¿Cuándo iniciaste este proyecto?
En realidad todo fue parte de un proceso que comenzó en el año 2011, cuando tomé la decisión de hacer un tratamiento terapéutico. Fue muy difícil para mí y mi familia atravesar ese momento, debido a la etapa en la que estaba con el consumo de sustancias, ya que no teníamos conciencia sobre la problemática. Primero la negación absoluta, la falta de registro, y mucha resistencia al cambio. Luego con suerte, si alguien no interfiere, se termina pidiendo ayuda porque te das cuenta que solo no podes.
Por eso, tomar una decisión para cambiar tu vida cuando estás en la última etapa del consumo, no es nada fácil, porque la sustancia está por encima de todo en tu vida (de un hijo, de la familia, de un trabajo, etc.) y maneja todos tus estados: físicos, psíquicos y emocionales, los patrones de conducta que son acciones que vamos incorporando (la mentira, la manipulación, la deshonestidad, el aislamiento, la desidia, etc.) son todos negativos y progresivos, y los vínculos comienzan a desgastarse. Tal vez nada de eso tenga que ver con tu esencia, pero tu vida se desorganiza por completo.
Hasta que un día llegó la exposición ante mi familia, y acá hay un punto de inflexión; porque la familia juega un rol muy importante en ésta problemática: la responsabilidad por la codependencia y el acompañamiento. Ese fue el principio del fin y la salvación. Cuando me animé a HABLAR y a aceptar que había un problema y que estaba lleno de limitaciones para resolverlo. Por supuesto hay una relatividad en los hechos y no a todas las personas les pasa lo mismo. Para eso es importante conocer las etapas del consumo.
El proceso tuvo avances y retrocesos, pero con el tiempo me fui dando cuenta que todo lo que estaba atravesando era una gran oportunidad para descubrir, para aprender, después cambiar y así crecer como persona. La sustancia simplemente fue una consecuencia “de”. Los problemas de adicciones son multicausales, con vulnerabilidades y situaciones determinadas que te conducen al consumo, pudiendo existir en algunos casos, un porcentaje genético hereditario y otro gran porcentaje generado por el ambiente.
El tren pasó, y yo me subí. Y hoy me doy cuenta que haber hecho un tratamiento terapéutico, fue la decisión más importante y enriquecedora que tomé en mi vida.
¿Cuál es tu visión sobre las Comunidades Terapéuticas?
Las Comunidades terapéuticas son dispositivos creados para salvar vidas, con un funcionamiento muy dinámico y racional, ensamblado en una estructura determinada, que le permite al individuo poder rehabilitarse, obtener herramientas y recuperar su vida normal, con una metodología de trabajo que consiste en tomar los aspectos más saludables de las personas y desarrollarlos; generando así, autonomía y pensamiento crítico a partir de la convivencia. Por supuesto la familia no queda al margen de todo esto, funcionan como coadictos y son directa o indirectamente responsables.
Hablemos de responsabilidad y no de culpa, y siempre tendremos la posibilidad de aprender y corregir. Entonces se trabaja en conjunto con la familia, fortaleciendo las relaciones y recomponiendo los vínculos desgastados. Por eso hoy en día, los tratamientos terapéuticos son un sistema de recuperación muy completo.
Como sociedad, ya deberíamos comenzar a tener una visión diferente para crecer. ACEPTAR que las drogas están inmersas en nuestra cultura, y preparar a nuestros hijos para lo que está sucediendo y lo que va a venir. Hablar libremente del tema, generar confianza con ellos, naturalizarlo y tomarlo simplemente como un problema más. Así vamos a dejar de señalar con el dedo, tener miedo, o vergüenza.
La idea no debe ser “luchar contra las drogas”, sino trabajar para que el ser humano no las elija.
¿Cómo surge Crónicas de lo NO-DICHO y las charlas?
Crónicas fue algo maravilloso que surgió hace cuatro años, y sin ningún tipo de planificación se ha convertido en uno de los proyectos más importante de mi vida.
Todo comenzó cuando pensé en escribir una historia que relate una experiencia de vida, en este caso vinculado al consumo de sustancias, simplemente describiendo la realidad. Y mientras narraba, me fui dando cuenta que podía, más allá de lo anecdótico, incorporar claras herramientas que se desprendan de cada crónica y que mediante la identificación, sean funcionales para la vida de las personas, en una temática compleja, muy poco desarrollada y bastante “escondida”.
