El gesto solidario de un grupo de hinchas de Sarmiento con sus rivales
Ocurrió durante el último partido entre Sarmiento y San Martín. El deporte solo es rivalidad dentro de la cancha.
Una historia entre un grupo de hinchas de Sarmiento y San Martín de Tucumán se convirtió en ejemplo para demostrar que el fútbol no es rivalidad. Es competencia. Y solo dentro de la cancha.
Todo ocurrió el pasado domingo cuando un grupo de hinchas de San Martín intentaba llegar a la cancha de Junín desde la provincia de Tucumán en un auto con problemas mecánicos. A apenas 10 cuadras de la cancha, el auto se detuvo y todos sus ocupantes supieron de qué se trataba.
A pesar de que apenas faltaban unos minutos para que arranque el partido, los visitantes quisieron hacer todo lo posible para llegar. "Hagamos lo que ya sabemos", dijo Raúl Gramajo, el conductor del Volkswagen Voyage gris, fanático de San Martín, a los demás ocupantes que estaban en su auto: sus dos hijos (Nelson y Pablo), su cuñado (Arturo) y un compañero de trabajo, Gerardo.
Pero antes de que el grupo se dispusiera a enfriar la bobina de arranque con un poco de hielo, un grupo de hinchas de Sarmiento que pasaban por el lugar se les acercaron. El grupo, que estaba liderado por el Turco Yamil (integrante de la barra de Sarmiento), les ofreció llevarlos a la cancha y guardar el auto en el garage de su casa, para que quede a resguardo durante el partido.
Fueron todos juntos a la cancha, cada cual con la camiseta del club de sus amores, a ver una final por el ascenso. Después, cada uno en su tribuna, miraría el encuentro que ganó Sarmiento por uno a cero.
Pero la solidaridad no acabó allí. Al salir del partido, el hincha de Sarmiento los acercó a un mecánico amigo quien, además de conseguir el repuesto un poco más barato, no les cobró mano de obra. También les consiguió una cabaña para que pudieran pasar la noche en Junín y, al día siguiente, regresar a su Tucumán natal.
“Es impagable lo que hicieron por nosotros. Yo no sé cuándo voy a terminar de agradecerle todo lo que hicieron por nosotros. Por ahora los espero en Tucumán con empanadas que hace mi vieja, que son riquísimas”, dice el hombre que vive en Cevil Pozo, y sin dudas regresó con una gran historia para contar.