Nací en Italia, bien al norte, en los confines con la vieja Yugoslavia, donde están los Montes Pirineos.
La vida en Italia era extraordinaria hasta que nos vinimos a Junín. Una tía mandó a buscar a mi viejo porque acá era la panacea, donde todos entraban a trabajar al ferrocarril.
Vinimos y mi padre tuvo que comenzar a trabajar de albañil para poder comer. Hizo toda la parte nueva del Hospital San José. Fuimos a vivir enfrente de los cuarteles. No había nada. Estaba el viejo almacén El Gallo, después con el tiempo vino a la esquina de los cuarteles el almacén de Luciani, estaba la feria de Goñi y pará de contar.
Fui a la escuela 8 hasta cuarto grado, con la maestra Eizaguirre. Cuando mi viejo se pudo terminar la casa en Lavalle y Telésforo Chávez, a dos cuadras de la cancha vieja de Rivadavia, fui a la escuela 16. Ahí terminé e hice luego unos meses en la escuela de aprendizaje en calle Rivadavia, que se usaba el mameluco azul y la camisa caqui. El director era Elizalde y en el taller estaba el padre de Matrero D’Anunzio, que nos enseñaba.
En 1956 entré a trabajar en la Liga y estuve 51 años. Me llevó don Orlando Tuso, casi como un padre para mí. No entraba nadie en la Liga, solo parientes de los chacareros. También me la rebuscaba en la confitería La Perla o lavaba copas en Richmonds.
Jugué al futbol en el barrio toda la vida y cuando nos cambiamos de casa fiché en Rivadavia de Junín. Era arquero. Estaba Enrique, que era maquinista, y cuando faltaba me ponían hasta que quedé en primera. Era una época linda, donde las canchas se llenaban.
En el ´60 me llevó Sarmiento. Jugaban los dos De Miguel, Taliche Lombardi. Masota Crespo, Manes, Montes. No podía practicar, pero como estaba Tuso en el medio me daba permiso para escaparme del laburo. Si hasta me prestaba la bicicleta de reparto para que llegara más rápido a la cancha.
Nos habían cambiado junto con el Rulo Chaparro, por Juan José Carnelli, el Chicho Lopresti y Pocholo Reyna. Un año duró el pase y después no quisieron arreglar más.
En 1964 volví a Rivadavia y fuimos campeones de la Liga Deportiva del Oeste.
En primera jugué con Osvaldo Nievas, Pocho Di Prinzio que vino un año a préstamo de Sarmiento, Azil, Bencho Martínez, el Noly Walton.
Como yo estaba vinculado con los chacareros por el laburo, me llevaron a Agustina, Santa Rosa. Iba a jugar sin practicar, pero me querían igual.
Un año me llamó Ramón Castro, que necesitaba jugadores. Se le había ido Avendaño a Platense. Estuve dos años y jugué con Colaberardino, Marmisolle, el Apache Torres, Garrido que venía de O’Higgins, Carlos Garbe, Verón, el chiquito Martín, Norberto Sottile.
Igual me iba al campo porque a veces me venían a buscar. Jugué un año en Independiente de Rafael Obligado, a los 33 años. Jugaba el padre de López, el 10 de Racing hoy en día. Iba Panchito Stancatto, Chicho Lopresti, Meahuad.
Antes las canchas se llenaban porque había más entusiasmo y paralelamente no había otra cosa, no estaba la tecnología de la actualidad. Había campitos en todos lados. Enfrente del hospital regional, sobre calle Alberdi, estaba el parque San Martín donde los sábados tenías que sacar turno.
Del otro lado de la cancha de Jorge Newbery estaba en un campito el viejo Vaccaro que dirigía y controlaba diez minutos de partido. El que metía el gol seguía y entraba el otro que estaba esperando. Se jugaba a cada rato a la pelota. Yo salía de laburar a las 13 y entraba a las 15. En el medio jugaba a la cabeceada con los pibes. Eran otras épocas.
Y de los campitos sacaban los jugadores, porque siempre había alguien de algún club pispeando a los pibes.
Al básquet jugué en la segunda de Rivadavia con Pirilo Muñoz, Pichi Nigro, el Ruso Lucas Seviche, Santiago Carnelli.
Pero la satisfacción grande en básquet la tuve con Sergio, mi hijo, cuando en los mini fueron campeones en Olavarría destronando a Bahía Blanca en un Provincial. Estuve como delegado de San Martín en la Asociación de Básquetbol. Fue una época brava. Estaban Quercia, Boni, Gandolfo, Blasi.
¿Maradona o Messi? Reconozco a los dos. Pero mi ídolo fue Ángel Clemente Rojas, inigualable.
COMENTARIOS