Denver Nuggets puso sobre la mesa un estilo de juego bastante diferente del que viene siendo hegemónico en la NBA de básquetbol estadounidense desde la irrupción de Stephen Curry y sus tiros.
Los flamantes campeones arrollaron en su camino hacia el título: 4 a 1 a Minnesota, 4 a 2 a Phoenix, 4 a 0 a los Ángeles Lakers y 4 a 1 sobre Miami en las instancias Finales, destaca un informe de Cristian Dellocchio, de Página 12, haciendo hincapié el colega que todo fue con el pivot balcánico Nikola Jokic como gran hacedor.
El serbio, un talento generacional que llevó a Denver al primer título de su historia, no es abonado a las volcadas ni se suspende en el aire. Tampoco tiene brazos tonificados en el deporte de las musculosas y mantiene el mismo y silencioso look -pelo rapado, barba afeitada- desde hace una década.
Juega en una posición que se creía en vías de extinción y no figura en el Top 10 de camisetas más vendidas a pesar de dos premios MVP en el lomo. "El trabajo está hecho, ahora podemos irnos a casa", dijo el sobrio serbio, nada soberbio, y enamoró en pleno jolgorio, apenas conquistado el primer título de los Nuggets en sus 47 años de historia.
Jokic ha recibido muchos rótulos poco envidiables desde su llegada a la NBA y sus cualidades físicas siguen sorprendiendo aún hoy a los refutadores de leyendas. Decían que era demasiado lento para la liga más atlética del mundo, que estaba (o está) excedido de peso y se repitió hasta el hartazgo la anécdota de que tomaba varios litros de Coca-Cola por día cuando vivía en Serbia.
No es ningún secreto que la NBA mira de reojo a los extranjeros y les hace pagar un derecho de piso basado en estereotipos -"demasiado petiso", "demasiado gordo", "demasiado flaco"- aún cuando en los últimos años los jugadores más valiosos arriban desde otros lares.
De las mil y una curiosidades que rodean la carrera de Jokic vale mencionar aquí la de su ingreso al mundo NBA, que pasó desapercibido en su momento, pero se volvió memorable con los años, aunque no por mérito deportivo.
La vida de Jokic cambió en 2014 cuando fue seleccionado por los Nuggets en el puesto 41 del Draft. Como es habitual, las segundas rondas del Draft (puestos 31 al 60) pierden rating y los equipos aprovechan para jugarse alguna fichita en jugadores extranjeros que no tienen tan estudiados o no son aclamados por los fanáticos del básquet universitario local.
La zona pintada fue importante
Hace rato que Stephen Curry y los Warriors revolucionaron el básquet con sus espectaculares tiros de larga distancia, haciendo del triple el arma sobre la cual todo gira en este deporte hoy día. Pero cuando parecía que el reino de los bajitos iba para largo en el mundo de los lungos, la final de la NBA fue un duelo casi mano a mano entre los pivots de Denver y Miami, Jokic (2,11 metros y 128 kilos) y Bam Adebayo (2,06 y 115).
En tiempos de triples, velocidad y show, los Nuggets se pararon de la vereda de enfrente. Denver es lo que se denomina un equipo lento aunque los fantásticos pases de Jokic de aro a aro puedan aparentar otra cosa.
Los Nuggets se ubicaron 23° sobre 30 equipos durante la temporada regular en la categoría ritmo de juego y 11º sobre 16 en playoffs, de acuerdo al rubro que mide el número de posesiones que tiene un equipo por partido. Mientras que en triples, la cifra sorprende aún más: en estos playoffs, Denver quedó 14º en triples intentados con 31,6 lanzamientos cada 100 posesiones contra 42,1 del líder Golden State. Para colmo, su porcentaje de efectividad es Top 3 (37,5%). Es decir, no se enamoró de esta herramienta tan tentadora como condenatoria cuando el aro decide cerrarse.
Denver supo cambiar a tiempo para ser campeón. Se liberó de varios jugadores históricos, incluso preferidos de la hinchada, y hasta pibes con potencial, para armar un equipo a la medida de Jokic.
El movimiento clave fue el traspaso por Aaron Gordon, durante el primer año del argentino Facundo Campazzo en el equipo, una decisión que quedará en la historia como una de las mejores. Gordon era todo lo contrario a Jokic: súper atlético, de los mejores volcadores que se han visto y con un rol ofensivo en Orlando Magic. A cambio dieron a uno muy querido por sus hinchas, el escolta defensivo Gary Harris (siete años en el equipo).
A Gordon le llevó tiempo acomodarse al juego de Denver, que lo puso a defender a las estrellas rivales y a atacar el aro en momentos determinados, planificados, casi sin libre albedrío.
La pieza final del rompecabezas fue contratar como agente libre a Bruce Brown Jr., quien terminó metiendo nada menos que el doble ganador del campeón. Un jugador de 1,93 metros capaz de jugar de base o alero, que promediaba 7,6 puntos en su carrera hasta llegar a Denver. En los playoffs sumó 12 unidades por partido y se lució en ambos costados del parquet, terminando los partidos en cancha.
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