La Superfinal de la Copa Libertadores entre River Plate y Boca Juniors fue postergada ayer por segundo día consecutivo y los presidentes de ambos clubes deberán comparecer mañana martes en las oficinas de la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol), en Paraguay, para fijar nueva fecha y condiciones de realización.
El presidente de la entidad sudamericana, el paraguayo Alejandro Domínguez, confirmó la decisión después de una presentación realizada por Boca, en la que reclamó la suspensión por entender que no había "condiciones de igualdad" para la disputa del partido, tras la agresión sufrida el sábado por sus jugadores cuando llegaban al estadio en micro.
Domínguez y los presidentes de River y Boca, Rodolfo D'Onofrio y Daniel Angelici, habían firmado un acuerdo el sábado tras la primera postergación para celebrar la superfinal ayer a las 17 con público, pero el club visitante modificó su postura después de una madrugada plagada de reuniones.
Angelici, el cuerpo técnico de Guillermo Barros Schelotto y los jugadores, con el respaldo de Futbolistas Argentinos Agremiados (FAA), acordaron la negativa de jugarlo ayer como pretendía la Conmebol y también el presidente de la FIFA, el suizo Gianni Infantino, que había llegado al país especialmente para participar de la fiesta.
El caso de Pablo Pérez
El capitán de Boca, Pablo Pérez, lesionado en el ojo por la rotura de los cristales del ómnibus, concurrió ayer a la tarde al Sanatorio Otamendi junto con un escribano para constatar que no estaba al ciento por ciento de sus posibilidades para jugar.
Pese a que el jugador quería hacerlo, como afirmó con gestos a la salida de la clínica, los médicos de Boca recomendaron que no y anexaron el diagnóstico del Otamendi al reclamo que presentaron ante la Conmebol minutos después.
En esa presentación, el club dirigido por Angelici pidió la suspensión del partido y la aplicación de sanciones a River Plate como responsable de la organización de la truncada superfinal.
Lo que viene
El castigo reclamado por Boca está contemplado en el artículo 18 de la Conmebol y, entre otras medidas, estipula la deducción de puntos, la determinación del resultado del partido o la descalificación del club infractor de la competencia en curso.
Domínguez, en diálogo con el canal Fox Sports, se refirió puntualmente a la suspensión y habló de "sentido común", pese a que pasado el mediodía había ratificado que el partido comenzaría a las 17 como estaba previsto, aún cuando ya era público que Boca se negaba a jugarlo.
"Llamamos al buen comportamiento de la sociedad, Argentina no merece dar esta imagen, tiene que demostrar que es capaz de organizar un partido como este en paz", lamentó el presidente de la Conmebol.
Domínguez, D'Onofrio y Angelici se encontrarán el martes a las 10 en Luque, ciudad sede de la Conmebol, para definir la nueva fecha de la superfinal. Las primeras versiones indican que podría disputarse el sábado 8 de diciembre.
El próximo fin de semana es prácticamente imposible por el operativo de seguridad que se desplegará en Buenos Aires por la realización de la cumbre presidencial del G 20.
El campeón de la Libertadores 2018 debe participar del Mundial de Clubes FIFA que se realizará del 12 al 22 de diciembre en Emiratos Árabes Unidos. El debut del equipo argentino será el martes 18 en la ciudad de Al Ain, de modo que la superfinal debe jugarse con la suficiente antelación para preparar ese compromiso.
Cuando Conmebol comunicó ayer de la nueva suspensión, el estadio Monumental ya había abierto sus puertas y tenía ocupada -aproximadamente- el 15 por ciento de su capacidad.
Los hinchas reaccionaron con silbidos e insultos cuando la voz del estadio informó la noticia, pero posteriormente se desconcentraron del estadio sin provocar desmanes.
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