesionales toman por el camino absolutamente inverso a la lógica. 

Todo mientras se habla con insistencia sobre la posible vuelta de las hinchadas visitantes a los estadios, después de mucho tiempo de ausencia por hechos de violencia que obligaron a cerrar las puertas de los estadios a los huéspedes.

Nada justifica estas acciones. Lamentablemente, en los últimos tiempos son comunes las reacciones intempestivas por parte de los actores principales de un partido de fútbol. Es tiempo de rever esas acciones inapropiadas que solo conducen a avivar las llamas de la violencia.

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