Nací en la ciudad de Arribeños. Por razones de estudio, a los 13 años mis padres me mandaron a la escuela Antonio Bermejo, como pupilo. Fue muy lindo. La convivencia con chicos de otras ciudades lleva a que uno aprenda a comportarse, a tener disciplina y a vivir la vida. Y se copia todo lo bueno. El Colegio Industrial tiene eso. Son muchas horas dentro de un mismo lugar con los mismos profesores y con los mismos compañeros. Era una gran familia en ese momento. Con el tiempo fue desapareciendo el internado. Pero el Colegio siguió teniendo la misma formación en cuanto a lo educativo y en cuanto a la formación del chico como persona.
Empecé muy joven a jugar al fútbol en Primera división porque no había inferiores. Estaba en una intermedia, que era para muchachos grandes que habían dejado de jugar o era la única posibilidad que tenían. Con dieciséis años, di ese salto de intermedia a Primera. Fue muy bueno el hecho de poder jugar con futbolistas adultos, de mucha trayectoria. Huracán de Arribeños fue un club donde nunca hubo cantidad de jugadores. Los pocos buenos del pueblo estaban jugando en Buenos Aires. En esa época Huracán tuvo jugadores de la zona. Iban de Junín o de Rosario y algún que otro de Buenos Aires. Por suerte tuve una buena perfomance que me permitió después dar algún salto a clubes de la zona siendo muy jovencito.
Inclusive me fui a probar a Vélez Sarsfield. Llegué a través de un dirigente, ex jugador de Vélez, Jorge "Finito" Ruiz. Estaba casado con una chica de Arenales, viajaba los fines de semana y veía jugadores. Y un día me habló para ir y me fui. Me probaron y quedé en las inferiores. Fue la época previa al Mundial de 1978. Yo estaba en la pensión del Amalfitani, debajo de las tribunas. Iba todo bárbaro hasta que comenzaron a remodelar el club para el Mundial. Y pasó lo que siempre ocurre. Tenés que irte de un familiar o a otro lado. No obstante, "Finito" Ruiz me llevó a su casa de Ramos Mejía y viví un tiempo con él, pero tampoco me podía quedar toda la vida.
Yo fui con 16 años y lo único que conocía era Junín. Eso era todo nuevo. Sí tenía mi experiencia de pupilo que me ayudó a no volverme antes. Pero hoy, charlando con muchachos de generación, a la mayoría le pasó lo mismo. El hecho del desarraigo, extrañar un poco, vivir de otra manera, hace que uno tome la decisión de volverse. En ese momento no tuve otra alternativa. Mis viejos eran mayores y no me podían bancar una pensión allá.
Me vine a Junín con mucha experiencia porque tuve la oportunidad de conocer a Victorio Spinetto, un entrenador de muchísima trayectoria y aprender bastante de lo que era el fútbol de Buenos Aires. Muchas cosas me sorprendieron porque llegas al entrenamiento y tenés una pelota exclusiva para vos, en el botinero está tu toalla, tus ojotas, todo. Cosa que, para el año 1976, era de avanzada. Vélez hoy sigue siendo un club modelo.
Acá jugué en Racing de Teodelina, con jugadores de Junín de muy buen nivel, hasta que terminé la secundaria. Me fui a estudiar a La Plata, pero los fines de semana me venía a jugar. Estuve en Belgrano de Arenales y Colonial de Ferré. El pase era de Huracán y siempre me prestaban, pero algo sacaban. Le daban botines, pelotas y a veces plata por el pase.
Abandoné el fútbol porque me vine a trabajar a Junín. Hugo López había sido compañero mío en Huracán de Arribeños y me encuentra en la ciudad. Me invitó a ir al club BAP y volví a reiniciarme como jugador de fútbol a los 24 años. Tuve la suerte de estar en un club muy social, con gente muy buena.
Luego, como yo vivía en Villa Belgrano, me fui a jugar a Villa los últimos años de mi carrera. Jugué hasta los 36. Tuve la suerte de salir campeón con Villa Belgrano en 1991 cuando hacía diez años que no se lograba un título oficial. Teníamos un equipo modesto, pero un grupo muy fuerte dentro de la cancha, muy unido, que nos permitió ganar un torneo cuando no éramos candidatos. En 1990 habíamos perdido la final con Jorge Newbery, que nos ganó los dos partidos de la doble eliminación de ese entonces.
Hoy no salen tantos jugadores porque se perdieron los lugares donde había canchitas de fútbol en los barrios. Ahí uno aprendía todo eso que te lo daba el potrero. Tenemos que pensar también que la sociedad ha ido creciendo. Las ciudades se hicieron más grandes y esos lugares se perdieron.
También tiene que ver con las nuevas generaciones que crecieron con los adelantos tecnológicos, cosas que nosotros en esa época no teníamos. Hoy el chico tiene la gran posibilidad de tener aparatos electrónicos que le permiten pasar muchas horas entreteniéndose. Se puede discutir si está bien o mal. Pero eso hace que piensen en otra cosa y no en el deporte.
De todas maneras quienes estamos ligados al deporte, en mi caso como entrenador nacional y coordinador de un club, tenemos que seguir desarrollando todo esto de manera que el chico vuelva a sentirse útil y contenido dentro de una institución deportiva. Cualquiera sea el deporte. No podemos quedarnos de brazos cruzados pensando que a esos chicos los perdemos. Y, a través del deporte, es la gran posibilidad que tenemos.
¿Maradona o Messi? Cada uno en su época, no se pude comparar. Vi jugar a Diego, algo fuera de serie, un grande. No hay palabras para decir lo que fue, inclusive para el país a nivel que nos conozcan en el mundo. Todos hablan de él a pesar de su fallecimiento. Seguirá en la historia del fútbol.
También tuve la posibilidad de ver a Messi desde sus inicios en 2012. Estuve muy cerca por razones de residencia en España. Sinceramente es fuera de lo normal. Es magia, inteligencia, . Nunca terminás de entender si es cierto lo que estás viendo.
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