Nací en el barrio La Celeste. Fui a la escuela dieciséis y ahora estoy terminando en la escuela número quince. Muchos compañeros del colegio juegan al fútbol conmigo como Kevin Daniele, Braian Cepeda, Axel Avendaño.
Los conozco de los dos años, somos amigos de toda la vida y juntos de chiquitos jugábamos a la pelota.
Nos juntábamos todos los días, a cada rato, como 20 chicos del vecindario en el campito para jugar. Se iba uno, llegaba otro, y así se iba renovando el picado se armaban equipos nuevos y se seguía jugando. No había otra cosa. Rara vez jugábamos a las escondidas, pero todo el tiempo era estar con la pelota.
Fiché en Jorge Newbery. Me llevó mi papá a los tres años a la escuelita del club, él jugaba ahí en sus épocas de futbolista.
A los seis años dejé de jugar al fútbol. No quise seguir porque me habían dado un pelotazo de lleno en la boca y me rompieron el labio. Fue en una práctica en el club Jorge Newbery. No quería pasar ni por la puerta.
Pero volví cuando se me pasó la chinche.
A los 9 años me fui a Rivadavia de Junín. Lo que sucedió fue que mi hermano se cambió de club porque pensaba que era mejor y me fui con él. Estaba Gustavo Merlo como técnico. Salimos campeones con la décima y fui el goleador del torneo. Hice más de cuarenta goles y salimos invictos.
Empecé a jugar el nocturno con la categoría 2004 y me llevaron a Sarmiento, ya era en novena división.
Pero nunca fiché en Sarmiento ni pude jugar oficialmente.
Jugamos un torneo en Vedia y salí goleador con 8 conquistas. Había un señor mirando el torneo que estaba en las inferiores de River Plate y le dijo a mi papá si no me quería ir a probar a River Plate.
Mi viejo me llevó. Al segundo día de las prácticas me llevaron al Monumental, comí en el restaurante. Entrar al Monumental de Núñez fue cumplir un sueño, no lo podía creer.
El primer partido de prueba me hicieron entrar un rato y metí seis goles. Era un amistoso contra Ituzaingó. Lo que yo no sabía era que me estaba viendo jugar el Beto Alonso
Fue un miércoles y el domingo me llevaron a jugar otro amistoso, contra Temperley. Ahí nomás me ficharon. Arranqué con Oscar Castellanos y el Beto Alonso como técnicos y ahora que cambié de categoría estoy con Hernán Palermo.
Ahora voy de jueves a domingo y me quedo en la pensión allá. Mi papá me deja en la cancha y ellos después se encargan del traslado hasta el Monumental donde dormimos. Hay un colectivo disponible para las inferiores.
A las 6 de la mañana te levantan y hay que ir al bar debajo de las tribunas del Monumental a desayunar. Luego los que van a la escuela ahí tienen que concurrir. Pero los que estudiamos en la propia ciudad –como yo que sigo en Junín- me vuelvo a la pensión hasta el mediodía donde hay ahí mismo un comedor tipo comunitario.
Luego de dos horas nos pasa a buscar el colectivo y nos lleva hasta Hurlingham donde hay un lugar específico que tiene River para entrenar. Es obligación ponerse los botines y las canilleras para poder cumplir con las prácticas.
Eso sí, te matan entrenando. Nos hacen correr como loco y después hay partidos y en algunas ocasiones complemento de pesas.
Cuando terminamos de entrenar nos cruzan a otro lugar, enfrente, donde nos duchamos. Nos subimos al colectivo y otra vez a la pensión.
De la pensión no te dejan salir. A los más grandes, sí.
Hicimos un amistoso con Boca de China y le metí tres goles, pero no hay tantos seguidos.
Oficialmente sí jugamos contra todos los equipos de Buenos Aires y además viajamos a otras provincias.
Yo estuve lesionado porque cuando estoy en Junín practico en Rivadavia. En una jugada casual me empujaron en el aire, caí con el hombro izquierdo y me quebré la clavícula. Estuve parado como cuatro meses y fue demasiada ventaja con el resto de los compañeros de River y recién ahora me estoy poniendo a tono. Ahora vuelvo a mediados de febrero.
El día que se suspendió el famoso partido con Boca Juniors, nosotros nos estábamos retirando de la cancha y se armó la corrida por los pasillos. Justo pasábamos por la puerta del vestuario y el Muñeco Gallardo nos metió a todos adentro de la desesperación porque no se sabía lo que estaba pasando.
Ahí conocí a todos los jugadores del plantel profesional, si estuvimos como una hora con ellos adentro. Nosotros habíamos ido a ver el partido y fue una desilusión que no se jugó.
Porque rara vez nos cruzamos con algún jugador profesional, tiene que ser cuando estamos desayunando que ocasionalmente pasa alguno por afuera.
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