MANO A MANO

Daniel Cangialosi: "Me gustaría poder aportarle a Sarmiento y a los chicos mi experiencia”

Es uno de los hombres más relevantes en la historia “Verde” y uno de los más idolatrados por el hincha. A los 37 años, recuerda con orgullo sus dos ascensos y espera alguna propuesta para colaborar en las inferiores del club y así poder “dar una mano”.

Por sus características de juego, Cangialosi era de esos jugadores difíciles de encontrar en las canchas argentinas. Esos enganches de los que hoy ya no abundan y tienden a desaparecer en el fútbol mundial. Muy hábil con la pelota, estratega como pocos, ingenioso para crear y repartir el juego y con una exquisita pegada. A eso le sumaba una gambeta mara-doniana, asistencias al “estilo Riquelme” y llegada al gol. Por todo esto, llegó a ser conocido como el “mago” y hasta Carlos Bianchi puso los ojos en él para llevarlo al Vélez multicampeón.
Su nombre quedó guardado en los recuerdos más hermosos de Sarmiento con el que consiguió ascender en 1991 a la “B” Metropolitana y dos años más adelante a la “B” Nacional.

-¿Se extraña el fútbol luego de siete años sin jugar profesionalmente?
Se extraña mucho. Más que nada los compañeros, el vestuario, la gente y esas cosas. Igualmente, me gusta jugar los fines de semana con amigos para seguir despuntando el vicio. Dejar de jugar no podría hacerlo nunca. A nivel profesional sí porque el cuerpo va diciéndote basta, pero trato de jugar siempre aunque me falta el aliento de la gente alrededor (risas).

-¿Te das cuenta que sos uno de los símbolos más grandes que tuvo Sarmiento en su historia?
No, por ahí la gente me lo hace sentir. En realidad, nunca me pasó por la cabeza jugar al fútbol para ser conocido, sí quería jugar bien para evolucionar y crecer, y eso va de la mano con lo otro. Que la gente se acuerde es gratificante, sé que en Sarmiento hice las cosas bien y es bueno que te lo reconozcan.

-¿Cuando te retiraste nunca te ofrecieron seguir ligado al club de alguna manera?
No, nunca tuve una propuesta para trabajar con los chicos o para asesor de alguna manera, pero todavía soy joven y puede haber tiempo. Quizás ayudando en las inferiores o dando una mano en lo que necesiten me puedo entusiasmar. Seguramente va a haber tiempo para hacerlo, pero primero tiene que llegar el llamado del club (risas).

-O sea que si te lo proponen lo pensarías seriamente…
Sí, totalmente. Me gustaría probar trabajando con los más chicos para poder transmitirles mis experiencias en el club, todo lo que aprendí como jugador y el camino que recorrí en los muchos años en los que estuve en Sarmiento. Después, si me gusta, podría seguir por ese camino. Sería bueno.

El “mago” y Bianchi

No cualquier jugador tuvo la posibilidad de que Carlos Bianchi –sin duda uno de los mejores técnicos del fútbol argentino– lo observe con admiración y lo lleve a jugar a Vélez, que acababa de salir campeón mundial. En la pretemporada de 1995, Sarmiento enfrentó al “Fortín” y Cangialosi impresionó al “Virrey”.

- Llegaste a Vélez de la mano de Carlos Bianchi ¿Qué te generó eso?
Para mí fue algo impresionante, te diría un sueño. Se dio todo muy rápido. Tenía 23 años y la vida del jugador es corta, van pasando los años y te ponés a pensar qué hago con mi futuro. Cuando en esa pretem-porada Bianchi me dijo en el vestuario que me quedaba toqué el cielo con las manos, fue una alegría inolvidable. A pesar de que luego todo depende de uno, si andás bien o te adaptás, esa satisfacción no te la quita nadie.

-Ese año jugaste en Vélez y Platense, ¿Sentís qué no pudiste explotar futbolísti-camente por algo en especial? ¿No te pudiste adaptar o no te supieron aguantar?
No, el cambio fue importante. Cuando Bianchi me dijo que me quedaba, me aclaró que iba a ser difícil porque el grupo estaba armado. Venían de ganar todo y yo sabía que me iba a costar jugar, pero no le echo la culpa a nadie. Las cosas se dieron así. A lo mejor me hubiese gustado estar un tiempo más, pero volvían jugadores que eran del club y yo estaba a préstamo: por eso me fui a Platense. Ahí estuve seis meses, me quedaban otros seis de contrato, pero me quise ir. Entraba siempre pero quería jugar más minutos y salió la posibilidad de Chile y no lo dudé. En Platense querían que me quedara y a lo mejor si lo hacía hubiese jugado más, porque ya me sentía adaptado a la “A”. Pero tomé la decisión de ir a Chile. Acepté porque quería jugar.

-¿Y tu paso por ese país cómo lo tomás?
En Concepción jugué muy bien, me querían comprar el pase. Tuve un buen nivel, por eso pasé a Audax Italiano y también fue un buen paso. Me quedé muy conforme.

-¿Cuál fue el momento que más te quedó grabado jugando para Sarmiento?
Sin duda los dos ascensos. Fueron distintos, pero muy emotivos los dos. Me acuerdo que cuando subimos de la “C” a la “B” fallé un penal contra Defensores de Belgrano en el octogonal. Fue una de las peores semanas que pasé futbolísticamente. Por suerte, después tuve la revancha y en la vuelta pude meter el penal para clasificar. Fueron momentos muy lindos que me dejaron marcados.

-¿Por qué pensás que jugadores como vos van desapareciendo del fútbol?
Creo que es porque se les da poco tiempo a los entrenadores y hay que ganar co-mo sea. Se hace al jugador más atleta, para defender un resultado y no para ir a buscarlo. Lamentablemente, ya no está ese jugador que te agarra la pelota y te hace jugar. Ahora se juega con cuatro volantes que corran y se pierde el fútbol.
Me parece que es por eso: como los técnicos saben que si pierden se van, se olvidan de jugar y sólo buscan el resultado a cualquier precio.

-¿Vos tuviste algún técnico que valorara mucho el buen juego?
Me sentí muy identificado con (Juan Carlos) Montes. Era un tipo que te decía jugá y salíamos a ganar en todas las canchas: por eso ascendimos. Además era una gran persona que te bancaba, que siempre estaba con el jugador.