Todo el mundo habla de la ponderable decisión de Marcelo Bielsa, que ayer obligó a su equipo a que se dejara marcar un tanto, a raíz de que el Ledds, minutos antes, había conseguido un gol con un rival en el piso. Ernesto “Coco” Pelli, ícono indiscutible de Sarmiento en la primera década del profesionalismo, fue protagonista de un hecho no parecido, pero de idénticas connotaciones. Los que conocieron de cerca a este formidable artillero (amigos, familiares, hinchas, etc.), saben que era moralmente intachable, dentro y fuera de la cancha. Todo un caballero.
Un hecho insólito ocurrido en el partido ante Nueva Chicago, disputado en Junín el 7 de setiembre de 1958, lo pinta de cuerpo entero. En uno de los ataques de Sarmiento, un “cañonazo” de Pelli atravesó la red, pero por el costado. El árbitro Duval Goicoechea no advirtió la maniobra y señaló el centro de la cancha, con la anuencia del juez de línea. Pero el “Coco” no quiso quedarse con semejante injusticia e hizo anular el gol, algo que mereció el abrazo de sus compañeros y rivales. El encuentro terminó 0 a 0. ¿Hoy podría repetirse semejante gesto?
No quedó en claro si el público aclamó al Pelli goleador, al Pelli humano o si glorificó al Pelli ético, comulgando acaso con la bienintencionada opinión de quienes creen que el fútbol es,
apenas, un juego.
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