La extraordinaria campaña en Estudiantes como jugador y entrenador lo han colocado a Alejandro Sabella en el sitial solo reservado a los ídolos más notables de los pincharratas.
Todo el relieve defendiendo los colores rojo y blanco tuvieron como agregado la notable tarea en el seleccionado en el que hizo historia con números propios de un fuera de serie.
Fue el último en llevar a nuestro equipo nacional al partido más esperado por todos: la final de un Mundial. Pachorra había llegado a la albiceleste como conductor principal –antes había integrado el grupo de trabajo de Daniel Passarella, en el ciclo 1994-98--, y pasó a comandar un plantel repleto de estrellas, con Lionel Messi como actor principal, pero que venía de quedar eliminado en la Copa América que tuvo como escenario a nuestro país.
Los números hablan por sí solos: desde el primer partido de aquel ciclo -victoria 1-0 sobre Venezuela en India- hasta la final con Alemania en el Mundial de Brasil, Sabella estuvo 41 partidos al frente de la Selección con una efectividad asombrosa que marcan 26 victorias, 10 empates y sólo cinco derrotas.
Le dio forma y logró una efectividad sorprendente al bloque que quedó instalado como los “Cuatro Fantásticos”, arma ofensiva letal que dieron forma las presencias conjuntas de Messi, Agüero, Higuaín y Di María.
Defensivamente también le encontró la vuelta y los archivos en este aspecto devuelven números auspiciosos como que Chiquito Romero batió el récord argentino de valla invicta en mundiales.
Nuestro representativo, bajo la batuta de Sabella, convirtió 76 tantos y recibió 33. En esta escenografía Leo Messi se sintió mejor que nunca a punto tal de ser el mayor anotador del ciclo y destrozó las medias de gol que tuvo con los anteriores entrenadores.
Serio, de buen diálogo con sus dirigidos, planificó cada detalle y así como logró maniatar al mejor Barcelona en aquella recordada final de 2009 con Estudiantes, marcó presencia en la Copa del Mundo de Brasil, en la que, por ejemplo, logró superar los cuartos de final de la competencia después de 24 años cuando, de mano de Carlos Bilardo, la Argentina llegó al subcampeonato del mundo en Italia 1990.
Superada esa instancia, las crónicas destacan que después se sumaron frustraciones por anticipado: octavos de final en Estados Unidos 1994, cuartos de final en Francia 1998, primera rueda en Corea/Japón 2002, cuartos de final en Alemania 2006 y cuartos de final en Alemania 2010.
Se fue el gran conductor que le puso estilo propio al manejo de una empresa tan compleja como exigente que es dirigir el representativo nacional. Un ejemplo para seguir ahora y siempre... En 41 partidos al frente de la Selección tuvo una efectividad asombrosa.
FÚTBOL
COMENTARIOS