Héctor "Palito" Ortega: "El título con Sarmiento fue algo inmenso, hasta vendían el pan verde"
Fue el conductor de Sarmiento en el equipo campeón de 1980 y aportó tanto sus “mágicas” asistencias como su estrategia en el campo de juego para obtener el ascenso. Hace 18 años se radicó en Italia donde dirige equipos del ascenso. Desde allí habla de su “sentimiento verde”.
El formidable plantel “Verde” de 1980 contó con un estratega de lujo, hábil, con mucha técnica, criterioso y de exquisito juego. Su nombre: Héctor Alberto “Palito” Ortega. Con él Sarmiento tuvo un armador elegante que formó una dupla demoledora junto con el “Toti” Iglesias que terminaría siendo la más goleadora de esa temporada.
Llegó de la mano de “Cacho” Cadars para ser una parte trascendental de ese plantel que conseguiría el ascenso a Primera: disputó 24 partidos y metió 3 goles. Instalado en Martinsicuro, Italia, el 10 del “Verdolaga” habla en exclusivo con DEMOCRACIA para rememorar esos años dorados para él y la institución.“Jamás podré olvidar los momentos que viví”, dice.
-¿Considera que Sarmiento fue su mejor paso en el fútbol argentino?
-Seguramente. Fue un periodo muy importante para mí. Al principio, no fue fácil tomar la decisión de jugar en la “B”, pero el año anterior el “Toto” Lorenzo me había llamado para ir a Tigre, pero yo no quise ir y ese equipo terminó con el campeonato y el ascenso. Por eso, en esta segunda vez, no quería que me pasara lo mismo. Acepté el desafío y contribuí en la gran campaña de Sarmiento que terminó con el campeonato para llegar a la “A”.
-De ese equipo, ¿qué recuerda y cuáles fueron las claves para obtener el título?
-Recuerdo los consejos que me daban los más grandes, ya que yo era uno de los más chicos. Era un plantel de jugadores de grandes hombres, en consecuencia, la fuerza nuestra era el grupo y creo que la clave de todo estuvo ahí: el hambre de ganar cosas formó un conjunto humano formidable.
-¿Recuerda algún partido en especial?
-Los recuerdo casi todos, aunque si debo hablar de uno, elijo el anteúltimo cuando fuimos a Banfield. Salimos del túnel y vimos toda la tribuna lateral repleta y sobretodo de un color verde que era impresionante. Hasta hoy se me pone la piel de gallina. Nos decíamos entre nosotros: “no podemos perder con un público así, vamos, no podemos perder”. No podré olvidarlo jamás.
-A usted lo catalogan como el armador y el estratega de ese equipo, ¿Considera que fue así?
-Sí, puede ser. Era el que tenía que conectar el mediocampo con los delanteros, hacía de enlace digamos. Trataba de desequilibrar y darle un poco de fantasía, para después dar el último pase y mandar al gol a mis compañeros. Mal no nos fue (risas).
-¿Con quién se entendía más en la cancha?
-Creo que estaba a los ojos de todos mi entendimiento con el “Toti”, un estupendo jugador además de ser un gran hombre. Nos encontramos en Sarmiento y parecía que hacía años que jugábamos juntos. Yo agarraba la pelota y sin saber dónde estaba él, la metía entre los dos defensores y él llegaba para meterla. El entendimiento era perfecto.
-¿Cómo vivió el ascenso?
-Recuerdo que no fue una semana fácil, menos mal que, como dije antes, éramos un gran grupo. Estábamos muy nerviosos, más que nada diría ansiosos y no veíamos la hora que llegue el sábado. Lógicamente, esto podía jugarnos en contra, aunque con los consejos de los jugadores más experimentados salimos a la cancha para “comernos” a Chacarita. Así fue. En lo personal, feliz de haber hecho el primer gol en ese partido. La gente se volvió loca, era una ciudad vestida toda de verde: iHasta vendían el pan verde!. Qué locos, nunca me pasó algo similar (risas). Aprovecho hoy después de tantos años, agradecer de corazón a todo Junín por haberme hecho vivir momentos inolvidables.
Recuerdos en color verde
Disputó en total 51 partidos con la camiseta de Sarmiento y marcó 9 goles (3 en la “B” y 6 en Primera). El que más recuerda es uno a Huracán, en el que, luego de hacer dos sombreritos dentro del área, definió “suave junto al palo de Pogani”. “Sarmiento es y será parte de mi vida”, agrega, emocionado.
-¿Tiene alguna anécdota para contar de sus años en Sarmiento?
-La que marcó mi camino en Sarmiento: teníamos un partido importantísimo contra Almagro en Junín, yo andaba muy bien en los entrenamientos y me daba cuen-ta que faltaba poco para que Montes me diera la oportunidad. El jueves en la práctica antes del partido me doblé el tobillo y se me hinchó tanto que no podía ni caminar, no dije nada y fui al banco. El sábado tuvimos un mal primer tiempo y se estaba complicando el partido. En el vestuario Montes me dice: “calentá que entras vos”. Llamé al doctor para que me infiltrara y el técnico me quería matar porque no le había comentado nada (risas). Me infiltré y entré: jugué un gran partido e hice un gol desde afuera del área al vuelo. Ganamos con ese tanto y de ahí en más jugué todos los partidos; menos mal que entré (risas).
-De los partidos en Primera, ¿por qué la primera parte del torneo les costó tanto con Perfumo?
-Nos costó porque yo estaba lesionado y no jugaba, cuando volví empezamos a recuperar y nos salvamos a lo grande (risas).
-¿Qué cambió en el equipo con la llegada de Pizarro?
-Que empecé a jugar yo (risas). Hablando en serio, Pizarro tal vez nos dio más coraje y nos hacia jugar de un modo más ofensivo, ese creo fue uno de los motivos.
-¿Qué recuerda del partido con Estudiantes en La Plata cuando se salvaron del descenso?
-Recuerdo haberle robado la pelota a mi marcador y tiré el centro donde estaban el flaco Gareca y el “Toti”. El “Tata” Brown con la mano la mandó al córner: el árbitro Iturralde no cobró penal y me lo quería comer, me amonestó porque le dije de todo (risas). Menos mal que en el segundo tiempo, el “Toti” nos dio la victoria. Cuando volvimos a Junín era impresionante la gente que nos esperó, sentí mucha emoción.
-¿Alguna vez piensa dirigir en Argentina y hacerlo en Sarmiento?
-A veces me pasa por la cabeza volver y ser técnico en Argentina, pero es una cosa muy improbable. Dirigir Sarmiento me encantaría, a lo mejor, teniendo un objetivo claro cómo llegar de nuevo a Primera seria una fuerte motivación y ayudaría a recordar años maravillosos.