Emanuel Ginóbili tuvo su inserción en el Salón de la Fama como punto final de una carrera memorable. Fue un hecho sin precedentes para el deporte de la República Argentina y de la mano del basquetbolista más espectacular de la historia nacional.
Fue este sábado por la noche en el Naismith Memorial Hall of Fame, en Springfield (condad de Hampden, Massachusetts, EEUU).
Manu dio su discurso con un atuendo impecable. Traje y unas zapatillas Nikes que llevaban los colores de los Spurs, con la referencia a los cuatro anillos conseguidos en su carrera, como así también a la selección argentina, y la ineludible mención al oro en Atenas.
Lo que dijo
“En jugadores como yo, los premios individuales son logros de equipo. Si estoy acá no es porque soy especial, sino porque fui parte de dos de los equipos más importantes de los años 2000: Los San Antonio Spurs, con los que ganamos cuatro campeonatos de la NBA, y la selección argentina, con la que ganamos el oro olímpico en 2004; también una Euroliga en Virtus Bolonia con el coach Messina”.
“Hoy también quiero hablar de los equipos que no fueron tan exitosos, pero que para mi fueron peldaños fundamentales para estar hoy acá. Yo picaba la pelota, tiraba y hacía amigos seis o siete horas al día. Era un lugar ideal para desarrollar y fortalecer mi pasión por el juego en una forma muy saludable, y en un ambiente familiar”.
“Tuve el placer de jugar con mi hermano, y que me diera cada pelota”.
“El salto a la NBA pasó de ser un sueño inalcanzable a un objetivo real después de haber jugado para vos (señaló a Messina) y con el hermoso grupo de compañeros que tuve, con los que pudimos ganar la Euroliga. La experiencia italiana para mí fue muy valiosa”
“No tenía idea de lo que estaba pasando, ni siquiera sabía en qué parte del mundo quedaba San Antonio”.
“Ustedes ya saben esa parte de la historia. Los Spurs fueron una gran familia, un gran apoyo para mí, durante dieciséis años. Siempre jugando para el mismo entrenador, con prácticamente los mismos jugadores, representando los mismos colores, y la misma ciudad. Tuvimos tantas victorias y derrotas, tantos amigos y tantas experiencias increíbles”.
También habló de la selección: “Valoro mucho nuestro recorrido, los campeonatos ganados – por supuesto -, pero las desilusiones también, porque nos unieron más. Las charlas, los viajes cansadores. Las cenas muy tardes, y los desayunos tempranos. El jet lag. Todo valió la pena, los amo”.
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