OPINIÓN
Nostalgias que trae el Madison Square Garden
Que un argentino se haya presentado en el Madison de Nueva York por un campeonato del mundo de peso pesado (interino, pero mundial al fin), que las imágenes hayan llegado en directo al país y que sin embargo no hubiera un interés masivo, ni mucho menos, casi en el borde mismo de la indiferencia, nos habla a las claras de la decadencia de la división y de la nula gravitación de nuestros peleadores de mayor kilaje.
Poco o nada pudo hacer el neuquino Matías Vidondo, poco o nada se sabía de antemano que podría hacer, apenas si se mantuvo en pie menos de tres rounds con el cubano Luis Ortiz, pero más nos valdría salir rápido de la mirada reprobatoria.
Más nos valdría salir cuanto antes, o incluso ni siquiera pasar por la puerta de la casa del fiscal, desde el momento que la presencia de Vidondo en una velada de calibre internacional es de por sí meritoria y más meritoria aún si se repone que se trata de alguien próximo a cumplir 39 años que empezó a boxear en esa franja que las señoras conversadoras en la vereda califican como la de "un muchacho grande".
El de Vidondo es un caso que guarda alguna similitud con el de Fabio Moli, la "Mole" Moli, con la diferencia de que el cordobés se puso los guantes por vez primera cuando trabajaba como peón rural mientras que el neuquino pertenece, grosso modo, a la amplia franja de las clases medias.
De hecho, le faltan dos materias para recibirse de médico.
Pero tanto Vidondo cuanto Moli se hicieron boxeadores, cumplieron una breve formalidad en el campo aficionado, pasaron al profesionalismo y devinieron campeones argentinos en tiempos de una notoria escasez de pesos completos, en el mundo en general y en la Argentina en general.
Téngase en cuenta que desde hace unos cuantos años la categoría es dominada por Wladimir Klitschko, ¡ un ucraniano que en marzo de 2016 cumplirá 40 años de edad !.
Los pesados no abundan en los Estados Unidos, la meca del boxeo y la meca de los cracks de la división, ¿ Por qué razón deberían abundar en la Argentina ?.
Si en nuestras comarcas hay cada vez menos muchachos que se acercan a los gimnasios, sea de 57 kilos, sea de 53, sea de 69, va de suyo que habrá incluso menos de 75 kilos para arriba, ergo, menos supermedianos, medio pesados, pesados livianos y pesados.
Eso como patrón, ni hablar si de lo que se trata es de pasar el peine por la cantidad y extraer la verdad de la milanesa de la calidad: el último peso pesado argentino entreverado con los mejores del planeta fue Oscar "Ringo" Bonavena, cuya muerte data del 22 de mayo de 1976.
(Bonavena, el mismo que en 1965 peleó con Gregorio Peralta ante la máxima concurrencia en la historia del Luna Park, más de 25 mil espectadores; el mismo, cuya pelea con Cassius Clay, o Muhamad Alí, en diciembre de 1970, orilló los 80 puntos de rating en Canal 13).
O sea, hace casi 40 años que Argentina no tiene un pesado de jerarquía, a despecho de lo antipático que podría ser omitir al chaqueño Domingo D'Elia, que en 1980 afrontó una eliminatoria con James Tillis (perdió por nocaut técnico en cuatro vueltas, en Chicago, Illinois); así como al sureño Daniel Netto, quien en 1989 combatió por la corona de la incipiente Organización de Boxeo (OMB).
Tampoco Moli ingresa en el casillero de las excepciones, toda vez que cuando se vio las caras con Klitschko, el 30 de agosto de 2003, en Münich, fue noqueado en menos de dos minutos por un golpe de dudosa contundencia.
Así planteado el escenario, con el rigor y la crudeza del caso, salvo que el joven Yamil Peralta tenga algo diferente para decir (antes de hacerse profesional sueña con volver a representar al país en un Juego Olímpico, en Río 2016), hay que aceptar que las páginas doradas de los pesados argentinos deben conjugarse en pasado, pero en pasado muy lejano, o remoto, habida cuenta de que Luis Ángel Firpo rozó la gloria versus Jack Dempsey el 14 de septiembre de 1923 en el Polo Grounds.
Pero las comparaciones, menos odiosas que dolorosas, podrían perfectamente prescindir de Firpo, que sacó del ring a Dempsey, y de Bonavena, que hizo 25 rounds con Joe Frazier y 15 con Muhamad Alí, puesto que todos, absolutamente todos los otros pesados argentinos que destacaron, también lo hicieron sin la gracia de la televisión color.
