No vamos a hablar de River-Boca, ni de la final de la Champions ni de la Copa América. Pero sí de algo que, en rigor, es más importante para el deporte argentino. Nuestro tema de hoy no era casi ni siquiera noticia hasta que la aparición de un “influencer” (Santiago Maratea) terminó llevándolo a que ocupe título y espacio central en algunos medios. Son los tiempos que tocan.
Estoy hablando de la polémica que se suscitó entre el Ente Nacional de Alto Rendimiento Deportivo (ENARD) que comanda Gerardo Werthein (presidente a su vez del Comité Olímpico Argentino) y la Secretaría de Deportes que encabeza la exLeona Inés Arrondo.
Todo porque, a solo días del viaje, el ENARD redujo a un tercio la delegación inicial de casi sesenta deportistas al Sudamericano de Atletismo que se celebra este fin de semana en Guayaquil.
Y el “influencer” terminó logrando el dinero para que todos pudieran viajar. ¿Fue todo el escándalo por eso solo? Difícil creerlo. Si hubiese sido solo eso lo más lógico habría sido un acuerdo de partes y menos ruido. Sucedió todo lo contrario.
La delegación, recordamos, era inicialmente mayor porque el Sudamericano iba a celebrarse en Buenos Aires. No sucedió y el ENARD, tardíamente, decidió reducir la delegación y que Argentina estaría representada en el Sudamericano por una veintena de atletas, el mismo número de anteriores competencias similares.
Los perjudicados reclamaron sus derechos (y con razón) y algunos titulares simplificaron diciendo que se les cortaba “el sueño olímpico” (en realidad, apenas un puñadito tiene chances de ir a los Juegos de Tokio).
Y que “el Estado” era responsable de eso. En rigor, la Secretaría de Deportes (que sería “el Estado” en este debate) defendía el viaje completo de la delegación y apuntó su crítica hacia el ENARD porque fue éste el que decidió el recorte, invocando razones económicas y técnicas.
Werthein, que anunció su fin de ciclo en el COA, estaba seguramente con su cabeza mucho más puesta en los Juegos de Tokio. Es uno de los dirigentes más cercanos a Thomas Bach, el presidente alemán del Comité Olímpico Internacional (COI), y Tokio son unos Juegos más que difíciles, porque la población y los médicos se oponen por la pandemia y las autoridades siguen adelante, contra viento y marea.
Por eso, el escándalo del Sudamericano de Atletismo lo agarró a Werthein a destiempo. Y así fue que algunas crónicas describieron finalmente al ENARD y al COA como “víctimas” en la polémica y a Arrondo como supuesta “victimaria”. Se confundió el rol del deportista notable con el de funcionario. No se pone en discusión que Juan Curuchet y Walter Pérez (exciclistas notables, actualmente en el ENARD) fueron grandes atletas, igual que Arrondo.
Alguna narrativa exageró presentando el caso como un ataque al deporte argentino. Curioso porque cuando realmente se agravió al deporte argentino muchos de esos mismos actores (ENARD-COA incluidos) mantuvieron llamativo silencio o reacciones tardías.
Imposible olvidar la soledad del exvoleibolista Marcos Milinkovic y de algunos de sus excompañeros cuando hace más de dos años se desfinanció al ENARD, se redujo la Secretaría de Deportes a Agencia y se anunció el proyecto de desalojo del CENARD.
¿No fue aquello infinitamente más grave que esta polémica reciente por el viaje de los atletas al Sudamericano? No hay que temerle a la expresión “política deportiva”.
Aún los que se suponen meramente “técnicos” tienen una política deportiva. Y no hay por qué indignarse cuando lo que sucede es un debate sobre cómo debería instrumentarse esa “política deportiva”.
Sobre cómo se destinan los magros dineros que el presupuesto nacional concede al deporte. Sobre cómo atender a la élite del deporte y lograr también que la mayor parte de la población argentina tenga acceso a la práctica deportiva.
Otra cosa, claro, es pretender que esos dineros signifiquen una “caja política” para el poder de turno. Para favorecer amigos y castigar enemigos. Son datos que será bueno tener en cuenta. Porque el Sudamericano de Atletismo termina este domingo en Guayaquil. Pero el debate sobre cómo pretender seguir el deporte argentino recién está comenzando.
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