Un penal a la tribuna
En la legítima, indispensable y ardua lucha contra el racismo, la Federación Inglesa de Fútbol acaba de escribir una página de las que evocan la frontera que separa lo sublime del ridículo y que desplaza al jugador Edinson Cavani hacia la incómoda posición de quien se ve forzado a explicar lo inexplicable.
Si no fuera más real que la propia realidad, bien podría representar un tributo a un personaje del humorista Diego Capusotto: el delantero uruguayo fue suspendido por haber respondido un mensaje de un amigo con un cariñoso y típicamente rioplatense "gracias, negrito".
En efecto: en estos complejos tiempos en los que la vida parece ser eso que refracta el caleidoscopio de las redes sociales, la Federación Inglesa se valió de un hilo de Instagram para consumar un insólito juicio sumarísimo.
El 29 de noviembre último, al rato de haber tenido una gloriosa jornada con la camiseta del Manchester United y la contribución de dos goles de los tres que su equipo necesitó para vencer a Southampton, Cavani recibió las felicitaciones de rigor y entre ellas las de un amigo tan uruguayo como él.
De inmediato, su "gracias, negrito", forma coloquial y afectuosa de uso naturalizado en este confín del planeta, cayó en el sumidero de una interpretación forzada, errónea, arbitraria y disparatada.
En Europa en general y en Inglaterra en particular, cualquier alusión a la "negritud" es asociada con discriminación y racismo: circunscripto y agotado el signo, el sustantivo deviene un adjetivo malsano.
Y lo bien que está, por cierto, que Manchester United sea uno de los clubes ingleses que con más énfasis se oponen a cualquier forma de racismo.
Y lo bien que ha estado, que está, que el asesinato del afroamericano George Floyd a manos de un policía de Mineápolis haya sido interpretado por la Federación Inglesa de Fútbol como el cruel sobrepaso de un límite que merecía ser repudiado y que propiciaba una vigorosa campaña de toma de conciencia.
De ahí que desde entonces, 25 de mayo de 2020, antes de cada partido se cumpla con el ritual del minuto de silencio con una rodilla apoyada en el suelo.
Pero está visto que la sobreactuación es tanto peor que la inacción. Deducir que Cavani incurrió en un acto de racismo por agradecer como agradeció el elogio de un amigo supone un disparate en toda la línea y suspenderlo por tres partidos y aplicarle una multa (altísima, además, unos 140 mil dólares) y obligarlo a formarse en "sensibilización" reúne los condimentos básicos de la injusticia, la ignorancia y la arrogancia.
Si Cavani debiera hacer un curso de "sensibilización", los miembros de la Federación Inglesa que lo han castigado deberían hacer cursos de geografía, antropología, sociología y lingüística.
Y otros cursos, tal vez los más importantes, de sensatez y de humildad.