Antes de publicarlo me dije: “si con éste libro puedo ayudar a alguien, todo lo que atravesamos y descubrimos con mi familia, tendrá un sentido”. Pero jamás imaginé todo lo que hoy está sucediendo. De repente me encontré hablando en Escuelas, Universidades, Cárceles, Clubes, delante de cientos de alumnos y alumnas, de Profesoras, Profesores y Profesionales de la salud, viajando por toda la Provincia de Buenos Aires. Entonces empecé a sentir y comprender que todo lo que estaba haciendo era una enorme responsabilidad.
Por eso tuve que ir a capacitarme y continúo haciéndolo. Empezar a instruirme, a sumarle a lo netamente empírico, más teoría e información. Y así las charlas fueron siendo cada vez más ricas, cada vez más constructivas. No solo se cuenta una historia, sino que hay un alto componente teórico informativo y por supuesto, un gran componente emocional.
Pero no me fue tan fácil desarrollar todo esto en mi ciudad. Una ciudad que no estaba preparada para enfrentar y HABLAR sobre ésta problemática. Una problemática a la que cuesta involucrarse, y de una manera altruista, hacer algo por el otro.
Fui descubriendo que hoy las familias no tienen información, conocimientos, ni herramientas, para resolver situaciones con el consumo de sustancias. Hay mucha gente que pide ayuda. Una situación altamente preocupante.
Y voy a situar un ejemplo muy claro para representar y afirmar lo que digo:
Si mi Madre y mi familia hace más de treinta años, no supieron como resolver un problema vinculado al consumo de sustancias con un hijo adolescente, hoy, treinta años después, estamos de la misma manera o peor. Y eso es gravísimo y muy alarmante, porque significa que el crecimiento del flagelo de la sustancia, fue mucho más rápido e incisivo, que la información y las herramientas que recibió la sociedad para resolverlo.
¿Qué esperás de ahora en adelante?
Estoy muy seguro y convencido que quiero continuar creciendo con este proyecto y sostener todo lo que he logrado hasta ahora.
El libro, se transformó en una herramienta para mi vida, pero nada hubiese sido posible, sin la ayuda y la contención de mi familia, y de mucha gente querida que desde que comencé, confió en mí y me acompaña.
Por eso voy a seguir transitando el camino que emprendí hace cuatro años, que le ha dado un sentido a mi vida, haciendo un trabajo de hormiga, yendo con el libro Escuela por Escuela, Club por Club, casa por casa, familia por familia. Y en esto no puedo dejar de mencionar y agradecer de todo corazón a Pronto Pago S.A, la Empresa donde trabajo, quien desde un principio ha comprendido perfectamente el sentido de lo que estoy haciendo y jamás han dejado de acompañarme, como también Electricidad Junín, Capynoba, y Librería Dorrego.
La función y el apoyo de las Instituciones en ésta compleja situación social es muy importante y necesaria. Las Instituciones deben involucrarse en ésta temática, y funcionar como apoyo y redes de contención en el contexto que sea: educativo, deportivo, empresarial, político, etc. Por eso espero que más Instituciones se sumen. Sería un gran aporte integrador para nuestra Comunidad y un claro mensaje.
¿Un último mensaje?
Estoy narrando un segundo libro, la segunda etapa de Crónicas (con el apoyo incondicional de Fabián Tonda, quien es hoy el Director de la Comunidad Terapéutica Aylen, y Presidente de FONGA), lo que antes era la reinserción, hoy lo llamamos “Proyecto de vida”, porque hay personas que ni siquiera ingresan al sistema y jamás han tenido la oportunidad de un trabajo, o educación. Entonces considero a esta etapa fundamental para cerrar el círculo y terminar de comprender como funciona esta temática en nuestra sociedad.
Creo que recién estamos en la construcción de un nuevo paradigma, con esto de empezar a HABLAR, de transmitir, de desmitificar cuestiones “retrógradas callejeras”, de que los jóvenes y adolescentes puedan decir que NO, sin miedos, ni prejuicios; y que eso los haga sentir personas inteligentes. Ahí necesitamos también una clara comunicación y apoyo por parte de los padres en primer lugar, y después de las Instituciones.
Sé que hoy el libro se está trabajando en muchas Escuelas, y eso es un orgullo para mí y mi familia. Ojalá algún día pueda insertarse junto con las charlas como proyecto educativo o deportivo, y que no solo sea un material de lectura o una simple historia, sino una herramienta para nuestros jóvenes y familias, Directivos, Profesores y Profesoras, que los ayude a incorporar conocimientos y a involucrarse definitivamente, haciendo ese “trabajo de hormiga” que nos evolucione como sociedad, y nos acerque a una vida mejor.
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