Julián Aiub, ex preparador físico del Club Atlético Argentino, participó de ascensos, descensos y de la era internacional del club. Con Democracia, repasó una parte de la historia profesional del Turco, que comprende el 2004- 2018, desde adentro.
- ¿Cómo se dio tu llegada al club del barrio de las Morochas ?
- “Mi nombre había quedado dando vueltas por algunos proyectos que luego no se pudieron realizar; y cuando Jorge Funes -trabajaba en el club- se fue, se dio lo mío. Más porque en ese momento yo trabajaba como PF en otros deportes, gimnasios, y venía de terminar mi carrera de PF en Rosario en 2000. Un poco de todo eso contribuyó. Me llamaron, arreglé y arranqué con los juveniles 2004. Estaba Chiche Japez, y con ese equipo salió campeón nacional con jugadores del club más los reclutados, los cuales luego muchos jugaron la Liga Nacional (Espinoza, Romano, Caferatta, Ruiz, entre otros). Yo estaba muy tranquilo, sabía lo que tenía que hacer, pero había que arrancar y con ellos rompí el hielo, como se suele decir” .
- ¿Y cómo fue tu primera pretemporada con la Liga?
- “En agosto del 2004, con Lotterio como entrenador, fue muy paralizante para mí. Llegué a la presentación del equipo y Julio Ariel Rodríguez me dijo 'vení, sentate acá'. Yo lo veía por TV y en la revista Solo básquet cuando era adolescente y lo tenía ahí; también estaba Horacio Beigier, otro histórico con el cual compartimos mucho ese año.
Por ese entonces recuerdo que con Ariel hacíamos un trabajo diferenciado. Él tenía algunas lesiones, venía para retirase acá, con mil batallas en la Liga, 2° goleador histórico y todo lo que ya sabemos. Compartimos muchos entrenamientos, viajes, mates, le gustaba hablar mucho de básquetbol. Hice un curso acelerado ese año con él, un crack .
A todo el resto de los jugadores jóvenes de esa época del club (Cangelosi, Martínez, Amicucci) les gustaba mucho entrenar, y eso para mí fue una ayuda por ese entonces”.
- ¿Esa temporada fue muy cambiante, no?
- “Sí, con una vorágine total. No se daban los resultados, con cambios de entrenadores. Pasaron Lotterio, Márquez y Caco Bualó. Ahí tuve la chance de trabajar con Cristian, que había sido mi profesor desde los 7 a los 15 años, y me enseñó a amar este deporte de pibe. Un grande, un amigo .
Pero fue el Caco el que le encontró la vuelta al equipo, y ese año terminamos muy bien. Se nos lesionó Ariel antes de los play off, Fred (“Metralleta” Williams) estaba on fire, y por poco Argentino no pasó de ronda”.
- ¿Y cómo fue la temporada posterior, la 2005, tan vertiginosa para Argentino ?
- “Fue un año de locos, para hacer una película; muy movilizante para mí, en todo sentido. Vino el Che con todo lo que significa eso. Me tocó conocer a Facundo Sucatzky, otro histórico de la Liga, y compartir muchas horas de trabajo con él. Y cada momento de ese año es una historia en sí misma. Me acuerdo de todo. Recuerdo el Súper 8 en la cúpula, cuando fuimos a jugar a Mar del Plata y cómo lo recibió la gente a Néstor, y muchas cosas más”.
- ¿Cómo fue tu relación con ellos?
- “No solo con ellos, sino con todos los jugadores y entrenadores con los cuales trabajé, que son muchísimos, fue muy buena. Cada uno hace su trabajo, cada uno toma sus decisiones y actúa en consecuencia . Somos adultos, las cosas se hablan. Yo siempre pude hacer mi trabajo y me sentí respetado por todos, por los históricos y por los más jóvenes, lo analizo como profesional. Quizá el hincha o simpatizante lo mira con otros lentes, y también está bien, lógicamente”.
- ¿Y cómo recordás ese histórico partido con Ciclista del descenso?