En ese lote constan Victorio Cámpolo, Santiago Alberto Lovell, Abel Cestac, César Brión, Pablo Alexis Miteff y Gregorio "Goyo" Peralta.
Poco o nada pudo hacer el neuquino Matías Vidondo, poco o nada se sabía de antemano que podría hacer, apenas si se mantuvo en pie menos de tres rounds con el cubano Luis Ortiz, pero más nos valdría salir rápido de la mirada reprobatoria.
Más nos valdría salir cuanto antes, o incluso ni siquiera pasar por la puerta de la casa del fiscal, desde el momento que la presencia de Vidondo en una velada de calibre internacional es de por sí meritoria y más meritoria aún si se repone que se trata de alguien próximo a cumplir 39 años que empezó a boxear en esa franja que las señoras conversadoras en la vereda califican como la de "un muchacho grande".
El de Vidondo es un caso que guarda alguna similitud con el de Fabio Moli, la "Mole" Moli, con la diferencia de que el cordobés se puso los guantes por vez primera cuando trabajaba como peón rural mientras que el neuquino pertenece, grosso modo, a la amplia franja de las clases medias.
De hecho, le faltan dos materias para recibirse de médico.
Pero tanto Vidondo cuanto Moli se hicieron boxeadores, cumplieron una breve formalidad en el campo aficionado, pasaron al profesionalismo y devinieron campeones argentinos en tiempos de una notoria escasez de pesos completos, en el mundo en general y en la Argentina en general.
Téngase en cuenta que desde hace unos cuantos años la categoría es dominada por Wladimir Klitschko, ¡ un ucraniano que en marzo de 2016 cumplirá 40 años de edad !.
Los pesados no abundan en los Estados Unidos, la meca del boxeo y la meca de los cracks de la división, ¿ Por qué razón deberían abundar en la Argentina ?.
Si en nuestras comarcas hay cada vez menos muchachos que se acercan a los gimnasios, sea de 57 kilos, sea de 53, sea de 69, va de suyo que habrá incluso menos de 75 kilos para arriba, ergo, menos supermedianos, medio pesados, pesados livianos y pesados.
Eso como patrón, ni hablar si de lo que se trata es de pasar el peine por la cantidad y extraer la verdad de la milanesa de la calidad: el último peso pesado argentino entreverado con los mejores del planeta fue Oscar "Ringo" Bonavena, cuya muerte data del 22 de mayo de 1976.
(Bonavena, el mismo que en 1965 peleó con Gregorio Peralta ante la máxima concurrencia en la historia del Luna Park, más de 25 mil espectadores; el mismo, cuya pelea con Cassius Clay, o Muhamad Alí, en diciembre de 1970, orilló los 80 puntos de rating en Canal 13).
O sea, hace casi 40 años que Argentina no tiene un pesado de jerarquía, a despecho de lo antipático que podría ser omitir al chaqueño Domingo D'Elia, que en 1980 afrontó una eliminatoria con James Tillis (perdió por nocaut técnico en cuatro vueltas, en Chicago, Illinois); así como al sureño Daniel Netto, quien en 1989 combatió por la corona de la incipiente Organización de Boxeo (OMB).
Tampoco Moli ingresa en el casillero de las excepciones, toda vez que cuando se vio las caras con Klitschko, el 30 de agosto de 2003, en Münich, fue noqueado en menos de dos minutos por un golpe de dudosa contundencia.
Así planteado el escenario, con el rigor y la crudeza del caso, salvo que el joven Yamil Peralta tenga algo diferente para decir (antes de hacerse profesional sueña con volver a representar al país en un Juego Olímpico, en Río 2016), hay que aceptar que las páginas doradas de los pesados argentinos deben conjugarse en pasado, pero en pasado muy lejano, o remoto, habida cuenta de que Luis Ángel Firpo rozó la gloria versus Jack Dempsey el 14 de septiembre de 1923 en el Polo Grounds.
Pero las comparaciones, menos odiosas que dolorosas, podrían perfectamente prescindir de Firpo, que sacó del ring a Dempsey, y de Bonavena, que hizo 25 rounds con Joe Frazier y 15 con Muhamad Alí, puesto que todos, absolutamente todos los otros pesados argentinos que destacaron, también lo hicieron sin la gracia de la televisión color.
En ese lote constan Victorio Cámpolo, Santiago Alberto Lovell, Abel Cestac, César Brión, Pablo Alexis Miteff y Gregorio "Goyo" Peralta.