Nací en Junín el 30 de julio de 1974, en el barrio de Villa Talleres. Una barriada tranquila, de gente laburante. Muchos erran ferroviarios, inclusive mis dos abuelos trabajaron en el taller. Se jugaba en la calle todo el día.
Fui a la escuela San José, desde el jardín a la primaria. Luego el secundario lo hice en el Colegio San Ignacio. Fui con Patricio Ojeda, Fernando Aladio, Luis Linguido, el Bufa, Fernando, y un montón de gente amiga que ahora no me viene a la memoria pero que aún hoy nos seguimos frecuentando.
En el barrio se jugaba básicamente al fútbol, ocasionalmente a la payana o las figuritas. Lo que pasaba era que el campito de Sánchez lo teníamos al toque y vivíamos ahí jugando, porque era como el punto de encuentro. En el barrio estaba Gabriel Scatarello, Daniel Ainchil que eran mis dos amigos porque pasábamos mucho tiempo juntos.
Ibamos al campito y después cada uno tenía sus actividades. Yo lo que hacía al llegar a casa de la escuela era ponerme a hacer los deberes, rápido, para poder ir a jugar al fútbol. Mi vieja era maestra y controlaba todo.
Nunca fiché en ningún equipo, pero fui a entrenar a Ambos Mundos porque iba Pablo Alted -un amigo de la primaria- que después siguió jugando.
Lo que pasó es que yo ya jugaba al básquet en el club Junín. Pero acá sucedió algo especial. Mi abuela vivía a la vuelta del club Los Indios, pegado a lo que hoy es la pefumería. Y la primera vez que entré a una cancha de básquet para ver si podía integrarme fue en el club Los Indios, invitado.
En ese tiempo había un entrenador medio petiso, barbudo, serio (hoy un poquito más panzón que antes) y a mí me dio un miedo terrible: Darío Luján Racero.
Entonces llegué a mi casa y le dije a mi mamá que no quería ir nunca más a ese club porque ese señor me daba mucho miedo.
A partir de ahí tenía mi primo -Toto Gómez- que jugaba al básquet en el club Junín, y me invitó a ir. Allí estaba Julio Dell´Orso, después llegó Raúl Scaglione, luego Daniel Jaule. Por eso no me quedé en Los Indios.
En Junín jugué hasta que me fui a estudiar a Buenos Aires. Debuté en primera en cancha de 9 de Julio a fines de los ´80 y entré nada menos que por Tatote Pagella. Yo era juvenil y me tocó tirar dos simples de una falta técnica. Debe haber sido la única vez que metí los dos libres en mi carrera.
Me fui a estudiar a Buenos Aires pero no jugué al básquet. Fui directamente al Centro Nacional de Alto Rendimiento Deportivo. Hice el curso de preparador físico, entrenador de básquet y de natación porque yo nadaba en el club Junín.
En 1997 me llamó Roberto Volpi que en ese tiempo era mi profesor en la escuela de entrenadores, que había arreglado en Ciclista y que quería que fuera el preparador físico del club. Yo ya tenía trabajos en Buenos Aires y planeaba quedarme allá. La posibilidad de Ciclista abrió las puertas de lo que a mi me gustaba, lo que yo amaba y me vine.
En Ciclista me fue bien. Hubieron experiencias buenas y otras no tantas. Pero viví un momento del básquet que fue muy importante para la ciudad de Junín. Desde 1997 hasta el 2004 estuve allí, donde viví todos los clásicos, donde las canchas reventaban, estaba toda la ciudad pendiente de los partidos de TNA en ese momento. Después volví en el 2006 - 2007 con Adrián Capelli para la “A”.
Yo dirigía la escuelita del club Junín. Luego de la “A” con Ciclista, quedé parado un tiempo. Ya me había llevado Daniel Jaule a San Martín como asistente cuando jugó el TNA en Chacabuco. Dos meses después de terminar con Ciclista me llamó San Martín para hacerme cargo de la primera local y los juveniles. Y al otro año me pidieron que dirija el equipo del Regional y logramos ascender.
Fue mi primer ascenso en un club de Junín con todo lo que ello implica. Primero habíamos salido campeones del torneo local después de 37 años que San Martín no lograba un título. Tengo los mejores recuerdos. Hoy Pablo Martínez, que está acá en Los Indios, fue uno de los que integró aquel equipo.
Después de dos temporadas me fui a Sarmiento para el regional de clubes y logramos el ascenso al Federal. Hice dos temporadas con el verde.
Y ahora en Los Indios. Volviendo después de casi tres años sin dirigir, con muchas ganas y toda la ilusión de poder arrancar un torneo. Igual con este momento pandémico nada es fácil y estamos a la expectativa de ver qué pasa, cuando deciden arrancar con la competencia.
Es un torneo que conozco mucho, ya logré dos ascensos. Tengo los mejores recuerdos de estos campeonatos. No es un torneo fácil. Es complicado desde el punto que no hay mucha información de los rivales, no se sabe quién y como juega.
Al equipo lo veo bien. Pero un montón de situaciones son entrenamientos individuales porque con el protocolo Covid mucho no se puede hacer. Con algunos entrenamos a la mañana, con otros a la tarde. Algunos solamente hacen la parte física. Es un poco complejo.
Espero que Junín cambie de fase lo más rápido posible para que nos permita, por lo menos, poder entrenar como equipo.
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