¿Con qué sentido jugar en febrero la Liga Femenina?
Sin lugar a dudas que una competencia doméstica a nivel nacional de básquet femenino perdure en el tiempo siempre será motivo de celebración. Sobre ese punto no hay objeción alguna.
Este análisis va más allá. Se dispara por una simple pregunta y se desarrolla en base a las infinitas respuestas que pueden girar a su alrededor. ¿Con qué sentido jugar la Liga Femenina desde comienzos de febrero?, ¿Qué se busca iniciando en el segundo mes del año?
Decir que el nivel de la competencia viene en decadencia no es descubrir la pólvora. Berazategui se coronó bicampeón en el certamen de menor rendimiento que se recuerde. Esto bajo tres hechos que conspiran con el torneo: el éxodo de jugadoras, la ubicación en el calendario y la moneda local que cada día se vuelve más pobre.
Arrancar un nuevo torneo con un margen de 40 días no resuelve ninguno de esos inconvenientes: Argentina no ganará exponencialmente poder adquisitivo en tan corto tiempo, la fecha del año para comenzar es igual de mala, y el éxodo no se frenará, todo lo contrario.
Al menos cinco jugadoras que tuvieron relevancia en la pasada edición emigrarán prontamente.
Consultados, varios dirigentes al respecto explicaron su postura. Guardando cierto consenso aseguraron que “el calendario es el acordado y aprobado, y seguirá así por algún tiempo, jugándose de octubre en adelante.
Este de febrero es el segundo campeonato dentro de la 2021/22. No hay dinero para grandes gastos, y nuestra idea es sostener una competencia de seis a ocho meses. Es lo que se puede ahora. Si la situación mejora más adelante se verá”.
De igual manera se adjuntan otras dos referencias que son tan o más refutables que las primeras expuestas: “Al no poder sumar figuras le damos lugar a valores jóvenes. Y la otra cuestión es que el nivel de entrenamiento de nuestro país es muy bueno”.
El ítem de las jugadoras que surgirán responde a la falta de fichas. Es de una lógica irrefutable, pero… ¿Por qué se destacarán?
Un gigantesco porcentaje de probabilidad se vuelca a que lo harán porque la vara cada día se pone más baja. Y a su vez, cuánto durará en nuestro ámbito una jugadora así, donde cualquier liga del mundo le ofrece mejores condiciones.
Respecto a la calidad de las prácticas, lamentablemente con una sola pata no se sostiene una mesa clásica. Si bien eso es verdad, hay que agregarle que acá una chica no podrá ser profesional ni vivir del básquetbol, como tampoco tendrá un nivel decente para desarrollarse y mucho menos para elevar su vara a estándares internacionales.
No se trata de la cantidad de meses de juego, sino el parámetro del almanaque que se usa. Si el calendario se movería de marzo a agosto o incluso de abril a septiembre, la perspectiva mejoraría.
Con todas las competencias europeas terminadas o a punto de hacerlo, no solo las jugadoras argentinas estarían disponibles, todas las demás también. Nadie puede asegurar que las 80 nuestras retornarán al país, ni tampoco que las que lo hagan estén dispuestas a jugar, pero al menos la competencia estaría allí, como así también esa potencialidad.
Con más chicas dispuestas a jugar en el receso europeo los valores cambiarán y el abanico de opciones también. Con que se sumen diez jugadoras la diferencia será importante.
Ese cambio ayudará a mejorar no solo lo estético de la competencia, sino también el día a día de las que se quedaron. Con estas condiciones hay más chances de sumar sponsor o al menos, cada vez que se tenga la suerte de contar con televisación, ofrecer un producto digno y atractivo.
Incluso, la Liga y el Torneo Federal podrían correr en paralelo, para que ninguna chica se quede sin jugar. Se podría reglamentar que los cortes de Liga puedan ser tomados automáticamente por elencos que militan el otro certamen, y así hacerle lugar a las jugadoras que retornan al país.
En los últimos cuatro meses del año podría avanzarse sobre un torneo apuntado exclusivamente a U-23 o U-21 hacia abajo, abarcando a todas las instituciones que disputaron Liga y Federal, siendo una especie de Liga de Desarrollo ampliada.
Quedan temas para futuras notas, como por caso explicar nuevamente que no hay bolsillos flacos, sino ciertas instituciones que vuelcan al femenino menos del 1% de lo que destinan al masculino.
O que es inminente el dictamen de obligatoriedad para que todos los clubes que juegan profesionalmente en masculino, también lo hagan en el femenino, como sucedió en su momento con la Liga de Desarrollo.
Todo gracias a un simple disparador: “¿Con qué sentido jugar la Liga en febrero ”. Sobrevivir no debe ser el camino.
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