Abrigada y en casa la gloriosa página escrita por Emanuel Reynoso, queda por saber hasta dónde llegará un futbolista de muy buenas condiciones técnicas cuya joven vida está signada por puertas que se abren, puertas que se cierran, y así.
En el libro del fútbol argentino ya consta y no sólo por pertenecer a la galería de los privilegiados que llegaron a Primera División. También por haber dejado su sello en uno de los templos más célebres del deporte de la pelota número 5.
Los héroes que han estampado su nombre en la Bombonera son unos cuantos, muchos, tal vez, pero infinitesimales en comparación con los miles y miles de jugadores que se registran en 86 años de profesionalismo.
¿Será Reynoso un héroe accidental de los que no irán más allá de su victorioso gol en la Ribera y de sus quince minutos de fama?.
Desde luego hoy es imposible saberlo, siquiera deducirlo, aludimos a alguien que reúne apenas 28 partidos en Primera y que el 16 de noviembre último recién apagó 21 velitas.
En todo caso, se ha dejado entrever una feliz correspondencia entre el Reynoso de pase certero y zurdazo letal que acaba de destacar en la Bombonera y aquel niño que hacía maravillas en los potreros del Barrio Ituzaingó de su Córdoba natal.
En el medio, la infinita suma de episodios que caben en dos décadas de vida, pero entre todos uno que lo ha marcado para siempre: el de 2014, cuando se resistió al robo de su motocicleta y recibió un balazo en la rodilla izquierda.
De repente, en una fracción se segundos unos pocos gramos de plomo accionados por un cobarde pusieron en riesgo el sueño más atesorado de ese muchacho bueno, sencillo, católico fervoroso, al que uno de sus hermanos había apodado “Bebelo” al modo de una simpática y cariñosa derivación de “Bebé”.
De la alquimia de la pericia médica, la paciencia y la fe (debe de haber colegido el muy creyente Bebelo Reynoso), la rodilla izquierda recuperó su plenitud y el dueño de rodilla recuperó confianza, la confianza vino de la mano del crecimiento futbolístico y de ese crecimiento emanó la providencial decisión de Sergio Coleoni: ponerlo en la primera de Talleres.
Coleoni apadrinó los pasos bautismales y Frank Kudelka apadrinó el comienzo de una consolidación que no por ser todavía conjetural, no por estar en curso y por añadidura incierta, deja de ser evaluada con expectación y optimismo.
Reynoso ha sabido jugar de lo que comúnmente se da en llamar “doble 5”, hoy juega de enganche, y eso, en un equipo como Talleres, que pretende ser organizado, ordenado y fluido a partir de la sabiduría del sempiterno Pablo Guiñazú. Con semejantes antecedentes y semejante presente ni se parece a un disparate la presunción de que habrá otros motivos para ponderar a Emanuel Reynoso, Bebelo, el muchacho entendedor en los 105 por 70 de la cancha y más entendedor aún de lo que ha concebido como su faro orientador: humildad, sacrificio y Dios.
FÚTBOL -ENFOQUE
Las puertitas de Reynoso
La historia del joven jugador de Talleres de Córdoba que el domingo pasado enmudeció a la Bombonera.
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