Nunca había despertado entre los aficionados argentinos el interés que alcanzó esta Champions League, estilo Mundial. El “efecto pandemia” que ha derivado en el largo parate padecido por el más popular de los deportes en nuestro país derivó en el fervor inédito por conocer más en torno a esta gran final.
La competencia que debería haber bajado el telón el 30 de mayo en el estadio Atatürk de Estambul atrapó a todos y ni las tribunas vacías le quitaron vibración al choque entre el poder histórico de los alemanes del Bayern Munich y un finalista primerizo pero colmado de figuras estelares.
Se instaló entonces un interés muy particular en torno a la idea de presenciar el choque dos potencias que han depositado fortunas detrás del logro, particularmente el once francés. El fondo soberano de Qatar, dueño de las decisiones en el PSG, que ha motorizado el encuentro de Neymar y Mbappé en el mismo bando, puso como si nada más de mil millones de los verdes en estos últimos tiempos, de los cuales cerca de 400 fueron destinados a asegurarse a los dos nombrados, para llegar al centro de la escena.
Imposible dejar de mencionar a Nasser AlKhelaïfi, el dueño del París Saint Germaine, que fue tenista y hoy aseguran maneja una fortuna de 16 mil millones de dólares. Es más, antes del episodio final, los días previos al encontronazo con el histórico “tanque alemán” le prometió a cada uno de sus jugadores 500 mil euros si levantaban la Copa.
Pesos más, pesos menos esa fue la escenografía que presentó el apasionante duelo seguido con tanta atención, aunque hubo otros números para destacar. Sumando la cotización de los 22 actores que protagonizaron el duelo en la burbuja aséptica de Lisboa se llega a una cifra impresionante: 1.739 millones de euros.
Hubo varios condimentos, además del económico, que rodearon a esta final que captó la atención total de los fanáticos del fútbol. Las tribunas sin público fueron, desde siempre, el amargo escenario para un deporte dominado por la pasión y el bullicio. La secuencia en los tramos definitivos del torneo fue demostrando que el denominado “audio atmosférico” que acompañó las transmisiones televisivas ganó su partido a los estadios vacíos.
El oído del hincha se fue acostumbrando al sistema que proviene del banco de sonidos. Del mismo modo que no funcionó la utilización de público virtual “sentado” en las gradas durante la Liga de España, sí aceptó el audio que no contamina la escena y disimula la ausencia de las hinchadas.
En definitiva, el “audio atmosférico” una de las novedades que nos dejó esta competencia, tuvo éxito porque logró marcar el ritmo de los partidos. Incluso con particularidades como la habilidad de mandar al aire – recordar que el audio sólo rige para la TV--, silbatinas cuando se recurre al VAR para confirmar un gol. Esa sería la reacción natural de los hinchas en el estadio mientras esperan la decisión.
Todo se conjugó para que esta competencia, de cierre rutilante, resulte ser la antesala del ansiado retorno del fútbol a nuestras canchas.
OPINIÓN
Danza de millones e interés inusitado
Análisis sobre el interés despertado entre los aficionados argentinos por la final de la Champions League.
COMENTARIOS