La extensa y rica historia del boxeo argentino tuvo en el Luna Park buena parte de sus noches de gloria. Tratar de enumerar los combates más destacados no sería una tarea sencilla. Pero al menos por las frías estadísticas podría tomarse un combate. Por ejemplo, el de mayor taquilla, el que convocó más público en el legendario estadio porteño, el choque entre Oscar Natalio "Ringo" Bonavena y Gregorio "Goyo" Peralta.
El primer fin de semana de septiembre de 1965, Peralta puso en juego su prestigiosa carrera y el título argentino de los pesados que lucía. Enfrente lo esperaba la desfachatez y la verborragia de Bonavena.
El afecto, la ovación y las apuestas del público eran para el sanjuanino Peralta, quien subió al cuadrilátero del Luna Park, ante la mirada de 25.236 aficionados, que tuvieron el privilegio de conseguir entradas, y formar parte de la mayor convocatoria que el pugilismo citó en el estadio del Bajo. Bonavena, en cambio, fue acompañado desde el vestuario por una intensa cortina de silbidos. Habló tanto en los días previos a la pelea… Claro que la gente que concurrió fue por el show de declaraciones de ´Ringo´ más que por el boxeo de Peralta.
Cuentan que la pica entre los dos pesos pesados comenzó un año antes. Fue cuando ´Goyo´ viajó a los Estados Unidos para combatir por el título mundial pesado frente a Willy Pastrano. Al parecer, Bonavena se ofreció para colaborar como sparring pero el sanjuanino lo rechazó, considerando que el novato púgil de Parque de los Patricios quería aprovechar su fama para saltar a la consideración de los aficionados. Desde entonces, ´Ringo´ se quedó con la sangre en el ojo, y la noche del sábado 4 de septiembre fue el momento de la venganza.
A esa noche, Peralta llegó con un largo prestigio ganado en 48 victorias, cuatro derrotas y cinco empates. Era el campeón Argentino y Sudamericano de los completos, había vencido a los mejores valores del país y hasta sumaba una victoria por puntos ante Pastrano. Mientras que Bonavena tenía apenas 14 triunfos y una derrota. Es cierto que los nueve primeros combates los protagonizó en cuadriláteros de los Estados Unidos, aunque con probadores de poca monta bien elegidos por sus manejadores, hasta que dejó el invicto frente a Zora Foley. Después regresó al país para transitar por la senda del triunfo que lo llevó inevitablemente a un choque con Peralta.
Taquilla récord en el Luna Park
El inolvidable referí, Víctor Avendaño, fue el tercer hombre sobre el ring, aquella noche de récord de taquilla en el Luna Park. La tarde previa al combate, el promotor ´Tito´ Lectoure debió reforzar la seguridad con un fuerte operativo policial debido al desborde del público que buscaba a cualquier precio un boleto. Ante el cartelito, “No hay más entradas”, no fueron pocos los que se quedaron en la calle siguiéndola por la radio.
La pelea estuvo llena de alternativas hasta el quinto round en el que un cross de izquierda de Bonavena dio por el piso a Peralta. Allí el porteño comenzó a sacar ventajas decisivas que le permitieron ganar el combate con claridad.
Las tarjetas, cuando se daban veinte puntos por cada round, marcaron 237-232 (del jurado Giusti), 238-230 (Stern) y 238-229 (Varde), todas en favor del retador, que de esa forma se alzó con la corona nacional de los completos.
Esa noche nació "Ringo" (así lo apodaron porque decían que se parecía al beatle Ringo Star) y su aceptación popular. Había ascendido al cuadrilátero con silbidos y se bajó con aplausos. La victoria sobre Peralta permitió que los especialistas comenzaran a mirarlo con algo de respeto, más allá de sus golpes ampulosos y con poca ortodoxia boxística y de su escasa estabilidad, debido a sus pies planos.
Quizá ese 4 de septiembre de 1965, bajo las luces del Luna Park, dejó de ser el púgil que solo decía frases floridas, y comenzó a escribir una historia que lo llevó a enfrentar con nivel a los más grandes pesados de la historia, además de ingresar a la galería de los máximos ídolos no solo de boxeo, sino del deporte argentino.
Al día siguiente, como ocurría cada domingo, el mediodía vio a Oscar reunido junto a su familia en torno a la mesa de doña Dominga, para comer los tradicionales tallarines. Esa vez también participó de ese rito familiar Peralta, a quien Bonavena había invitado, luego de pedirle disculpas en las duchas, minutos después de ganarle: “No te enojes, todo lo que dije fue sólo para promocionar la pelea”. "Goyo" aceptó las disculpas, pero no lo perdonó y sólo le pidió que fuera un campeón serio.
A 55 años de aquella noche en la que se metió de cabeza en el corazón de la gente, "Ringo" Bonavena está presente y muchas de sus frases están más vigentes que nunca: “la experiencia es un peine que te la vida cuando te quedas pelado” o “cuando subís al ring te quedás sólo, sí hasta el banquito te sacan”.
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