En realidad nací y crecí hasta los diez años en Sierra Chica, donde está la cárcel, a diez kilómetros de Olavarría.
Tuve una infancia de campo abierto, de canteras de piedras graníticas, y era todo el día jugar al aire libre.
En 1982, justo el año que fue la guerra de las Malvinas, mi familia decidió mudarse a Olavarría y ya nos instalamos ahí.
Jugué al fútbol, al básquet y al vóley. Todo lo hice en el club Ferro Carril Oeste de Olavarría. Érramos poquitos pibes que hacíamos todos los deportes; la típica de los años ´80.
Por cuestiones lógicas de estatura me ponían más al fútbol que al básquet. Seguí jugando al fútbol, pero cuando inicié el profesorado, comencé a trabajar en el básquetbol de la escuelita, siempre en el mismo club.
Cuando me recibí en el Profesorado de Educación Física, me dediqué de lleno al básquetbol. Tuve la suerte de ser un entrenador de carrera. Hice todos los pasos, desde niños hasta adolescentes, la Primera local, las ligas provinciales hasta llegar a todas las categorías del básquet nacional.
Estuve en lo que fue la antigua Liga Nacional “B”, lo que fue el Torneo Nacional de Ascenso. Y en la Liga Nacional estuve como asistente de Marcelo Richotti en Peñarol de Mar del Plata, un conocido que estuvo también por Argentino de Junín. Y además trabajé con Leonardo Gutiérrez.
En el ascenso estuve en Banda Norte de Río Cuarto, en Olímpico de La Banda, La Unión de Colón, Estudiantes de Olavarría. En Liga Federal trabajé con Independiente de Tandil.
Para nosotros que estamos desde hace años en algo tan lindo que es el básquetbol, la Liga Nacional es una de las categorías más jerarquizadas y respetadas de Latinoamérica.
Más allá de los pro, los contras, los vaivenes económicos del país, es una de las tres mejores ligas de Sudamérica y está entre las cuatro-cinco de Latinoamérica. Así que trabajar en nuestra Liga Nacional es un orgullo y nos da jerarquía en nuestra profesión y en la carrera propiamente dicha.
El básquet ha mutado mucho. Cambia año tras año. Hay que reinventarse en conceptos, en aprendizaje, en hacer un análisis permanente.
Después de la pandemia, fue un cambio muy brusco en la forma de juego. Desde que la habilidad y la inteligencia artificial empiezan a dominar el mundo, un poco se empieza a jugar teniendo en cuenta las tendencias, como pasa en cualquier ámbito. Y en este sentido tratamos de analizar qué es lo que se puede ir aggiornando en nuestro básquet de acuerdo a lo que la tendencia mundial marca.
Estuve trabajando en Chile y Bolivia, con la selección de Cuba. Los entrenadores de carrera tenemos que tratar de no evitar dar pasos chicos, firmes y seguros y poder experimentar muchas cosas para cuando nos llega el momento de los desafíos grandes como este.
Lo más importante es que los chicos mostraron una reacción anímica enorme, que es el cincuenta por ciento de la solución del problema deportivo. Mostraron personalidad, actitud. Me puso muy contento por ellos cuando le ganaron a Boca, por el cuerpo técnico que no la venía pasando bien. Diego afrontó la situación como hombre de la casa y capacitado que es, y nos hizo bien a todos.
Esto marca que hay un plantel al que si bien las cosas no le han estado saliendo, hay voluntad y actitud para revertir lo que ha venido pasando.
Confío en que esto va a salir adelante. Todos tenemos la capacidad y el convencimiento de que esto se puede revertir. Hay un escenario que es cierto, al igual que el año pasado, se va a estar luchando en los últimos lugares. Pero todavía el torneo nos da el tiempo de reconstruir, crecer y hacer un equipo que llegue a las instancias de abril-mayo en condición de mantener la categoría.
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