MANO A MANO

Oscar "El Negro" Ortiz: "Nunca fui un profesional del fútbol, yo jugaba a la pelota"

El extraordinario puntero izquierdo dejó su marca en el fútbol argentino por su magnífico dominio de la pelota, su velocidad y su endiablada gambeta. "El Negro" cuenta desde sus comienzos en BAP, en una infancia muy humilde, hasta la gloria Mundial de 1978.

Nació en Chacabuco el 8 de abril de 1953, aunque a los pocos años, emigró junto a su madre a Junín para radicarse y adoptar a nuestra ciudad como propia. Desde la humildad de los potreros ubicados detrás de la avenida Circunvalación comenzaba a formarse un wing izquierdo que sería para muchos el emblema de esa posición, probablemente, el último de una raza que se extinguiera con su retiro en 1983.

Su maravillosa habilidad con la pelota, sumado a su velocidad para ir pegado a la línea y desbordar, lo llevaron a conquistar ocho títulos a nivel nacional y ser, además, campeón del mundo en 1978 con la selección Argentina. Sin embargo, "El Negro" deja los galardones de lado y opina: "Para mí el fútbol es sólo un juego". Hoy a los 55 años tiene una escuelita en donde pregona este pensamiento: "Hago docencia sin competencia".

-¿Qué recuerda de su infancia en Junín?
-Éramos muy humildes, mi madre era la casera del Club de Pescadores y vivíamos ahí. Todo nos costaba mucho, pero de todas formas esas cosas me sirvieron para valorar todo lo que vino después. Tuve la suerte que a los 15 años me descubrieran futbolísticamente y emigré a Buenos Aires para ayudar a mi familia.

-¿Cómo fue su comienzo en BAP?
-A la salida de la escuela íbamos a jugar siempre a la pelota con los chicos al lado de las vías del tren y siempre había dos hombres en bicicleta que se quedaban mirándonos jugar. Un día me dijeron si quería empezar a practicar. Hablaron con mi madre y ella aceptó pero pidió a cambio que me dieran un trabajo. Dijeron que sí y empecé a trabajar en un campo cerca de la escuela 17 y también me dieron una bicicleta para que pueda ir a trabajar y a entrenar desde mi casa. Así empecé y salí campeón varias veces: era chico pero me ponían con los grandes.

-¿A qué edad debutó en la primera de BAP?
-A los 13 o 14 años en un nocturno en la cancha de Sarmiento contra Ambos Mundos. En esos años, era muy importante ese torneo e iba mucha gente a la cancha. Yo estaba en la tribuna haciendo número (risas) y me llamaron porque había faltado un compañero. Terminé jugando y siendo la figura del partido.

-Me imagino su alegría en ese momento: tan chico y ya jugando a cancha llena…
-Claro, para mí fue un día de los más felices. Había ido con mis amigos a ver el partido y ni me imaginaba que iba a terminar dentro de la cancha. Incluso metí un gol, pero lo más gracioso fue que me había escapado de mi casa para ir y al otro día salí en la tapa del diario DEMOCRACIA por mi prematuro debut y por ser figura. Primero mi madre se enojó mucho porque ella no sabía nada y después me preguntó : ´¿Vos querés ser futbolista?" (risas).

-¿A San Lorenzo cómo llegó?
-Me habían venido a buscar de Estudiantes y de Atlanta pero yo no quise ir. Todavía no tenía pensado ser jugador de fútbol. Después, la gente de San Lorenzo vino a hablar directamente con mi madre, ella me dijo: "Anda a ver qué pasa", pero medio obligándome (risas). Fui a probarme con cara de no querer saber nada, pero metí tres goles en quince minutos y quedé. A los 16 años ya estaba jugando en primera.

-Usted fue un símbolo en esa posición y quizás uno de los últimos wings izquierdos…
- Yo era enganche, luego empecé a jugar en ese puesto y a aprender el oficio. Después me lo tomé a pecho (risas) y fue mi lugar por naturaleza. Sí, al final fui uno de los últimos de esta raza en extinción. El fútbol cambió mucho y hoy es muy mezquino, ya no se ataca tanto, se pelea más de lo que se juega y por eso el puesto fue desapareciendo. A mí en realidad este fútbol de hoy mucho no me gusta y casi no lo miro, salvo los de la Selección.

-¿Por eso se retiró tan joven?
-Sí, ya me pedían que marque en vez de jugar o que me tire a los pies. Por mis características de juego yo no estaba para eso, a mí me gustaba gambetear e ir para delante. Ahí dije: ´Basta de esto´.

-Fue un jugador muy ganador porque donde jugó salió campeón. San Lorenzo, River, Independiente y la Selección Argentina…
-Por suerte sí, no me puedo quejar (risas). Este deporte me dio todo, hasta compartir partidos con Maradona, pero de lo que estoy seguro es que yo nunca fui un profesional del fútbol, yo jugaba a la pelota como cuando era chico. Me gustaba ser feliz dentro de la cancha más allá de los campeonatos que logré yo lo sentía de esa manera. Por eso, cuando el fútbol fue cambiando y había que marcar en vez de jugar me retiré.

El mundial ´78

Seguramente ganar un Mundial sea el sueño de todo jugador, pero es un logro difícil de obtener. Incluyendo a "El Negro" sólo 44 futbolistas argentinos obtuvieron una Copa del Mundo. No obstante, Oscar Ortiz lo toma como un título más y lo compara con un picado en el potrero: "Disfrutaba del fútbol sin importarme donde estaba jugando".

-¿Y ser campeón del mundo que significó para usted?
-No mucho más que otro logro. Al fútbol lo tomo como un divertimento y el resultado es un accidente, porque si la pelota contra Holanda en vez de haber pegado en el palo entraba ahora no estaríamos hablando...

-O sea para usted era lo mismo jugar la final del mundo que el partido que debutó en la primera de BAP…
-Exactamente. Yo lo vivía y lo vivo sólo como un juego. Cada uno lo toma de diferentes maneras. Ese día yo tenía mis pulsaciones normales y el médico me decía "parece que estás muerto, no se te mueve un pelo" (risas). Lo sentía así, me divertía jugando.

-El famoso partido contra Perú, ¿cómo lo vivió desde adentro?
-Ahí se dijeron tantas cosas que no vale la pena hablar. A Perú le habíamos ganado cuatro partidos por goleada antes de ese Mundial. En este país todos opinan de fútbol y no le ganamos sólo a Perú sino también a Hungría, Francia y a Holanda. Nadie nos regaló nada. Todos saben la clase de equipo que teníamos.