Nací en Junín, en calle Mariano Moreno casi Avenida Padre Respuela. En esa época era todo descampado. Fui a la escuela número 7, que estaba dos cuadras más atrás de donde se encuentra ahora. Pero casi ni estábamos en la escuela, si nos mandaban a juntar maíz al campo. Había que laburar. Pasábamos cinco meses afuera de la ciudad. Soy el quinto hijo de quince hermanos. Antes éramos familia numerosa en todos lados. Vendíamos diarios, lustrábamos zapatos, había que parar la olla. Mi viejo había quedado rengo, lo atropellaron dos caballos, lo operaron pero nunca quedó bien. Él iba con cosas de almacén por los campos, era Gallinero. Y entre todos los hijos nos fuimos haciendo cargo de llevar adelante la familia.
Siempre me confundieron con Ramón y me quedó, pero me llamo Domingo solamente.
Jugábamos al fútbol, si era todo campito. Fiché en Defensa Argentina, era arquero. Pero no me gustaba. Tenía catorce años y éramos cinco o seis que nos dedicábamos al box. Yo era el más chico. Íbamos a la vuelta de la plaza 9 de Julio donde estaba Sica como entrenador. Hacíamos guantes todos los días. La primera pelea fue en el Parque Recreativo, que estaba donde después fue Maderas Milanese. Y luego en ese lugar empezaron a venir las grandes orquestas como Alfredo De Angelis, Julio Sosa.
Mi vieja nunca supo que yo era boxeador, se enteró de grande. Pero yo volvía a casa con la guita en la mano y se la daba toda a ella. Eran quinientos pesos por noche, un platal. En ese tiempo la plata valía, el peso tenía mucho valor, no como ahora que no te alcanza para nada. Ya con un peso ni un caramelo te dan.
A los 17 años mi hermano Pedro estaba en Buenos Aires. Había comprado un lote y necesitaba que lo ayudaran a hacer la casa. Y me fui para allá.
Entonces comencé a entrenar en el club Huracán. Estaba con Balcarce, que era el que regenteaba el box ahí, y me ofreció hacer una pelea. Lógicamente como necesitaba plata hice una pelea en Lanús. Enfrenté al hermano de Gatica, que había venido de Villa Mercedes, San Luis.
Salí campeón de los “Guantes de Oro”, un espectáculo que se hizo en etapas . Algunas peleas fueron en Lanús y otras en Avenida Castro Barros 75, donde está la Federación Argentina de Box.
Hice una pelea en el Luna Park y me fueron a ver Perón y Evita. Cuanto terminé, bajé y le dije a Evita “soy de Junín” y me dijo “qué bueno, vos sabés que me gustaría ir a morir a Junín, pero Perón no me deja”. Esto que me dijo salió hasta en la revista El Gráfico.
En Junín había peleas en el club Ciclista, el Centro Español, en el Club Social. En el Centro Español se dio la pelea que fue muy comentada, contra el Indio Herrera de Junín. Perdí en la primera de ellas, hasta me pegó un rodillazo en los testículos. Hicimos la revancha en un galpón que era de Delacqua y el fallo fue dividido. Quedamos muy amigos, si hasta lo hice entrar a trabajar al cuartel de bomberos, porque el jefe de ahí era muy amigo mío.
Pero se llenaba de bote a bote, había gente que se quedaba afuera. La mayoría iba muy temprano para agarrar lugar cerca del ring.
En realidad todos los espectáculos se llenaban. Los festivales en el Centro Español eran un lujo.
También peleé en Pergamino, donde estaban los árabes que hacían ropa y organizaban las jornadas. Hice como cuatro veladas allí. Luego realicé espectáculos en Rojas, Lincoln, Chacabuco, Rufino, General Pinto, Ameghino, Villegas. Hice como 50 peleas.
En el peso mediano Juan Carlos Monzón fue lo máximo que he visto. Era un boxeador empedernido, cuando te arrinconaba te daba de los dos lados. Imparable.
Además estuvieron otros muy buenos como Pascualito Pérez, el intocable Nicolino Locche.
Con Ringo Bonavena llegué a entrenar en Parque Patricios, en el club Huracán. Yo ya me venía para Junín, pero como un mes más o menos estuvimos pegándole juntos a la bolsa, codo a codo.
La verdad es que cambió muchísimo el box, hoy no existe una figura que sobresalga del resto como para que la gente se entusiasme y diga “me voy al Luna Park porque pelea Monzón o Bonavena”.
No veo el entusiasmo por el boxeo como había antes, por eso no va la gente a los festivales. La gente que tuvo la oportunidad de ver boxeo del bueno, hoy no tiene ese incentivo para ir a un espectáculo. Se ha perdido mucho todo eso, con el aditamento que no surgen figuras.
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