- “Fue algo reloco. Me acuerdo desde que llegamos hasta cómo se dio el juego y todo lo que vino después .
Se me pasan imágenes por la cabeza, pero sin dudas ver cuando llegamos al club a algunos niños e hinchas históricos llorar es imborrable, toda esa noche fue una locura en sí misma. Pasaron muchas cosas.
Me quedo con lo positivo, obvio, que fue trabajar en ese tramo final de la liga con Silvio Santander y Pirulo Malchiodi.
Pero hoy, después de tanto tiempo, creo Argentino tomó lectura rápido de lo que fue ese año y de lo que generó eso y se aprendió y creció muchísimo. Esta famosa historia de que de estas cosas se aprende, que para mí es tan real y cierta”.
- ¿Cómo fueron los años posteriores, en el TNA ?
- “Fue un tiempo de transición, muy difícil. El TNA era durísimo., Argentino y esa nueva CD comenzó despacito y acomodó el barco; hubo ascensos, descensos y un día Argentino terminó jugando la Liga Sudamérica y en los primeros puestos de la Liga, impensado para un club de barrio.
En esos años 2006 – 2009 conocí personalmente a Josi Gil, otro histórico de la Liga e ídolo del club, que vino a sumar. Tuvimos una gran relación. La llegada de Javi Bianchelli como entrenador, luego también Oscar Chacón, Fede Sureda, Ariel Pau, Fede Marín, Fede Aguerre, Jony Slider, Selem Safar, el Panda Scala fueron pasando por esas ligas de ascenso.
Y más tarde, otra parte importante de esos años del TNA fue la llegada de Paquito y Tito. Muchas cosas en el cajón de los recuerdos “.
Paquito, todo un personaje en sí mismo, histórico entrenador de Bahía, Pacífico, etc. Un prócer de la Liga; aprendí muchísimo con él.
Y luego los años de Tito Santini, otro histórico de Bahía. Ahí estuvimos muy cerca de ascender.
De ambos conservo un gran recuerdo, dos locos lindos.
- ¿Luego se produce otro hecho histórico para el club, el cambio de cancha y el ascenso?
- “Sí, no voy a polemizar sobre el tema. A mí la Cúpula me encantaba, fueron muchos años espectaculares. Pero, bueno, la CD tomó esa determinación de volver y remodelar la cancha del barrio con todo lo que eso significa para el hincha; y la historia dice que salió bien. Ese año 2010 invicto de local y ascenso, todos los partidos a cancha repleta.
El primer partido fue una locura, nunca vi tanta gente.
Luego vino el ascenso con Coto (José Antonio Cottonaro) y nos sacamos un poco la espina de años atrás. Y creo que se coronaron varios años de esfuerzos .
Nunca había visto algo igual hasta ese entonces, un equipo liderado por Javi Ceci y Martín Pasquinelli dentro y fuera de la cancha; cuerpo técnico, CD, colaboradores y la hinchada empujando para el mismo lado, y se dio . Ese equipo se mataba entrenando”.
- ¿Qué recordás de la posterior era Capelli en este repaso de tu estadía en el club ?
- “Recuerdo que volvió Adrián a argentino, y la historia es conocida. Logró ascender, ya que había descendido con Cottonaro el año anterior, si mal no recuerdo.
Me llamó un día, hablamos a solas como le gusta a él y me dijo que quería hacer cosas importantes en la Liga y si contaba conmigo, y así fue.
Él ya tenía experiencia, un recorrido en la Liga y TNA; yo también ya llevaba muchos años de trabajo y se logró lo que para mí fue la mejor etapa, al menos en cuanto a números de la historia profesional del club: estar entre los primeros en la Liga y jugar la Sudamericana. Otro mérito muy grande de él fue que potenció a muchos jóvenes jugadores que pasaron en esa época por el club, 2012 al 2015: Franco Balbi, Lucas Pérez, Fernando Funes, Nicolás de los Santos, Marcos Saglietti, Juanchi, y muchos otros .
