Nací en la provincia de San Luis. Allá estaba lleno de potreros. Pero era una época donde el que tenía una pelota era como Gardel. Alcancé a jugar un par de campeonatos de baby fútbol en Justo Daract.
Pero a los once años trasladaron a mi papá a Junín. Él era Ferroviario y le dieron como nuevo destino los talleres de esta ciudad. Acá vino con toda su familia.
A mi no me costó el desarraigo, cosa que a mis hermanas sí. Me hice rápidamente amigo de Felipe Chuquito Russo que salíamos a todos lados y enseguida coseché más amigos.
Fui a la escuela 19 y como comencé a trabajar, terminé los estudios a la noche en la escuela 42 que funcionaba en el mismo edificio de la 24 en la actualidad, en calle Ramón Falcón y 12 de Octubre.
Después seguí trabajando, como la mayoría de la época.
Jugaba al fútbol en Mariano Moreno, porque me fiché ni bien llegué. Jugué un par de años. A su vez yo jugaba con el Negro Castro en unos partidos de fútbol reducido que se hacía en el club Sarmiento.
Entonces él me quería llevar a Independiente y se dio justo un trueque con el Flaco Reyna, mano a mano. El Flaco era de primera y yo recién empezaba, pero el Negro me quería con él.
Ingresé en la sexta en Moreno y ya en Independiente pasé a la sexta A que fue donde empezamos a ganar todos los campeonatos de inferiores a medida que íbamos subiendo de divisional. Hasta inclusive fui campeón en la primera con Independiente. Debuté en primera a los 17 años. Fue en la cancha de Defensa vieja, contra Ambos Mundos y perdimos cuatro a dos. Era la época cuando Independiente te mataba en el primer tiempo y en el segundo se caia.
Recuerdo una final del nocturno estando en Independiente, contra River Plate en cancha de Sarmiento. Mucha gente. Ganamos 3 a 1. Jugaban el Japonés Estropio que el último partido lo suplantó Carlos Etman, Oteiza, Carpanetto, Marmisolle, Abel Lucero, Iturbide, Suceret, Parisi y Santillán.
Tuve la suerte de jugar en 1968 la final entre Rivadavia y Ambos Mundos, jugando para Rivadavia. Fue en la cancha de Sarmiento que se venía abajo de gente.
Un espectáculo inolvidable. Salí campeón con Rivadavia ese día. Jugaban Oscar Dilluvio, Hugo Chaparro, Gómez, Iturbide, Tobalina, un tal Rodríguez que venía del lado de Buenos Aires, Redondo, Marcelo Jorge, Munición Oyarzábal, unos partidos jugó el Gallego Varela, entre otros.
Me llamaron de Douglas Haig de Pergamino. Llegamos a la final y la perdimos contra Juventud.
A principios de 1978 me vine a jugar en Colonial de Ferré. Salimos campeones del preparación y del oficial. Atajaba el Negro Leiva, Mondino, Carlos Juan, el Zurdo Franco, Monbiela, Cequeira, entre otros. También se jugaba a cancha llena, no lo de Junín porque era otra Liga que hoy se hizo muy fuerte.
Dejé de jugar a los 36 porque me dediqué al referato. Hice una carrera en las inferiores hasta que llegué a dirigir primera. Con Domench e Higueras llegué a hacer terna en los campeonatos regionales. Dejé el silbato cerca de los 58 años.
Hoy en día no hay cantera de jugadores porque no hay potreros. Pero la libertad de los chicos para salir mató todo. Hoy a los doce años están bebiendo en una confitería hasta altas horas de la noche.
Al otro día juegan un rato y se caen a pedazos. No sé si rinden media hora en la cancha. Por eso hoy ser árbitro de fútbol es una locura. Si a la juventud le da lo mismo darte un beso que pegarte una trompada. Se perdieron los valores. No les importa nada. Y es a consecuencia de la noche.
¿Maradona o Messi? Maradona como jugador fue una cosa y como persona otra. Cosa que Messi mantiene una línea como jugador y como persona. Yo me acuerdo el día que Maradona jugó con el tobillo a la miseria y rindió como nunca. Un fenómeno. Y Messi lo es ahora, un grande. Cada uno en su época.
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