BÁSQUET

Marcelo Omar García: "Barsu"

Bicampeón con el club Junín a fines de los ´80, jugó la Liga Provincial de juveniles con Argentino, y estuvo, también, en Gimnasia y Esgrima y Universal de La Plata.

Nací en Junín en el barrio Nuestra Sra. de Fátima,  enfrente de la Capilla. Cuando estaba abierta, desde dentro de mi casa se veía el altar.

Fui al jardín 905, frente a la escuela 29, y a la 22 al primario, con Coqui Vitali, Hugo Font, Gastón San Juan, Riki Roldán, Mendoza. El secundario lo cursé en una escuela que ya no existe más y que debería volver, la Escuela Nacional de Comercio.

En la primaria lo teníamos al profesor Juan Carlos Pastorino que nos hizo hacer mucho atletismo. Articulaba mucho con La Loba porque también era profe de River. Es más, la escuela Centenario en los intercolegiales llevaba la camiseta de La Loba.

Mi papá quiso que jugara al fútbol porque tanto él como mi tío habían incursionado. Y cuando Pastorino me llevaba a La Loba, estuve medio entreverado. Pero no era lo mío.

Lo que sucedió es que, estando en La Loba, pasó don Hugo Ramírez que buscaba chicos para el recomenzar del básquet en el club Junín después de 20 años de inactividad. Y reclutó a los chicos del barrio que así comenzamos a picar la pelota de básquet en la cancha abierta del club Junín, con los pinitos todo alrededor. Todavía se entraba por Lebensohn y Garibaldi, donde estaba la calesita y la secretaría delante de la cancha de paleta.

Cuando éramos cebollitas, jugábamos un rato con la pelota, pero estábamos pendientes de que Peña nos regalara dos vueltas en la calesita al final.

En realidad el que nos enseñó a picar la pelota fue Julio Dell´Orso. Sucedió que el profe que tenía que tomar la posta ese día no pudo ir y entonces Hugo Ramírez fue a buscar a Julio a la cantina. Me acuerdo que Julio sacó unas sillas, unas pelotas no sé de dónde y nos comenzó a enseñar a picar.

La barriada cercana al club respondió de manera contundente. Y lo que hizo Hugo Ramírez fue impresionante. No todos saben que la cancha de básquet del club Junín lleva su nombre. Fue un visionario. Iba casa por casa a convencer a los padres más que nada. Y cada vez que faltaba uno, iba a ver qué le había pasado y si necesitaba algo.

Hice todo en el club Junín, salvo un año que me tuve que ir a 9 de Julio. Cuando se crearon los preinfantiles, club Junín, que venía haciendo todas las camadas en orden, se quedó sin jugadores. Eramos tres y el mínimo eran seis. Pasé a préstamo a 9 de Julio con los Paletta, Urdinola, Bornic, Biloz, Crespi.

Ya en categoría juveniles y de pasar por selecciones, Quique Biurrun me llevó a Argentino para jugar la Liga Provincial de Juveniles. Se permitía jugar en el club de origen y también reforzar otro equipo para la Liga.

En realidad no me quedé definitivamente en Argentino por respeto a Hugo Ramírez. Una gran persona, y además era amigo de su hijo.

Pero con Quique fue espectacular en Argentino. Considero que, si le ponían cinco palos de escoba, los hacía jugar igual. Para mí, un referente.

En ese tiempo se hizo una fusión Argentino-Sarmiento y también estuve luego en el famoso equipo del Club Banco de Junín, siempre como juvenil.

Con el club Junín obtuve el bicampeonato de 1988 y 1989. Dos años seguidos se armó un equipazo y también obtuvimos una liguilla ganándole a Argentino; aunque después por cuestiones económicas el club no jugó la Liga Provincial de Mayores. Siempre el club fue de cuidar mucho el aspecto económico, un club con básquetbol y no puramente de básquetbol.

Y fue siempre una idea acertada. Todo se hizo con el esfuerzo de los padres-dirigentes. Hugo Ramírez  nos dejó allá por el ´81 y dejó un punto de partida que siguieron empujando desde la subcomisión de apoyo. 

Luego vino Hildemar Chacón, con un vicepresidente que para mí es un histórico presidente honorario: Rubén Cacheiro, quien acompañó a todos los proyectos, a todos lados. Le dio un impulso bárbaro a toda esa efervescencia que tenían los padres.

De ahí en más comenzaron con muchas mejoras que culminaron con la cancha. Antes en verano no se podía jugar porque estaban esas luces de mercurio que atraían todos los bichos y el piso estaba tan lleno de alimañas que no se podía picar la pelota. Y en invierno era inviable por el intenso frío. Pero eran lindas épocas.

Estuve muy poco tiempo con Nacho Farías y Pirulo Malchiodi en Gimnasia y Esgrima La Plata, pero no me adapté al club. Y me fui a Universal, ahí mismo en La Plata. Fue la mejor decisión haberme ido a un club de barrio. Me encantó estar ahí. Había igualmente un nivel superlativo de entrenamientos, distinto a lo que se manejaba acá en Junín. Fue una experiencia hermosa que siempre la recuerdo gratamente.

El básquet me dejó muchos amigos, por donde sea. La Universidad del vestuario. Una cosa fue haberme recibido de Abogado en la Universidad y la otra grande fue el vestuario del básquet. Sobre todo porque siendo juvenil tuve la oportunidad de estar en un vestuario de grandes. Las cosas se arreglaban puertas adentro, pero al salir a la cancha se olvidaba todo. Había que defender la camiseta y, si era necesario, al compañero con el que habías discutido en el vestuario. Es la mejor Universidad que te puede pasar.<