Recuerdo que viajamos a Venezuela, a Uruguay, y todas esas historias maravillosas, los partidos contra Aguada, etc. Para mí fue un gran desafío, era la primera vez que teníamos que prepararnos y planificar una doble competencia, Liga y Copa, viajes, descansos, etc., y salió bien, por suerte”.
- Siguiendo con este repaso, ¿qué vino después?
- “La época de Ariel Rearte, no recuerdo bien los años, pero estamos hablando de 2016 y 2017, creo. Una gran persona y un gran laburante. Tuvo un gran paso por el club, hizo grandes aportes. También obtuvo muchos buenos resultados, pero lo que más recuerdo y valoro de esa etapa es que ayudó mucho a las inferiores del club a crecer. Él era un apasionado. Una linda época compartimos juntos.
Y después me volvió a pasar algo muy loco, vino otro histórico: Marcelo Richotti. Un gran tipo, muy simple, otro de los que veía por TV y con el que me tocó compartir. A cada lugar donde íbamos a jugar lo recibían como él lo merecía por su historia como jugador naturalmente. Ni hablar cuando fuimos a Peñarol“.
- ¿ Y tu última etapa fue con Chiche Japez como entrenador, verdad ?
- “Sí, fueron mis últimos años del 2016 al 2018. Creo que él se merecía tener ese lugar. Había dado mucho por el club como asistente, por poner la cara en el 2005, por todo su trabajo en diferentes etapas con las inferiores en el club. Y luego de eso me bajé de La Liga. Muchos años, otros trabajos, y también sentí que no tenía nada más para dar, que terminaba una etapa”.
- En todos esos años ¿cómo fue tu intervención con los jugadores extranjeros que pasaron por el club?
- “Fue muy diferente en cada caso en particular, algunos tenían más hábitos de la preparación física, otros no tanto. Pero fuimos buscando puntos de encuentro. Con algunos aprendí mucho de cómo se trabajaba en otras ligas; fue otro gran aprendizaje para mí.
Tuve la suerte de compartir y ver jugar a muchos, y muy buenos, que pasaron por esas épocas: Chuckie Robinson, Fred Williams, Novar Gadson, Marcus Melvin, Kavon Lytch, Ryan Perryman y varios más”.
- ¿Qué recordás de los clásicos? ¿qué significa estar desde adentro, cómo se vive eso?
- “Es una semana diferente, naturalmente, y uno también la vive intensamente. Querés que todos los jugadores lleguen bien, que no se lesione nadie, manejar las cargas, que los más jóvenes estén tranquilos, pero uno también está ansioso. Con el paso de los mismos uno se relaja también y lo vive más profesionalmente.
Para mí, sumado a que fue muy raro, yo me crie en el Club Ciclista, con los pibes del barrio, tirando al aro todo el día, intentando jugar al básquet. Y cómo era muy malo, no hay mucho registro de eso. Por ejemplo, con Pachi Ojeda, que en ese momento era dirigente, siempre nos saludamos respetuosamente, nos criamos juntos ahí. O lo mismo con el gran recordado Lucio Baigorria, que siempre me venía a saludar, o el histórico Aldo Griselli. Pero al principio fue raro, sobre todo por cómo lo vivía el hincha. Pero para mí era trabajo, obviamente.
Fueron muchos clásicos en la Liga, en el TNA , en la Cúpula, en Ciclista, en el barrio las Morochas. Creo que lo más lindo era que Junín por ese día, por esa semana, era noticia del básquet nacional, venía la televisión y se jugaba con la cancha explotada . Una experiencia única .
Los que más me acuerdo son el que fue el primero para mí, que se jugaba la Copa Argentina 2004; era un torneo preparación. Los del año posterior con los dos equipos en la A que fueron en la Cúpula, a cancha explotada. Luego, haciendo memoria, uno que creo fue por el 2008 que Argentino ganó en cancha de Ciclista y lo eliminó en play off del TNA. Y después creo que los últimos que se jugaron en el profesionalismo fue esa racha de Argentino que ganó como 6 partidos seguidos”.
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